Durante la época del Porfiriato ya se había comenzado con la idea de usar aviones con fines de combate, incluso mandó a dos jóvenes a Francia para que aprendieron a manejar y operar globos y dirigibles. No obstante, este entusiasmo se vio interrumpido por el estallido de la Revolución Mexicana.
El conflicto de principios del siglo XX no evito que pronto se retomaran los esfuerzos, incluso, luego de que Porfirio Díaz se exiliara, los revolucionarios utilizaron aeronaves para el contrabando de armamento y correspondencia.
Cuando Francisco I. Madero llegó a la presidencia, se convirtió en primer jefe de estado en volar una aeronave, al acompañar al piloto George M. Dyot en un vuelo.
Primer batalla aeronaval en la historia
Poco después del ascenso de Victoriano Huerta a la presidencia, numerosos grupos armados se levantaron en su contra, entre los que se encontraba Venustiano Carranza.
El general Carranza no ignoraba la importancia de las nuevas tecnologías aéreas, pese a que el ejército no contaba con ningún avión. Esto no impidió que dos sobrinos del general fueran a estudiar aviación. Al poco tiempo se ordenó la compra de un biplano tipo Martín que fue nombrado Sonora. Con la llegada de esta nave se fundó la Flotilla Aérea del Cuerpo del Noroeste.
El 15 de abril de 1914 tuvo lugar un hecho que marcaría la historia bélica del mundo: el primer combate aeronaval de la historia La Batalla de Topolobampo.
En esta batalla, Gustavo Salinas, sobrino de Carranza fue el piloto del Sonora, con el que atacó el buque Guerrero del ejército de Huerta. Consecuencia de este ataque, el buque tuvo que retroceder.
La batalla terminó con una victoria para la fuerzas de Carranza. Lo que ocasionó que estas ocuparan el puerto y el buque Tampico, mismo que fue utilizado en contra de sus enemigos. Finalmente, gracias a esta y otras victorias el ejército de Carranza logró derrocar a Huerta para que Don Venustiano se convirtiera en el nuevo presidente.
Tiempo más tarde, y luego de muchos ataques aéreos, el biplano Sonora quedó completamente destruido producto de un accidente.