/ martes 14 de noviembre de 2017

El bailarín Isaac Hernández es ejemplo de constancia y disciplina

Hernández comenzó a dar sus primeros pasos de baile con nueve años en el patio de su casa

ROMA, Italia.- El mexicano Isaac Hernández, bailarín principal del English National Ballet, considera que en su profesión hay cada vez “más jóvenes con talento que se pierden muy fácil por la falta de trabajo y disciplina”.

Esta semana estrena en la Ópera de Roma una nueva producción de Don Quijote y, subraya en una entrevista, que “el trabajo es lo más importante en la carrera de un bailarín”.

Y precisa que su caso es “un 80 % de trabajo, un 10 % de talento, y otro 10 % el apoyo de familia y maestros”, pues “sin ellos, tal vez lo hubiera dejado en algún momento”, agregó.

Con 27 años y nacido en Guadalajara, Jalisco, asumirá en esta obra (inspirada en la que coreografió y protagonizó el ruso Mikhaíl Baryshnikov para el American Ballet Theatre en 1984), el papel de Basilio, un personaje que lleva “muy dentro y cerca” de su persona, afirmó.

Tanto él como Basilio son “jóvenes que están descubriendo todavía la vida, y hasta cierto punto la ven sin cuidado, pero sabiendo muy bien, a fin de cuentas, dónde y con quién quieren estar”, añadió.

Hernández, que pisa por primera un escenario en Italia, espera que su público sea “cálido y especial”, y que “esté abierto a una manera diferente de interpretar y bailar que es lo que caracteriza a  este personaje”.

Bajo la dirección del británico David Garforth y con una coreografía del francés Laurent Hilaire fiel a la dispuesta por Baryshnikov, la producción presentará de la mano del caricaturista ruso Vladímir Radunsky una nueva escenografía y vestuario.

Una aire “refrescante” a juicio de Hernández que trata, en definitiva, de que “lo que se trasmita sea la esencia del ballet”, opinó.

El primer mexicano en bailar con el teatro Mariinsky de San Petersburgo (Rusia) y en la Ópera de París aseguró que “casi casi” ha conseguido todo como bailarín, aunque confesó que aún le queda presentarse en el Teatro Colón en Buenos Aires y en La Scala de Milán, así como interpretar a “emblemáticos” personajes como Manon.

Hasta entonces, “no podré decidir cuándo es el final de mi carrera”.

Una retirada que “con la arrogancia de los 20 años empecé a decir que sería a los 30, y ahora que tengo 27 estoy pensando que apenas estoy llegando a mi mejor momento artístico y físico”, asumió.

Considerado una de las nuevas estrellas el ballet actual, nunca vio el triunfo como “algo necesario para ser feliz”, si bien, reconoce que “ahora que tengo la posibilidad de bailar en estos escenarios, con los mejores bailarines del mundo, y poder viajar y estar tranquilo con lo que he logrado, siento  una satisfacción muy bonita”.

Según manifestó, su vida se ha dado de “una manera extraordinaria”, en la que ha visto que “se puede salir del patio de tu casa a los escenarios”.

“Me siento agradecido por lo que el ballet me ha dado como persona, y lo que ha hecho por transformar mis posibilidades”, abundó el recientemente nombrado embajador de las Artes y el Turismo de México.

Hernández comenzó a dar sus primeros pasos de baile con nueve años en el patio de su casa, y a los 12 ya era una figura reconocida en el mundo de la danza en su país.

Allí cuenta con dos escuelas en las que estudian ballet 300 alumnos, y que aunará en un conservatorio que próximamente planea abrir en su ciudad natal, según adelantó. “Lo primordial para mí era que los niños supieran que se podía tener una vida digna a través del arte”, afirmó el bailarín, que lamentó que en México exista en la sociedad el dicho común de que “vas a morir de hambre” si te dedicas profesionalmente al arte.

“Yo quería cambiar eso, porque había vivido todo lo opuesto, el ballet había sido esa fuente para salir literal de la pobreza y desarrollar una vida extraordinaria”, contó sobre su labor cultural. Y valoró que, “hoy en día, en México van 10.mil personas a ver una función de ballet”.

ROMA, Italia.- El mexicano Isaac Hernández, bailarín principal del English National Ballet, considera que en su profesión hay cada vez “más jóvenes con talento que se pierden muy fácil por la falta de trabajo y disciplina”.

Esta semana estrena en la Ópera de Roma una nueva producción de Don Quijote y, subraya en una entrevista, que “el trabajo es lo más importante en la carrera de un bailarín”.

Y precisa que su caso es “un 80 % de trabajo, un 10 % de talento, y otro 10 % el apoyo de familia y maestros”, pues “sin ellos, tal vez lo hubiera dejado en algún momento”, agregó.

Con 27 años y nacido en Guadalajara, Jalisco, asumirá en esta obra (inspirada en la que coreografió y protagonizó el ruso Mikhaíl Baryshnikov para el American Ballet Theatre en 1984), el papel de Basilio, un personaje que lleva “muy dentro y cerca” de su persona, afirmó.

Tanto él como Basilio son “jóvenes que están descubriendo todavía la vida, y hasta cierto punto la ven sin cuidado, pero sabiendo muy bien, a fin de cuentas, dónde y con quién quieren estar”, añadió.

Hernández, que pisa por primera un escenario en Italia, espera que su público sea “cálido y especial”, y que “esté abierto a una manera diferente de interpretar y bailar que es lo que caracteriza a  este personaje”.

Bajo la dirección del británico David Garforth y con una coreografía del francés Laurent Hilaire fiel a la dispuesta por Baryshnikov, la producción presentará de la mano del caricaturista ruso Vladímir Radunsky una nueva escenografía y vestuario.

Una aire “refrescante” a juicio de Hernández que trata, en definitiva, de que “lo que se trasmita sea la esencia del ballet”, opinó.

El primer mexicano en bailar con el teatro Mariinsky de San Petersburgo (Rusia) y en la Ópera de París aseguró que “casi casi” ha conseguido todo como bailarín, aunque confesó que aún le queda presentarse en el Teatro Colón en Buenos Aires y en La Scala de Milán, así como interpretar a “emblemáticos” personajes como Manon.

Hasta entonces, “no podré decidir cuándo es el final de mi carrera”.

Una retirada que “con la arrogancia de los 20 años empecé a decir que sería a los 30, y ahora que tengo 27 estoy pensando que apenas estoy llegando a mi mejor momento artístico y físico”, asumió.

Considerado una de las nuevas estrellas el ballet actual, nunca vio el triunfo como “algo necesario para ser feliz”, si bien, reconoce que “ahora que tengo la posibilidad de bailar en estos escenarios, con los mejores bailarines del mundo, y poder viajar y estar tranquilo con lo que he logrado, siento  una satisfacción muy bonita”.

Según manifestó, su vida se ha dado de “una manera extraordinaria”, en la que ha visto que “se puede salir del patio de tu casa a los escenarios”.

“Me siento agradecido por lo que el ballet me ha dado como persona, y lo que ha hecho por transformar mis posibilidades”, abundó el recientemente nombrado embajador de las Artes y el Turismo de México.

Hernández comenzó a dar sus primeros pasos de baile con nueve años en el patio de su casa, y a los 12 ya era una figura reconocida en el mundo de la danza en su país.

Allí cuenta con dos escuelas en las que estudian ballet 300 alumnos, y que aunará en un conservatorio que próximamente planea abrir en su ciudad natal, según adelantó. “Lo primordial para mí era que los niños supieran que se podía tener una vida digna a través del arte”, afirmó el bailarín, que lamentó que en México exista en la sociedad el dicho común de que “vas a morir de hambre” si te dedicas profesionalmente al arte.

“Yo quería cambiar eso, porque había vivido todo lo opuesto, el ballet había sido esa fuente para salir literal de la pobreza y desarrollar una vida extraordinaria”, contó sobre su labor cultural. Y valoró que, “hoy en día, en México van 10.mil personas a ver una función de ballet”.

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