Torreón, Coahuila.- Marco Antonio ‘Veneno’ Rubio y el boxeo son uno solo. El expugilista y excampeón mundial originario de Matamoros, Coahuila, nació para el deporte de los puños y asegura que hasta el último instante de su vida seguirá impulsando a las nuevas generaciones para que puedan cumplir el sueño de consolidarse en el ámbito profesional y no se desvíen de sus objetivos.
Radicado en Acuña, Coahuila, el “Veneno” de 41 años de edad, no solo dejó un legado en el ring, donde enfrentó a figuras como Julio César Chávez, Anthony Dirrell o hasta el mismo Gennady Golovkin, sino que también decidió transmitir su experiencia y conocimiento a todos los niños, niñas y jóvenes interesados en el boxeo.
Por lo anterior, decidió instalar el Gimnasio Veneno Rubio en el cual ha recibido desde 40 hasta 80 alumnos que llegan de distintos lugares del estado, incluidos Torreón, Matamoros y Piedras Negras. Pero no está solo, pues Jorge Rubio y Marcos Gabriel Hernández son su mano derecha, ya que cuando se trata de guiar a sus aprendices, ambos entrenadores apoyan en las distintas actividades.
Sin embargo, no todo fue “color de rosa” en la vida del lagunero pues con la fama, y tras consolidarse como uno de los mejores boxeadores, llegaron también los vicios y las malas amistades. Es por esto que Marco Antonio decidió crear programas sociales con apoyo del Gobierno Estatal, convirtiéndose en el Coordinador regional del Instituto Estatal del Deporte en Coahuila (INEDEC), con el objetivo de orientar a la juventud para no perderse en las adicciones.
Acuña, Piedras Negras, Jiménez, Villa Unión, Allende, Hidalgo, Nava, Morelos, Guerrero y Zaragoza, son las ciudades donde Marco Antonio coordina el deporte para los jóvenes quienes reciben pláticas de psicólogos, nutriólogos y de los mismos entrenadores, además de practicar diferentes ejercicios para aprovechar su energía. Asimismo, “Veneno” asiste a una casa hogar ubicada en la Ciudad de Dios, donde se alojan 20 niños, manteniendo firme la idea de ayudar a quienes más lo necesitan.
Por ahora Marco Antonio busca ser un ejemplo de vida para las nuevas generaciones. Si bien es cierto que nació en Matamoros, al conocer a quien hoy es su esposa, Gaby, se mudó con ella a Acuña en búsqueda de un “ambiente más tranquilo”. Ahí, nacieron sus dos hijas Gariela y Camila, y una de ellas al crecer lo apoyo con su carrera profesional cuando aún seguía activo en el boxeo, para luego continuar con sus distintas actividades en búsqueda de una sana competencia.
