/ miércoles 17 de marzo de 2021

Legalización de mariguana no acabará con la violencia

'Campos' es un joven distribuidor del estupefaciente, quien considera que el problema persistirá en el país

Saltillo, Coahuila.- "Campos” se hizo consumidor de mariguana a los 13 años, dos años después ya era un distribuidor. Ahora, con 21 años, sigue distribuyendo y vende semanalmente 9 mil pesos. Considera que los problemas de violencia que se viven en el país no se terminarán con la legalización, pero sí aumentará la venta y consumo.

Vive y tiene su negocio en una casa de una colonia que se ubica al oriente de la ciudad, lo que facilita el acceso de sus clientes, de llegar e irse por varios lados.

Es un cuarto en donde tiene un sillón de vinipiel negro, una pantalla, un mueble para montarla, una cama individual y un ventilador de aspas, además de dos burós donde tiene la mercancía.

Prende un tabaco forjado, inhala y retiene el humo, lo suelta y comenta: “No se acabará la violencia legalizando la mariguana, no sé ni en qué vaya a terminar esa p$#%&/$#), hay más drogas”.

Se levanta por más hierba mientras recuerda que a los 13 años un amigo lo invitó a fumar, en un principio no lo vio como un negocio, sólo lo hacía por diversión y porque le gustaba.

Dos años después comenzó a distribuir. Un conocido lo contactó y le dio hierba para vender, de lo que le daba, 200 o 400 pesos de mariguana, él le sacaba el doble. Vendía solo a conocidos y amigos que les gustaba fumar.

Antes de volver a fumar muestra el paquete de hierba y dice que jamás ha vendido en grandes cantidades, sólo pequeñas, con lo que consigue sacar casi 9 mil pesos a la semana, a veces más, porque cuando alguien no le cae bien se la da un poco más cara.

“Vamos a ser locos con permiso, o sea, no es algo que la gente haya dejado de hacer porque no era legal, sólo que ahora nos van a dar permiso, pero los polis van a seguir (molestando), van a buscar una forma de joder”.

Mientras vuelve a darle otro “toque al churro”, recuerda que a los 16 lo detuvo la policía estatal, ahí conoció “la bolsa”. Relata que lo llevaron a un predio a las faldas de la Sierra de Zapalinamé y lo torturaron, le colocaron una bolsa de plástico en la cara para impedirle respirar, lo golpearon y le dijeron que iba trabajar para ellos.

Los oficiales querían que fuera él quien les dijera quién vendía y dónde conseguía, pero dice que no es un soplón y nunca lo ha sido, así que prefirió hablar con sus padres e irse a Culiacán, Sinaloa, para esconderse durante un tiempo.

Tan sólo en el 2020, la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Coahuila levantó 401 quejas en contra de policías estatales y 74 en lo que va de este año por diferentes motivos, pero en su mayoría por abuso policiaco.

Regresó casi a los 18 años y comenzó a trabajar de mesero en un restaurante, pero sus viejas amistades lo volvieron a contactar para meterlo de nuevo al negocio; accedió.

Desde entonces se ha mantenido con la venta de mariguana, aún y cuando nuevamente tuvo problemas con la autoridad cuando llegaron a su casa y se llevaron todo lo que tenía para vender y el dinero de la venta de dos kilos que debía.

“En este mundo no puede haber deudas, no sé qué le pase a una persona que debe y no quiero saber”.


Es un trabajo

Él lo ve como un negocio, como un trabajo. Con lo que gana da la pensión de su hijo de tres años y ayuda a su mamá con los gastos de la casa y paga la rehabilitación de su padre porque se hizo adicto al cristal (metanfetaminas).

Por eso no vende otras drogas, porque vio cómo varios de sus amigos y su padre fueron consumidos por sustancias más fuertes, así que sólo decidió dedicarse a la venta de mariguana.

Antes de seguir pesando las bolsas que venderá en la semana, de 200, 400 y hasta 500 pesos, vuelve a hablar de la legalización, dice que está bien para la gente que está enferma, porque sabe de casos en donde los médicos la recomiendan.

Pero en sí, la legalización le da igual, porque no confía en que las autoridades puedan controlar el uso como debe de ser. Cree que más gente fumará y eso le ayudará al negocio, pero piensa que como no hay conocimiento ni cultura de fumar mariguana, todo se va a descontrolar.


Cita:

"Vamos a ser locos con permiso; no es algo que la gente haya dejado de hacer porque no era legal”, dealer "Campos"


Dato:

  • La legalización le da igual, porque no confía en que las autoridades puedan controlar el uso como debe de ser.

Numeralia:

  • 9 mil pesos vende Campos distribuyendo la mariguana.

Saltillo, Coahuila.- "Campos” se hizo consumidor de mariguana a los 13 años, dos años después ya era un distribuidor. Ahora, con 21 años, sigue distribuyendo y vende semanalmente 9 mil pesos. Considera que los problemas de violencia que se viven en el país no se terminarán con la legalización, pero sí aumentará la venta y consumo.

Vive y tiene su negocio en una casa de una colonia que se ubica al oriente de la ciudad, lo que facilita el acceso de sus clientes, de llegar e irse por varios lados.

Es un cuarto en donde tiene un sillón de vinipiel negro, una pantalla, un mueble para montarla, una cama individual y un ventilador de aspas, además de dos burós donde tiene la mercancía.

Prende un tabaco forjado, inhala y retiene el humo, lo suelta y comenta: “No se acabará la violencia legalizando la mariguana, no sé ni en qué vaya a terminar esa p$#%&/$#), hay más drogas”.

Se levanta por más hierba mientras recuerda que a los 13 años un amigo lo invitó a fumar, en un principio no lo vio como un negocio, sólo lo hacía por diversión y porque le gustaba.

Dos años después comenzó a distribuir. Un conocido lo contactó y le dio hierba para vender, de lo que le daba, 200 o 400 pesos de mariguana, él le sacaba el doble. Vendía solo a conocidos y amigos que les gustaba fumar.

Antes de volver a fumar muestra el paquete de hierba y dice que jamás ha vendido en grandes cantidades, sólo pequeñas, con lo que consigue sacar casi 9 mil pesos a la semana, a veces más, porque cuando alguien no le cae bien se la da un poco más cara.

“Vamos a ser locos con permiso, o sea, no es algo que la gente haya dejado de hacer porque no era legal, sólo que ahora nos van a dar permiso, pero los polis van a seguir (molestando), van a buscar una forma de joder”.

Mientras vuelve a darle otro “toque al churro”, recuerda que a los 16 lo detuvo la policía estatal, ahí conoció “la bolsa”. Relata que lo llevaron a un predio a las faldas de la Sierra de Zapalinamé y lo torturaron, le colocaron una bolsa de plástico en la cara para impedirle respirar, lo golpearon y le dijeron que iba trabajar para ellos.

Los oficiales querían que fuera él quien les dijera quién vendía y dónde conseguía, pero dice que no es un soplón y nunca lo ha sido, así que prefirió hablar con sus padres e irse a Culiacán, Sinaloa, para esconderse durante un tiempo.

Tan sólo en el 2020, la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Coahuila levantó 401 quejas en contra de policías estatales y 74 en lo que va de este año por diferentes motivos, pero en su mayoría por abuso policiaco.

Regresó casi a los 18 años y comenzó a trabajar de mesero en un restaurante, pero sus viejas amistades lo volvieron a contactar para meterlo de nuevo al negocio; accedió.

Desde entonces se ha mantenido con la venta de mariguana, aún y cuando nuevamente tuvo problemas con la autoridad cuando llegaron a su casa y se llevaron todo lo que tenía para vender y el dinero de la venta de dos kilos que debía.

“En este mundo no puede haber deudas, no sé qué le pase a una persona que debe y no quiero saber”.


Es un trabajo

Él lo ve como un negocio, como un trabajo. Con lo que gana da la pensión de su hijo de tres años y ayuda a su mamá con los gastos de la casa y paga la rehabilitación de su padre porque se hizo adicto al cristal (metanfetaminas).

Por eso no vende otras drogas, porque vio cómo varios de sus amigos y su padre fueron consumidos por sustancias más fuertes, así que sólo decidió dedicarse a la venta de mariguana.

Antes de seguir pesando las bolsas que venderá en la semana, de 200, 400 y hasta 500 pesos, vuelve a hablar de la legalización, dice que está bien para la gente que está enferma, porque sabe de casos en donde los médicos la recomiendan.

Pero en sí, la legalización le da igual, porque no confía en que las autoridades puedan controlar el uso como debe de ser. Cree que más gente fumará y eso le ayudará al negocio, pero piensa que como no hay conocimiento ni cultura de fumar mariguana, todo se va a descontrolar.


Cita:

"Vamos a ser locos con permiso; no es algo que la gente haya dejado de hacer porque no era legal”, dealer "Campos"


Dato:

  • La legalización le da igual, porque no confía en que las autoridades puedan controlar el uso como debe de ser.

Numeralia:

  • 9 mil pesos vende Campos distribuyendo la mariguana.

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