/ lunes 15 de mayo de 2023

1911, el año que La Laguna mató a 303 chinos

Una ciudad en silencio

Aislarlos de la población nativa de la ciudad con los llamados Barrios chinos, leyes que prohibían la unión entre chinos y mexicanos, además expulsiones y repudio contra ellos, no fueron suficiente para una sociedad torreonense que, afectada por la xenofobia y el racismo, cometió uno de los hechos más atroces del que se tenga memoria en la región: la masacre de 303 chinos residentes de Torreón, el 15 de mayo de 1911.

Pese a estos hechos, hubo varios orientales que lograron sobrevivir, tal fue el caso de Juan Lee Cuan, un culí proveniente de Cantón, China, quién gracias a un amigo lagunero pudo sobrevivir y crear una familia, en donde nacería Antonio Lee Chairez, uno de los pocos enlaces directos que se tiene en La Laguna para que esta historia no quede en el olvido.

Se tiene entendido que durante el gobierno “porfirista”, los extranjeros y europeos gozaban de ciertos privilegios, dejando a México un profundo rencor en contra de todo lo que no fuera mexicano. Llegando a ser el nacionalismo, el arma ideológica durante la Revolución Mexicana, y el principal detonador de manifestaciones violentas en contra de inmigrantes chinos, siendo ellos el principal centro de ataque debido a que los estadounidenses y franceses contaban con fuertes gobiernos que en cualquier momento podrían defender a sus ciudadanos, mientras que los asiáticos no podían gozar ese privilegio, ya que su gobierno también pasaba por un proceso revolucionario.

A pleno inicio de la Revolución Mexicana, Torreón se centraba en una de las regiones más agrícolas y prósperas en algodón, zona donde también decenas de familias de origen chino se asentaban en la ciudad, huyendo de la hambruna de su pueblo y el desalojo por parte del gobierno americano.

La comunidad china arribó a la ciudad; ellos sabían del trabajo, así que podían presumir de cierto éxito económico, cosa que muchos nativos no gozaban, haciendo que el comerciante nacional viera con temor la posibilidad de ser desplazados y superados por la presencia de comerciantes chinos en territorio nacional, siendo este, otro motivo para que parte de la ciudadanía se levantará en armas en contra del pueblo culí, provocando que la paz y tranquilad se terminará.

Corría mayo de 1911, después de que Torreón tuviera su primera toma de parte de los revolucionario, y el ingreso de estas a la joven ciudad, se dice que aún no había fuego, ya que existe la presunción no confirmada, de que los disparos iniciaron cuando un grupo de chinos pusieron resistencia en contra de los maderistas desde la lavandería oriental ubicada en la avenida Juárez y Ramón Corona, y en el Banco Chino, situado en avenida Juárez y la Valdez Carrillo, iniciando así la pesadilla.

Sin embargo, el señor Lee y varios documentos históricos reiteran que el pueblo chino no estaba armado, se encontraba resguardado en el Banco Chino sin poner resistencia en contra de la tropa enfurecida que dio órdenes de atacarlo, siendo este su principal punto de golpe y brutalidad.

Casi 400 soldados revolucionarios, gran parte de la población y exconvictos, arremetieron en contra los chinos, obligándolos a salir de sus refugios para matarlos, encontrando incluso, cadáveres al interior de comercios muertos a machetazos.

La ciudad de Torreón se convirtió en una mancha de sangre llena de odio racial, donde un año antes en el grito de Independencia, ya se escuchaban las primeras exclamaciones en contra de los pobladores chinos.

Homicidios sin razón alguna, fusilamientos masivos, mutilaciones, cuerpos que permanecieron en las calles de Torreón durante quince días sin que nadie pudiera darles sepultura, fueron unas de las principales atrocidades que se cometieron, siendo un total de más de 303 chinos muertos, entre los que se encontraban niños y mujeres.

No obstante, varios laguneros dieron protección y ayuda a un buen número de orientales, como Juan Lee Cuan, quién logró sobrevivir, sin embargo, hubo otros que no corrieron con la misma suerte, como el ejemplo de Francisco Almaráz, un lagunero, quien, al protestar por la acción en contra de la comunidad china, las tropas maderistas lo fusilaron.

“Fue algo crudo, lleno de barbarie y animadversión en contra del pueblo chino, quienes solo trabajaban para ganarse la comida del día”, comentó Lee Cuan.

Por su puesto, después de ese brutal hecho, se llevaron investigaciones profundas y declaraciones para resolver el caso, tal como lo pidieron los consulados de China y Japón, ya que se creía que también había víctimas niponas, pero esto se negó en uno de los informes. En los documentos se reconoce de parte del gobierno mexicano que había sido una injusticia hacia la comunidad culí, sin embargo, no se ofreció una disculpa pública para las victimas y pobladores chinos.

Existen varias declaraciones de testigos que presenciaron los hechos, sin embargo, cada informe relata cosas y hechos distintos, provocando que no llegara a haber un esclarecimiento del caso de manera total.

Con el pasar del tiempo y ya situados en la actualidad, se tenía pensado realizar una capsula del recuerdo, objeto que se depositaria en “El Hortelano”, una estatua donada a la comunidad china en 2007 que representa a los recolectores chinos de hortalizas ubicado en el Bosque Venustiano Carranza, sin embargo, esto no se llevó a cabo debido a que el monumento fue víctima de múltiples veces de vandalismo, haciendo que se retirara en 2012 y se entregará a la Unión Fraternal China. No obstante, se busca reivindicar el reconocimiento a esta comunidad, pidiendo que “El Hortelano” se recupere y regrese de nuevo a exhibición.

Han pasado 112 años, pero la ciudad y los torreonense sólo recuerdan el atroz hecho como una anécdota; no hay justicia, no hay indemnización y no ha habido paz en los corazones de las familias chinas.

Aislarlos de la población nativa de la ciudad con los llamados Barrios chinos, leyes que prohibían la unión entre chinos y mexicanos, además expulsiones y repudio contra ellos, no fueron suficiente para una sociedad torreonense que, afectada por la xenofobia y el racismo, cometió uno de los hechos más atroces del que se tenga memoria en la región: la masacre de 303 chinos residentes de Torreón, el 15 de mayo de 1911.

Pese a estos hechos, hubo varios orientales que lograron sobrevivir, tal fue el caso de Juan Lee Cuan, un culí proveniente de Cantón, China, quién gracias a un amigo lagunero pudo sobrevivir y crear una familia, en donde nacería Antonio Lee Chairez, uno de los pocos enlaces directos que se tiene en La Laguna para que esta historia no quede en el olvido.

Se tiene entendido que durante el gobierno “porfirista”, los extranjeros y europeos gozaban de ciertos privilegios, dejando a México un profundo rencor en contra de todo lo que no fuera mexicano. Llegando a ser el nacionalismo, el arma ideológica durante la Revolución Mexicana, y el principal detonador de manifestaciones violentas en contra de inmigrantes chinos, siendo ellos el principal centro de ataque debido a que los estadounidenses y franceses contaban con fuertes gobiernos que en cualquier momento podrían defender a sus ciudadanos, mientras que los asiáticos no podían gozar ese privilegio, ya que su gobierno también pasaba por un proceso revolucionario.

A pleno inicio de la Revolución Mexicana, Torreón se centraba en una de las regiones más agrícolas y prósperas en algodón, zona donde también decenas de familias de origen chino se asentaban en la ciudad, huyendo de la hambruna de su pueblo y el desalojo por parte del gobierno americano.

La comunidad china arribó a la ciudad; ellos sabían del trabajo, así que podían presumir de cierto éxito económico, cosa que muchos nativos no gozaban, haciendo que el comerciante nacional viera con temor la posibilidad de ser desplazados y superados por la presencia de comerciantes chinos en territorio nacional, siendo este, otro motivo para que parte de la ciudadanía se levantará en armas en contra del pueblo culí, provocando que la paz y tranquilad se terminará.

Corría mayo de 1911, después de que Torreón tuviera su primera toma de parte de los revolucionario, y el ingreso de estas a la joven ciudad, se dice que aún no había fuego, ya que existe la presunción no confirmada, de que los disparos iniciaron cuando un grupo de chinos pusieron resistencia en contra de los maderistas desde la lavandería oriental ubicada en la avenida Juárez y Ramón Corona, y en el Banco Chino, situado en avenida Juárez y la Valdez Carrillo, iniciando así la pesadilla.

Sin embargo, el señor Lee y varios documentos históricos reiteran que el pueblo chino no estaba armado, se encontraba resguardado en el Banco Chino sin poner resistencia en contra de la tropa enfurecida que dio órdenes de atacarlo, siendo este su principal punto de golpe y brutalidad.

Casi 400 soldados revolucionarios, gran parte de la población y exconvictos, arremetieron en contra los chinos, obligándolos a salir de sus refugios para matarlos, encontrando incluso, cadáveres al interior de comercios muertos a machetazos.

La ciudad de Torreón se convirtió en una mancha de sangre llena de odio racial, donde un año antes en el grito de Independencia, ya se escuchaban las primeras exclamaciones en contra de los pobladores chinos.

Homicidios sin razón alguna, fusilamientos masivos, mutilaciones, cuerpos que permanecieron en las calles de Torreón durante quince días sin que nadie pudiera darles sepultura, fueron unas de las principales atrocidades que se cometieron, siendo un total de más de 303 chinos muertos, entre los que se encontraban niños y mujeres.

No obstante, varios laguneros dieron protección y ayuda a un buen número de orientales, como Juan Lee Cuan, quién logró sobrevivir, sin embargo, hubo otros que no corrieron con la misma suerte, como el ejemplo de Francisco Almaráz, un lagunero, quien, al protestar por la acción en contra de la comunidad china, las tropas maderistas lo fusilaron.

“Fue algo crudo, lleno de barbarie y animadversión en contra del pueblo chino, quienes solo trabajaban para ganarse la comida del día”, comentó Lee Cuan.

Por su puesto, después de ese brutal hecho, se llevaron investigaciones profundas y declaraciones para resolver el caso, tal como lo pidieron los consulados de China y Japón, ya que se creía que también había víctimas niponas, pero esto se negó en uno de los informes. En los documentos se reconoce de parte del gobierno mexicano que había sido una injusticia hacia la comunidad culí, sin embargo, no se ofreció una disculpa pública para las victimas y pobladores chinos.

Existen varias declaraciones de testigos que presenciaron los hechos, sin embargo, cada informe relata cosas y hechos distintos, provocando que no llegara a haber un esclarecimiento del caso de manera total.

Con el pasar del tiempo y ya situados en la actualidad, se tenía pensado realizar una capsula del recuerdo, objeto que se depositaria en “El Hortelano”, una estatua donada a la comunidad china en 2007 que representa a los recolectores chinos de hortalizas ubicado en el Bosque Venustiano Carranza, sin embargo, esto no se llevó a cabo debido a que el monumento fue víctima de múltiples veces de vandalismo, haciendo que se retirara en 2012 y se entregará a la Unión Fraternal China. No obstante, se busca reivindicar el reconocimiento a esta comunidad, pidiendo que “El Hortelano” se recupere y regrese de nuevo a exhibición.

Han pasado 112 años, pero la ciudad y los torreonense sólo recuerdan el atroz hecho como una anécdota; no hay justicia, no hay indemnización y no ha habido paz en los corazones de las familias chinas.

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