/ lunes 10 de mayo de 2021

El sanguinario secuestrador que sembró el pánico en México, ¿qué ha sido de él?

Sentenciado a 398 años en prisión

Fue agente de la Policía Judicial en el estado de Morelos, pero eso no evitó que se convirtiera en un sanguinario secuestrador, todo con el fin de ganar dinero rápido. Ese es solo un resumen de la historia de Daniel Arizmendi López alias ‘El Mochaorejas’ quien se encuentra en los libros de historia de la República Mexicana por sus varios violentos delitos.

El reportaje ‘Daniel Arizmendi El Mochaorejas soy yo’ de Humbero Padgett permite conocer que Arizmendi nació un 22 de julio de 1958 en Nezahualcóyotl en una familia humilde y abusiva en la que sufrió golpes de su padre Catarino y madre María, que además solo le permitieron estudiar hasta el primer año de secundaria pues tuvo que trabajar en el taller de su papá en el que fabricaban bufandas y abrigos para bebé, lo que le permitía ganar apenas poco más del salario mínimo.

Apenas a los 19 años de edad contrajo matrimonio con María de Lourdes Arias a quien conoció desde que eran niños. A la postre, tuvieron dos hijos: Daniel y Sandra. Ellos vivieron en la casa de Catarino, donde constantemente observaron violencia familiar tanto de parte de su abuelo y propio padre.

Foto: Sin Embargo

Arizmendi no era capaz de conseguir un empleo fijo, pasó por varias fábricas, la Secretaría de Marina, fue chófer particular de transporte público hasta que por medio de algunas recomendaciones, entre ellas la de su hermano Aurelio, consiguió incorporarse a la Policía Judicial de Morelos donde poco a poco fue adentrándose a la vida delictiva, primero combatiéndola y posteriormente ejerciéndola tras solo dos meses por un recorte de personal.

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Según la carpeta de investigación existente, un sujeto apodado ‘El Móvil’ enseñó al mexiquense su modus operandi de robo de autos, lo que llevó a cabo por años, e incluso razón por la cual fue detenido en 1990, hasta que una sobrina suya le contó cómo en Cuernavaca a una joven mujer la secuestraron y los familiares tuvieron que desembolsar un millón de pesos por su rescate.

Esa cantidad de dinero motivo al ‘Mochaorejas’ a dejar de lado los robos con sus compañeros Aurelio, Joaquín Parra Zuiga, Raciel ‘El Rachi’ y los hermanos Paz Villegas, quienes también se adentraron al mundo de los plagios.

El primer secuestro realizado por esos hombres fue el de Martín Gómez Robledo, dueño de una gasolinera, que encerraron en el baño atado de pies y manos, con los ojos vendados, sin comida ni agua, en una casa de seguridad por la Autopista México-Puebla. Por él pidieron el millón de pesos; sin embargo, recibieron una cantidad menor: 350 mil.

De la misma manera siguieron privando de su libertad a más y más personas, pero más temprano que tarde Daniel Arizmendi se percató de que el “negocio” no funcionaría por las cuotas, por lo que para exigir pagos más grandes tenía que empezar a ser cruel con sus víctimas.

Así, en su séptimo secuestro le cortó una oreja a Leobardo Pineda, dueño de varias bodegas en Ixtapaluca y le envió esta parte de su cuerpo a la esposa, quien accedió a pagar una cantidad un tanto más elevada, por lo que mutilar a los secuestrados era “más rentable” que las amenazas verbales vía telefónica.

A pesar de lo anterior, Daniel y su banda delictiva no era tan perversa como para quitarles una pierna, un brazo, un dedo u otra parte del cuerpo a sus víctimas, mas si lo suficiente para arrancarles una oreja, lo que describió en una entrevista “como cortar pan, como cortar pantalones”.

Los implicados empezaron a ser poco a poco más violentos, pues incluso llegaron a cometer asesinatos y a burlarse de las familias, lo que sumado a la cada vez más común mutilación de orejas permitió a las autoridades dar con su paradero un 17 de agosto de 1998.

Fue en las inmediaciones del toreo de Cuatro Caminos en Naucalpan donde el grupo Yaqui, integrado por policías judiciales de varias entidades y del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) de la Secretaría de Gobernación, los detuvo y además aseguró 30 millones de pesos, 600 centenarios y más de 500 mil dólares.

Daniel Armendiz al momento de su captura. / Foto: Cortesía

A ellos se les atribuyeron un total de 200 secuestros en siete estados del centro y sur de México, lo que aunado a los señalamientos de los delitos de delincuencia organizada, posesión de armas de fuego y homicidio los llevó a ser sentenciados a muchos años en prisión, para ‘El Mochaorejas’, un total de 398.

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En entrevista con algunos medios de comunicación, una primera ocasión Daniel Arizmendi aseguró que no se arrepentía de nada y que secuestrar era para él como una droga; sin embargo, en una entrevista grabada por la Secretaría de Seguridad Pública federal con el fin de inhibir la delincuencia se pudo escuchar a ‘El Mochaorejas’ sollozar y asegurar: “No valgo nada, soy una suciedad”.

Por lo menos hasta 2020, el nombrado también ‘Rey de los secuestradores’ permaneció internado en el penal de Puente Grande, pero el 18 de septiembre del año en mención fue publicado en el Diario Oficial de la Nación la desincorporación de este Sistema Penitenciario Federal, por lo que Daniel y otros reclusos de “alto peligro” fueron trasladados a diferentes prisiones y se desconoce cuál fue designada específicamente a él; no obstante, tampoco se ha reportado su deceso.

Fue agente de la Policía Judicial en el estado de Morelos, pero eso no evitó que se convirtiera en un sanguinario secuestrador, todo con el fin de ganar dinero rápido. Ese es solo un resumen de la historia de Daniel Arizmendi López alias ‘El Mochaorejas’ quien se encuentra en los libros de historia de la República Mexicana por sus varios violentos delitos.

El reportaje ‘Daniel Arizmendi El Mochaorejas soy yo’ de Humbero Padgett permite conocer que Arizmendi nació un 22 de julio de 1958 en Nezahualcóyotl en una familia humilde y abusiva en la que sufrió golpes de su padre Catarino y madre María, que además solo le permitieron estudiar hasta el primer año de secundaria pues tuvo que trabajar en el taller de su papá en el que fabricaban bufandas y abrigos para bebé, lo que le permitía ganar apenas poco más del salario mínimo.

Apenas a los 19 años de edad contrajo matrimonio con María de Lourdes Arias a quien conoció desde que eran niños. A la postre, tuvieron dos hijos: Daniel y Sandra. Ellos vivieron en la casa de Catarino, donde constantemente observaron violencia familiar tanto de parte de su abuelo y propio padre.

Foto: Sin Embargo

Arizmendi no era capaz de conseguir un empleo fijo, pasó por varias fábricas, la Secretaría de Marina, fue chófer particular de transporte público hasta que por medio de algunas recomendaciones, entre ellas la de su hermano Aurelio, consiguió incorporarse a la Policía Judicial de Morelos donde poco a poco fue adentrándose a la vida delictiva, primero combatiéndola y posteriormente ejerciéndola tras solo dos meses por un recorte de personal.

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Según la carpeta de investigación existente, un sujeto apodado ‘El Móvil’ enseñó al mexiquense su modus operandi de robo de autos, lo que llevó a cabo por años, e incluso razón por la cual fue detenido en 1990, hasta que una sobrina suya le contó cómo en Cuernavaca a una joven mujer la secuestraron y los familiares tuvieron que desembolsar un millón de pesos por su rescate.

Esa cantidad de dinero motivo al ‘Mochaorejas’ a dejar de lado los robos con sus compañeros Aurelio, Joaquín Parra Zuiga, Raciel ‘El Rachi’ y los hermanos Paz Villegas, quienes también se adentraron al mundo de los plagios.

El primer secuestro realizado por esos hombres fue el de Martín Gómez Robledo, dueño de una gasolinera, que encerraron en el baño atado de pies y manos, con los ojos vendados, sin comida ni agua, en una casa de seguridad por la Autopista México-Puebla. Por él pidieron el millón de pesos; sin embargo, recibieron una cantidad menor: 350 mil.

De la misma manera siguieron privando de su libertad a más y más personas, pero más temprano que tarde Daniel Arizmendi se percató de que el “negocio” no funcionaría por las cuotas, por lo que para exigir pagos más grandes tenía que empezar a ser cruel con sus víctimas.

Así, en su séptimo secuestro le cortó una oreja a Leobardo Pineda, dueño de varias bodegas en Ixtapaluca y le envió esta parte de su cuerpo a la esposa, quien accedió a pagar una cantidad un tanto más elevada, por lo que mutilar a los secuestrados era “más rentable” que las amenazas verbales vía telefónica.

A pesar de lo anterior, Daniel y su banda delictiva no era tan perversa como para quitarles una pierna, un brazo, un dedo u otra parte del cuerpo a sus víctimas, mas si lo suficiente para arrancarles una oreja, lo que describió en una entrevista “como cortar pan, como cortar pantalones”.

Los implicados empezaron a ser poco a poco más violentos, pues incluso llegaron a cometer asesinatos y a burlarse de las familias, lo que sumado a la cada vez más común mutilación de orejas permitió a las autoridades dar con su paradero un 17 de agosto de 1998.

Fue en las inmediaciones del toreo de Cuatro Caminos en Naucalpan donde el grupo Yaqui, integrado por policías judiciales de varias entidades y del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) de la Secretaría de Gobernación, los detuvo y además aseguró 30 millones de pesos, 600 centenarios y más de 500 mil dólares.

Daniel Armendiz al momento de su captura. / Foto: Cortesía

A ellos se les atribuyeron un total de 200 secuestros en siete estados del centro y sur de México, lo que aunado a los señalamientos de los delitos de delincuencia organizada, posesión de armas de fuego y homicidio los llevó a ser sentenciados a muchos años en prisión, para ‘El Mochaorejas’, un total de 398.

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En entrevista con algunos medios de comunicación, una primera ocasión Daniel Arizmendi aseguró que no se arrepentía de nada y que secuestrar era para él como una droga; sin embargo, en una entrevista grabada por la Secretaría de Seguridad Pública federal con el fin de inhibir la delincuencia se pudo escuchar a ‘El Mochaorejas’ sollozar y asegurar: “No valgo nada, soy una suciedad”.

Por lo menos hasta 2020, el nombrado también ‘Rey de los secuestradores’ permaneció internado en el penal de Puente Grande, pero el 18 de septiembre del año en mención fue publicado en el Diario Oficial de la Nación la desincorporación de este Sistema Penitenciario Federal, por lo que Daniel y otros reclusos de “alto peligro” fueron trasladados a diferentes prisiones y se desconoce cuál fue designada específicamente a él; no obstante, tampoco se ha reportado su deceso.

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