/ martes 1 de junio de 2021

Aún en la muerte, Jorge Ernesto movió energías

En medio de un centenar de globos, fue despedido

El inicio de este mes quedará grabado en la memoria de los laguneros por la partida de un alma noble y joven. Era como si el cielo llorara por la partida de Jorge Ernesto. Cayó una ligera llovizna, como señal de dolor en el cielo.

Aquel chiquito que hace más de un mes nos pidió que le hiciéramos realidad el sueño de llenar una pared de gorras, logró atraer más de 750, mismas que llegaron hasta su casa, acompañadas de una cama de hospital, una pantalla y un mini Split para que sus días fueran más llevaderos.

Ana, su madre, estaba seria, pero firme.

Cuando le preguntamos que qué necesitaba soltó el llanto y respondió, “Necesito a mi hijo”.

Ana nos detalló cómo había sido su partida. “Desde el jueves pasado comenzó a sentirse mal, los dolores eran más insoportables que de costumbre, así que estuvimos viendo la posibilidad de traer una doctora. Pero como ya no aguantaba, hablamos a una ambulancia para llevarlo a seguro”, comentó.

Jorge Ernesto ingresó al hospital acompañado de su madre, luego de su padre José de Jesús, quien llegó desde Ciudad Juárez para despedirse de él. También estuvo su abuela materna, doña Margarita.

Jorge Ernesto iba grave y una opción para alargar su agonía era intubarlo. Pero su madre, con el dolor de su corazón pidió que ya no lo hicieran sufrir. Si era el momento de verlo partir, solo habría que esperar los designios de Dios.

Sus últimos momentos lucidos fueron para Camila, su hermana, a quien pidió en medio de un delirio que la cuidaran, que no dejaran que la mataran.

El lunes, después de la visita del sacerdote, cinco minutos después de salir de la habitación. Jorge Ernesto cerró los ojos para no abrirlos más.

En medio de su muerte, siguió moviendo una estela de energía positiva, de almas buenas que se mueven ante la tragedia.

Una de ellas fue la alcaldesa Marina Vitela, quien envió dos toldos y sillas desde la misma noche del lunes para que este martes quienes fueran a verlo no sufrieran por el sol.

También hizo llegar una corona de flores; lo mismo hizo Omar Castañeda, quien sin mostrarle a la mano derecha lo que hace la izquierda, mando una ofrenda de flores y algunas otras cosas que la familia fue necesitando.

Ayer por la noche también llegaron una veintena de niños y jóvenes con los que Jorge Ernesto convivió y con la anuencia de Ana su madre y la negativa de su abuela Margarita, estamparon sus sentimientos donde se leían frases como “Te voy a extrañar”, “Te quiero mucho Neto”, “Camila y Sofi te extrañamos”, Te quiero muchísimo mi Chicho con huech”, “Nunca te voy a olvidar”.

Desde su velación en su casa, pusieron las rolas que se sabía de memoria cantaba cada vez que podía, como “El Viejo” de Calibre 50; “El árbol de la orca” del grupo Laberinto; “Ingrato Amor” y “Tragos de Amargo Licor”.

A Jorge Ernesto lo despidieron entre un centenar de globos azules y blancos, enviados por Gustavo Valdés y Ciro Castillo, quienes desde el reto de cumplir su sueño estaban al pendiente de él.

Neto, aún en su muerte, en medio del dolor de su partida, dejó ejemplos de lucha, de sensibilidad, de buena vibra. Y todos quienes le conocimos llevaremos grabadas sus palabras, “Recuerden de siempre echarle ganas y regalar una sonrisa”.

¡Descansa en paz Jorge Ernesto! Misión cumplida.

El inicio de este mes quedará grabado en la memoria de los laguneros por la partida de un alma noble y joven. Era como si el cielo llorara por la partida de Jorge Ernesto. Cayó una ligera llovizna, como señal de dolor en el cielo.

Aquel chiquito que hace más de un mes nos pidió que le hiciéramos realidad el sueño de llenar una pared de gorras, logró atraer más de 750, mismas que llegaron hasta su casa, acompañadas de una cama de hospital, una pantalla y un mini Split para que sus días fueran más llevaderos.

Ana, su madre, estaba seria, pero firme.

Cuando le preguntamos que qué necesitaba soltó el llanto y respondió, “Necesito a mi hijo”.

Ana nos detalló cómo había sido su partida. “Desde el jueves pasado comenzó a sentirse mal, los dolores eran más insoportables que de costumbre, así que estuvimos viendo la posibilidad de traer una doctora. Pero como ya no aguantaba, hablamos a una ambulancia para llevarlo a seguro”, comentó.

Jorge Ernesto ingresó al hospital acompañado de su madre, luego de su padre José de Jesús, quien llegó desde Ciudad Juárez para despedirse de él. También estuvo su abuela materna, doña Margarita.

Jorge Ernesto iba grave y una opción para alargar su agonía era intubarlo. Pero su madre, con el dolor de su corazón pidió que ya no lo hicieran sufrir. Si era el momento de verlo partir, solo habría que esperar los designios de Dios.

Sus últimos momentos lucidos fueron para Camila, su hermana, a quien pidió en medio de un delirio que la cuidaran, que no dejaran que la mataran.

El lunes, después de la visita del sacerdote, cinco minutos después de salir de la habitación. Jorge Ernesto cerró los ojos para no abrirlos más.

En medio de su muerte, siguió moviendo una estela de energía positiva, de almas buenas que se mueven ante la tragedia.

Una de ellas fue la alcaldesa Marina Vitela, quien envió dos toldos y sillas desde la misma noche del lunes para que este martes quienes fueran a verlo no sufrieran por el sol.

También hizo llegar una corona de flores; lo mismo hizo Omar Castañeda, quien sin mostrarle a la mano derecha lo que hace la izquierda, mando una ofrenda de flores y algunas otras cosas que la familia fue necesitando.

Ayer por la noche también llegaron una veintena de niños y jóvenes con los que Jorge Ernesto convivió y con la anuencia de Ana su madre y la negativa de su abuela Margarita, estamparon sus sentimientos donde se leían frases como “Te voy a extrañar”, “Te quiero mucho Neto”, “Camila y Sofi te extrañamos”, Te quiero muchísimo mi Chicho con huech”, “Nunca te voy a olvidar”.

Desde su velación en su casa, pusieron las rolas que se sabía de memoria cantaba cada vez que podía, como “El Viejo” de Calibre 50; “El árbol de la orca” del grupo Laberinto; “Ingrato Amor” y “Tragos de Amargo Licor”.

A Jorge Ernesto lo despidieron entre un centenar de globos azules y blancos, enviados por Gustavo Valdés y Ciro Castillo, quienes desde el reto de cumplir su sueño estaban al pendiente de él.

Neto, aún en su muerte, en medio del dolor de su partida, dejó ejemplos de lucha, de sensibilidad, de buena vibra. Y todos quienes le conocimos llevaremos grabadas sus palabras, “Recuerden de siempre echarle ganas y regalar una sonrisa”.

¡Descansa en paz Jorge Ernesto! Misión cumplida.

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