Conducir borracho pone en gran peligro la vida propia y la ajena. En México, de acuerdo con datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), al año se registran alrededor de 24 mil muertes relacionadas con accidentes viales ocasionados por una persona ebria al volante.
La Asociación Reacciona por la Vida, integrada por la Asociación Civil de Víctimas de Violencia Vial permite conocer que 80 por ciento (%) de los percances en el país tuvieron involucrada a una persona que había consumido bebidas alcohólicas.
Pero, ¿por qué es un riesgo conducir bajo los efectos del alcohol?
De acuerdo con la OMS, el alcohol es una droga lícita en la totalidad de Occidente que tiene muchos efectos tóxicos, algunos de ellos peligrosos: la intoxicación y la dependencia.
El alcohol, según la Organización Mundial de la Salud, tiene efectos inmediatos depresivos o estimulantes en el cerebro dependiendo de la cantidad que se consume; sin importar cuál de ambas consecuencias se produce, esto menoscaba las facultades al reducir la capacidad para discernir, reaccionar, mantenerse atento, además de la agudeza visual, lo que implica un aumento en el riesgo de sufrir un siniestro.
Por ejemplo, siguiendo a Lang A (1992, cit en: OPS 2010), con una concentración de alcohol en la sangre (CAS) tan baja como entre 0.01 – 0.05 gramos por cada 100 mililitros (g / 100 ml) se pueden sentir ciertos efectos en el organismo: aumento de la frecuencia cardiaca y respiratoria, disminución de funciones cerebrales, comportamiento incoherente, disminución del discernimiento y sensación de exaltación.
Así, poco a poco las secuelas por el consumo de alcohol son cada vez más peligrosas, hasta que de 0.16 a 0.29 g / 100 ml pueden presentarse graves deterioros sensoriales y motores que producen caídas, y más allá de 0.30 g / 100 ml se llegan a manifestar desmayos, pérdida de conciencia e incluso casos de muerte.
¿Cómo es conducir alcoholizado?
La pedagoga Adriana Rojas, en el artículo ‘Manejo mejor borracho’, permite saber que al conducir un automóvil se requieren de numerosas capacidades físicas y mentales: coordinación, reflejos, atención plena, pensamiento claro, sentido de orientación, reflexión, memoria, precisión y fuerza.
La visión, uno de los sentidos indispensables para conducir, abarca 180 grados (°) aproximadamente gracias a la llamada vista periférica; sin embargo, bajo los efectos del alcohol se produce un fenómeno conocido como visión de túnel que acorta hasta 40 ° por lado la capacidad visual.
Asimismo, el alcohol perjudica la percepción del entorno, por lo que la sensación de velocidad no será la misma y tampoco se podrán tomar en cuenta otras condiciones importantes al manejar: estado de las vialidades, distancias o condiciones climáticas, por lo que algo parecería estar más lejos o cerca de lo pensado; también, la lluvia no sería un factor de riesgo que se tomara en cuenta o no se podrían evadir baches.
Es importante señalar que, según la pedagoga, sin importar la sensación de ebriedad en la que se haya una persona, que puede variar de acuerdo a su nivel de tolerancia al alcohol, los efectos siguen presentándose de la misma manera.
Alcoholímetro, una herramienta que permite salvar vidas
El estudio Grand Rapids, realizado en Michigan, Estados Unidos en 1964, fue el primero en permitir conocer cuanto más sea la concentración de alcohol en el organismo, mayor es el riesgo de estar involucrado en un accidente. Este estudio fue perfeccionado hasta que en 2002 se fijaron los límites legales de la prueba de alcoholemia en muchos países del mundo con base en la estimación de riesgo relativo de mortalidad de conductores que han bebido alcohol.
Según los hallazgos de dichos estudios, desde que la concentración aumenta 0.01 g /100 ml hay un ligero incremento en la posibilidad de verse involucrado en un percance, pero esto se dispara a partir de 0.08 g / 100 ml y se duplica al alcanzar un CAS de 0.20 g / 100 ml.
En cada estado de la República Mexicana, de acuerdo a sus Reglamentos de Tránsito y Vialidad, es penalizado (con multa o hasta prisión) conducir ebrio; sin embargo, es complicado precisar en qué concentraciones de alcohol, puesto que eso depende de cada normativa estatal.
A sabiendas de que conducir alcoholizado pone en gran peligro la vida propia y la ajena, lo mejor es optar por alternativas si se conoce que se va a salir a consumir bebidas etílicas: tomar un taxi o utilizar aplicaciones como Uber, Didi o Cabify o, en su caso, tener un conductor designado.