Por lógica, el trabajo en menores de edad resulta una explotación infantil, sin embargo, esto se convierte en el parteaguas para la solución de los problemas económicos familiares y de acuerdo a estadísticas a nivel nacional, son la mayor parte de estos niños los que se convierten en el sostén único del hogar, llevando hasta 300 pesos diarios, resultado de las propinas que reciben en las tiendas de conveniencia y supermercados, tras laborar como empacadores.
Cuando se combina el tema laboral con la educación, el problema no resulta ser tan complicado o tan complejo, pero lo cierto es que aún no hay plazo para que los "cerillitos" vuelvan a su "trabajo", luego que la Junta Local de Conciliación y Arbitraje no les ha dado autorización para retornar a los costados de las cajas registradoras para "envolver el mandado" de los clientes, dijo el director de Bienestar en Gómez Palacio, César Yahir Vitela García.
"Claro que es delicado que abandonen la escuela, porque el estudio es la base del progreso, no obstante, podemos decir que algunos de ellos están becados por esta dependencia, pues en tiempos sin pandemia (a un año de distancia), asistían a la escuela ya sea en el turno matutino o vespertino".
Aún cuando estamos en semáforo amarillo, la realidad es que algunas empresas no han querido arriesgarse a contratarlos y pese a que algunas madres de familia han acudido con su correspondiente permiso a la JLCyA, no han recibido la autorización para que los 43 pequeños (de 12 y 15 años) retornen a sus "centros laborales", quienes por ser menores de edad, no pueden firmar un contrato o bien acceder a otras prestaciones tales como vacaciones, aguinaldo, Imss e Infonavit, subrayó.
Pese a que llevan el sustento a sus hogares, el trabajo infantil, resulta una explotación, pero para algunos padres de familia, es mejor que aprovechen el tiempo de esta manera combinando la escuela, aunque también hay que admitir, algunos padres lo hacen por conveniencia, porque se acostumbran a no trabajar, subsistiendo de lo que sus hijos les dan.
Vitela García resaltó que hay desesperación principalmente en los padres de los pequeños que no asisten a sus clases presenciales, porque pierden el tiempo en otros oficios como el de limpiar parabrisas, lo que constituye un peligro y menores propinas.
Interrogado sobre el número de adultos mayores que también se emplean como "cerillos", expuso que el padrón lo maneja el DIF, pero pudiese tratarse de una cantidad mayor.
Este tipo de tarea, la realizan niños que viven en la pobreza extrema o bien los que proceden de familias disfuncionales, donde el padre irresponsable no trabaja, dejando toda la carga económica a la madre y a los hijos en edad de trabajar y es un problema que se da en todo el mundo, observó
"Se ven en la necesidad de contribuir en el ingreso de la casa para poder estudiar o subsistir, lesionando por supuesto su desempeño escolar, porque en ocasiones no asistían a sus clases, con el fin de ganar otro turno, pues hay quienes ganaban hasta 500 pesos diarios.
"Es obvio que cada uno arrastra una historia y sus problemas, porque a la vez dejan de asistir a un campo de fútbol, a los juegos propios de su edad, o concurrir con sus amigos, por cumplir con sus obligaciones como pequeños empacadores, en síntesis, van perdiendo su infancia, añadió Vitela García.
Por último resaltó que el ambiente entre "cerillitos" puede ser bueno, porque tienen el apoyo de las cajeras y del personal de los supermercados, aunque hay también que admitirlo, hay clientes que los hacen a un lado, tras considerarlos inferiores en su élite.
Mientras tanto, no hay aún autorización en Gómez Palacio para que regresen a sus labores cotidianas, dijo.