/ martes 1 de marzo de 2022

¿Los xoloitzcuintles a punto de la extinción? Esta es la historia de su supervivencia

En la década de 1950 se creía extinta

Los últimos meses se ha vivido en nuestro país una fiebre por una de las especies endémicas de nuestro país: el ajolote. Esto debido a su aparición en el nuevo billete de 50 pesos que comenzó a circular, además de que se popularizó el esfuerzo que se hace para evitar su extinción. Esta no es la única historia por evitar que una especie desaparezca, a continuación te contamos la historia de otra especie oriunda de nuestro país: el Xoloitzcuintles, la especie que sobrevivió a la extinción.

Decenas de tribus indígenas, en el siglo VII de nuestra era, empezaron a llegar al centro de México para buscar un mejor lugar para sobrevivir. Estos iban acompañados de sus ya mejores amigos: los perros. Se sabe que eran tres especies de canes, el itzcuintli, el xoloitzcuintle y el tlalchichi, debido a que arqueólogos han encontrado huesos de estos perros en los que hoy es Tula, además de otras regiones del centro del país.

Desde la época prehispánica, los perros eran usados como parte de los ritos de la época, además de como alimento, lo cual no agradó para nada las autoridades españolas cuando llegaron. Se cree que los primeros en oponerse a la crianza, consumo y uso de estos animales en los ritos fueron los frailes, quienes rechazaban cualquier rito religioso que no fuera católico, por lo que restringieron el consumo de este tipo de carne.

A esta decisión se suma la orden de la corona para acabar con todos los perros nativos que estaban en la calle, los cuales terminaron por ser envenenado. Fue así como estos animales dejaron de ser vendidos en mercados y solo unos pocos fueron retenidos por sus hogares.

Debido a esta restricción de las costumbres prehispánicas se provocó una migración en el siglo XVII, solo que ahora desde el centro del país hacía la costa del pacífico, estas tribus no iban solas ya que los acompañaban los últimos perros que quedaban.

Siglos después las tres especies que acompañaron a los indígenas se creyeron extintas, hasta que en la década de 1950, el embajador de Reino Unido Norman P. Wright decidió emprender un viaje de varios años por todo el país para localizar a los últimos xoloitzcuintles u otras especies de perros nativas. Su esfuerzo dio frutos, ya que logró localizar algunos en las comunidades costeras de Oaxaca y Guerrero.

Ya con algunos ejemplares, la Facultad de Medicina y Zootecnia de la UNAM decidió intervenir para inaugurar una pensión canina en Coyoacán, lo que inició su reproducción y salvó a la especie de una extinción.

Los últimos meses se ha vivido en nuestro país una fiebre por una de las especies endémicas de nuestro país: el ajolote. Esto debido a su aparición en el nuevo billete de 50 pesos que comenzó a circular, además de que se popularizó el esfuerzo que se hace para evitar su extinción. Esta no es la única historia por evitar que una especie desaparezca, a continuación te contamos la historia de otra especie oriunda de nuestro país: el Xoloitzcuintles, la especie que sobrevivió a la extinción.

Decenas de tribus indígenas, en el siglo VII de nuestra era, empezaron a llegar al centro de México para buscar un mejor lugar para sobrevivir. Estos iban acompañados de sus ya mejores amigos: los perros. Se sabe que eran tres especies de canes, el itzcuintli, el xoloitzcuintle y el tlalchichi, debido a que arqueólogos han encontrado huesos de estos perros en los que hoy es Tula, además de otras regiones del centro del país.

Desde la época prehispánica, los perros eran usados como parte de los ritos de la época, además de como alimento, lo cual no agradó para nada las autoridades españolas cuando llegaron. Se cree que los primeros en oponerse a la crianza, consumo y uso de estos animales en los ritos fueron los frailes, quienes rechazaban cualquier rito religioso que no fuera católico, por lo que restringieron el consumo de este tipo de carne.

A esta decisión se suma la orden de la corona para acabar con todos los perros nativos que estaban en la calle, los cuales terminaron por ser envenenado. Fue así como estos animales dejaron de ser vendidos en mercados y solo unos pocos fueron retenidos por sus hogares.

Debido a esta restricción de las costumbres prehispánicas se provocó una migración en el siglo XVII, solo que ahora desde el centro del país hacía la costa del pacífico, estas tribus no iban solas ya que los acompañaban los últimos perros que quedaban.

Siglos después las tres especies que acompañaron a los indígenas se creyeron extintas, hasta que en la década de 1950, el embajador de Reino Unido Norman P. Wright decidió emprender un viaje de varios años por todo el país para localizar a los últimos xoloitzcuintles u otras especies de perros nativas. Su esfuerzo dio frutos, ya que logró localizar algunos en las comunidades costeras de Oaxaca y Guerrero.

Ya con algunos ejemplares, la Facultad de Medicina y Zootecnia de la UNAM decidió intervenir para inaugurar una pensión canina en Coyoacán, lo que inició su reproducción y salvó a la especie de una extinción.

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