/ sábado 4 de abril de 2020

¿Obradoriña? AMLO y Cuauhtémoc Blanco inventan saludo ante coronavirus

Acorde con la sana distancia, el Presidente y el gobernador se saludaron de una manera especial

Las medidas de restricción de contacto físico para evitar el contagio de Covid-19 van en serio, pero no evitaron que el afecto entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y el gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco Bravo, se perdiera, inventando un saludo de espinilla que, como fuera, los mantuvo separados alrededor de un metro y medio.

En la ceremonia de reapertura del Hospital “Carlos Calero” del ISSSTE en Morelos, que fue reconvertido para poder tratar a pacientes con coronavirus, López Obrador y Blanco se mantuvieron en sana distancia y pusieron el color a la nota con su nuevo saludo, levantando los pies en una suerte de "hachazo", como en el lenguaje del exfutbolista se podría haber identificado al levantamiento de pies casi a la altura de la rodilla hasta hacer contacto.

Pero esta vez la cancha era un hospital y no se trataba de puntapiés, sino de un saludo cordial que arrancó las sonrisas de los presentes, médicos, funcionarios de salud y hasta el alcalde de Cuernavaca, muy relajados y lejos de la prensa a la que no se dio acceso.

Fue ese el impedimento para bautizar al saludo con algún lugar común como la “Obradoriña".

Las medidas de restricción de contacto físico para evitar el contagio de Covid-19 van en serio, pero no evitaron que el afecto entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y el gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco Bravo, se perdiera, inventando un saludo de espinilla que, como fuera, los mantuvo separados alrededor de un metro y medio.

En la ceremonia de reapertura del Hospital “Carlos Calero” del ISSSTE en Morelos, que fue reconvertido para poder tratar a pacientes con coronavirus, López Obrador y Blanco se mantuvieron en sana distancia y pusieron el color a la nota con su nuevo saludo, levantando los pies en una suerte de "hachazo", como en el lenguaje del exfutbolista se podría haber identificado al levantamiento de pies casi a la altura de la rodilla hasta hacer contacto.

Pero esta vez la cancha era un hospital y no se trataba de puntapiés, sino de un saludo cordial que arrancó las sonrisas de los presentes, médicos, funcionarios de salud y hasta el alcalde de Cuernavaca, muy relajados y lejos de la prensa a la que no se dio acceso.

Fue ese el impedimento para bautizar al saludo con algún lugar común como la “Obradoriña".

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