/ domingo 14 de marzo de 2021

Kikapúes, huyeron de la guerra y se refugiaron en Coahuila

Todo lo que debes saber sobre los kikapúes

A partir de 1852, en el estado de Coahuila, habitan los kikapúes, indígenas originarios del estado de Wisconsin, Estados Unidos, quienes huyeron de guerras que afligían su territorio consecuencia de las expediciones europeas con el fin de colonizar.

Desde hace más de un siglo, los indios kikapúes se asentaron en El Nacimiento, ubicado en el valle de Santa Rosa a un costado de la cuenca hidrográfica del río Sabinas. Ahí, a unas tres horas de Saltillo, luchan por preservar sus tradiciones, creencias y costumbres.

Fue durante el periodo presidencial de Guadalupe Victoria que los kikapúes solicitaron un espacio para habitar, concediéndoseles tierras en Texas, las cuales se perdieron con la guerra de 1847 y motivó a los indígenas a solicitar una vez más asilo al entonces mandatario federal José Herrera, quien les donó los terrenos de El Nacimiento.

Las condiciones de la región: clima y escasos recursos naturales han determinado la forma en la que viven, pues pasaron de ser un grupo cazador y recolector a verse obligados a desarrollar actividades agrícolas.

Sin embargo, su base económica es el trabajo migratorio en Estados Unidos, pues en 1952 se les concedieron tarjetas que les permitían laborar en las cosechas de legumbres, lo cual solo lo llevan a cabo hombres adultos hasta siete meses al año.

Esa actividad se ve complementada por el trueque de pieles por alimentos, el comercio de trigo avena, maíz, frijol y calabazas cuando se los permite las lluvias, así como la venta de artesanías.

El campamento kikapú está elaborado de casas de carrizo de techo elíptico que llaman casas india, así como jacales similares a las viviendas de la región, que denominan casa mexicana.

Cada una de esas viviendas se construye con material virgen y no sin antes llevarse a cabo una ceremonia especial; además, si la casa no recibe el cuidado adecuado por sus moradores pasa a ser parte de otra familia.

En las casas, los padres duermen al lado izquierdo de la puerta, los niños y otros miembros de la familia del lado derecho; sin embargo, si se trata de los más chicos de la familia, estos duermen a los pies de los padres.

Asimismo, nadie puede comer del lado oeste de la casa porque ese lugar le corresponde a los espíritus; tampoco pueden cepillarse el cabello, cortarse las uñas o rasurarse al interior de la vivienda.

En cuanto a su vestimenta, la tradicional se reserva a los ancianos; los jóvenes visten, por lo general, ropa occidental. El sobrepeso y el cabello largo se asocian con la belleza femenina.

Los padres enseñan a sus hijos los secretos de la cacería, artesanía, agricultura, las ceremonias y el mantenimiento de carreteras y pozos; en tanto, la madre se encarga de proporcionar abrigo, cocina, lava, cose, prepara pieles, hace tehuas y enseña a sus hijas las obligaciones que tienen como mujer.

En tanto, la práctica medicinal de los kikapúes está basada en plantas, oraciones y algunos productos animales y humanos.

Ellos no utilizan apellidos, un padre pasa a su hijo su afiliación al clan. Es decir, cada persona tiene un nombre que corresponde a su clan y el epónimo de su tótem: Berry silvestre, Man parado, Búfalo corredor, etcétera.

Ellos consideran que todo en este mundo tiene espíritu, vida y poder; por ello, como cabeza de este orden está Kitzihiat, ‘El Gran Espíritu’, quien creó todo menos el mundo que estuvo en manos de Wisaka.

Con información de México Desconocido.

A partir de 1852, en el estado de Coahuila, habitan los kikapúes, indígenas originarios del estado de Wisconsin, Estados Unidos, quienes huyeron de guerras que afligían su territorio consecuencia de las expediciones europeas con el fin de colonizar.

Desde hace más de un siglo, los indios kikapúes se asentaron en El Nacimiento, ubicado en el valle de Santa Rosa a un costado de la cuenca hidrográfica del río Sabinas. Ahí, a unas tres horas de Saltillo, luchan por preservar sus tradiciones, creencias y costumbres.

Fue durante el periodo presidencial de Guadalupe Victoria que los kikapúes solicitaron un espacio para habitar, concediéndoseles tierras en Texas, las cuales se perdieron con la guerra de 1847 y motivó a los indígenas a solicitar una vez más asilo al entonces mandatario federal José Herrera, quien les donó los terrenos de El Nacimiento.

Las condiciones de la región: clima y escasos recursos naturales han determinado la forma en la que viven, pues pasaron de ser un grupo cazador y recolector a verse obligados a desarrollar actividades agrícolas.

Sin embargo, su base económica es el trabajo migratorio en Estados Unidos, pues en 1952 se les concedieron tarjetas que les permitían laborar en las cosechas de legumbres, lo cual solo lo llevan a cabo hombres adultos hasta siete meses al año.

Esa actividad se ve complementada por el trueque de pieles por alimentos, el comercio de trigo avena, maíz, frijol y calabazas cuando se los permite las lluvias, así como la venta de artesanías.

El campamento kikapú está elaborado de casas de carrizo de techo elíptico que llaman casas india, así como jacales similares a las viviendas de la región, que denominan casa mexicana.

Cada una de esas viviendas se construye con material virgen y no sin antes llevarse a cabo una ceremonia especial; además, si la casa no recibe el cuidado adecuado por sus moradores pasa a ser parte de otra familia.

En las casas, los padres duermen al lado izquierdo de la puerta, los niños y otros miembros de la familia del lado derecho; sin embargo, si se trata de los más chicos de la familia, estos duermen a los pies de los padres.

Asimismo, nadie puede comer del lado oeste de la casa porque ese lugar le corresponde a los espíritus; tampoco pueden cepillarse el cabello, cortarse las uñas o rasurarse al interior de la vivienda.

En cuanto a su vestimenta, la tradicional se reserva a los ancianos; los jóvenes visten, por lo general, ropa occidental. El sobrepeso y el cabello largo se asocian con la belleza femenina.

Los padres enseñan a sus hijos los secretos de la cacería, artesanía, agricultura, las ceremonias y el mantenimiento de carreteras y pozos; en tanto, la madre se encarga de proporcionar abrigo, cocina, lava, cose, prepara pieles, hace tehuas y enseña a sus hijas las obligaciones que tienen como mujer.

En tanto, la práctica medicinal de los kikapúes está basada en plantas, oraciones y algunos productos animales y humanos.

Ellos no utilizan apellidos, un padre pasa a su hijo su afiliación al clan. Es decir, cada persona tiene un nombre que corresponde a su clan y el epónimo de su tótem: Berry silvestre, Man parado, Búfalo corredor, etcétera.

Ellos consideran que todo en este mundo tiene espíritu, vida y poder; por ello, como cabeza de este orden está Kitzihiat, ‘El Gran Espíritu’, quien creó todo menos el mundo que estuvo en manos de Wisaka.

Con información de México Desconocido.

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