/ jueves 2 de diciembre de 2021

Tradiciones decembrinas que son insustituibles por ser muy nuestras

“La costumbre es una

Segunda naturaleza”

San Agustín


Nuestras costumbres ancestrales son insustituibles a pesar de todo aquello que nos intenten imponer, ya sea en torno a las fiestas decembrinas y en noviembre al recordar a nuestros antepasados el Día de los Muertos.

De las celebraciones de inicios del pasado mes no lo trataremos por ahora, pues ya pasaron: sin embargo, tenemos en puerta las auténticas Posadas y los preparativos para la Noche Buena y la Navidad, así como la despedida del año que se va y la llegada del año nuevo.

Lo cierto es que nuestras tradiciones se han desvirtuado de alguna manera u otra en relación con lo que era antes, pues hoy las “posadas” se han convertido en otra cosa muy diferente, en tanto que la Noche Buena y Navidad lo que ahora se circunscribe al consumo de artículos materiales, despojando a dichas celebraciones de la esencia original de uno y otro acontecimiento.

De acuerdo con artículo publicado por la revista National Geographic de México, las posadas son festividades religiosas que se remontan a la época de la colonia en nuestro país, representando el final del peregrinar de la virgen María y su esposo José, al llegar de noche al poblado de Belén hace poco más de 2000 años.

Los misioneros agustinos de San Agustín de Acolman, obtuvieron del Papa Sixto V, en 1587, un permiso mediante el cual les autorizaba celebrar en la Nueva España (hoy México), la celebración de misas llamadas “de aguinaldos” del 16 al 24 de diciembre de dicho año.

En dicha eucaristía se intercalaban escenas del nacimiento del Niño Dios, y para hacerlas más atractivas y alegres se lanzaban cohetes y luces de bengala; se cantaban alabanzas y al final se quebraba una piñata. A los asistentes se les daban pequeños regalos, conocidos como aguinaldos.

Sin embargo, antes de la llegada de los conquistadores españoles los aztecas celebraban durante el mes de panquetzalizitli (lo que hoy para nosotros es diciembre), la llegada de Huitzilopochtli, dios de la guerra y en estas fiestas (que se iniciaban del 6 al 20 de ese mes), coronando a su deidad y colocando banderas en los árboles frutales, así como estandartes en el templo principal. Por todo lo anterior se le denominaba “levantamiento de banderas” a esa tradición.

Pero, volviendo a las tradiciones religiosas, organizadas después de la llegada de los españoles, el pueblo se congregaba en el patio de los templos en espera de la llegada del solsticio de invierno, culminando los días 24 y 25 de diciembre con festejos en las casas, en los que se ofrecían comida a los invitados y se les entregaba una figura de pasta de maíz, llamada tzoatl, que seguramente representaba al Niño Dios cristiano.

Ahora bien, desde finales del siglo XVIII las Posadas forman parte de la cultura popular, organizadas por la mayoría de las familias de México, agregándole otros elementos que todavía hoy se estila en algunos pueblos y ciudades, tales como el encendido de velas, luces de bengala y las piñatas, en el interior de las casas o en la calle de los barrios, sin faltar los cánticos de “pedir posada y los villancicos, así como el rezo del Santo Rosario.

En los ejidos y aún en colonias citadinas, no faltan los compositores de las Pastorelas, consistente en la escenificación de peregrinos y pastores que visitan al recién nacido, incluyendo al célebre “chamuco” o Lucifer, que intenta distraer e quienes irán hasta Belén.

Los diálogos pueden ser diferentes en cada caso, pero sin desvirtuar la esencia de los pasajes, tal como lo hiciera don Salvador Ríos Escoto (+), inspector de Industria y Comercio de años ha en Torreón; yí como lo hiciera el líder campesino, don Arturo Orona Gámez (+), con cantos cardenches, propios de la región de Jimulco.

Tanto niños y adultos cantan villancicos durante las Posadas, entre ellas la conocida como “Vamos pastores vamos”, “El niño del tambor”, “Campana sobre campana”, “La Virgen se está peinando”, etc.

Reunidos los invitados a la celebración, dos grupos cantan a la puerta de la casa, uno dentro y otro fuera, solicitando los integrantes de éste último se les permita entrar y los de adentro argumentando que es tarde o temiendo que sean ladrones, para finalmente darles pase al interior cantando:

“Entren santos Peeeregrinos, Peeeregrinos, reciban este rincón, que aunque es pobre laaa morada, laaa morada, os la doy de corazón”. Tanto los Peregrinos, como los que están dentro, portan velitas y una hoja con las letanías. Una vez dentro comienza la convivencia para finalizar con la piñata.

Lamentablemente, como antes se dijo, las modernas “posadas” ya no son lo que anteriormente se describe, sino una mera fiesta pagana en la que impera la música y las bebidas alcohólicas, única y exclusivamente.

El 24 de diciembre es la Noche Buena, en la que se preparar una rica cena (desde luego para quienes tienen esa posibilidad) compartida por los familiares e invitados, con el tradicional Nacimiento y el árbol navideño y en derredor los regalos que se abrirán a la media noche, justo al celebrarse la Navidad o nacimiento del Niño Jesús.

De todo lo anterior, estimado lector de este artículo: ¿Usted que piensa u opina? Porque todo mundo tiene para sí mismo su mejor punto de vista y de seguro usted lo compartirá con los suyos.


¡Hasta la próxima!

“La costumbre es una

Segunda naturaleza”

San Agustín


Nuestras costumbres ancestrales son insustituibles a pesar de todo aquello que nos intenten imponer, ya sea en torno a las fiestas decembrinas y en noviembre al recordar a nuestros antepasados el Día de los Muertos.

De las celebraciones de inicios del pasado mes no lo trataremos por ahora, pues ya pasaron: sin embargo, tenemos en puerta las auténticas Posadas y los preparativos para la Noche Buena y la Navidad, así como la despedida del año que se va y la llegada del año nuevo.

Lo cierto es que nuestras tradiciones se han desvirtuado de alguna manera u otra en relación con lo que era antes, pues hoy las “posadas” se han convertido en otra cosa muy diferente, en tanto que la Noche Buena y Navidad lo que ahora se circunscribe al consumo de artículos materiales, despojando a dichas celebraciones de la esencia original de uno y otro acontecimiento.

De acuerdo con artículo publicado por la revista National Geographic de México, las posadas son festividades religiosas que se remontan a la época de la colonia en nuestro país, representando el final del peregrinar de la virgen María y su esposo José, al llegar de noche al poblado de Belén hace poco más de 2000 años.

Los misioneros agustinos de San Agustín de Acolman, obtuvieron del Papa Sixto V, en 1587, un permiso mediante el cual les autorizaba celebrar en la Nueva España (hoy México), la celebración de misas llamadas “de aguinaldos” del 16 al 24 de diciembre de dicho año.

En dicha eucaristía se intercalaban escenas del nacimiento del Niño Dios, y para hacerlas más atractivas y alegres se lanzaban cohetes y luces de bengala; se cantaban alabanzas y al final se quebraba una piñata. A los asistentes se les daban pequeños regalos, conocidos como aguinaldos.

Sin embargo, antes de la llegada de los conquistadores españoles los aztecas celebraban durante el mes de panquetzalizitli (lo que hoy para nosotros es diciembre), la llegada de Huitzilopochtli, dios de la guerra y en estas fiestas (que se iniciaban del 6 al 20 de ese mes), coronando a su deidad y colocando banderas en los árboles frutales, así como estandartes en el templo principal. Por todo lo anterior se le denominaba “levantamiento de banderas” a esa tradición.

Pero, volviendo a las tradiciones religiosas, organizadas después de la llegada de los españoles, el pueblo se congregaba en el patio de los templos en espera de la llegada del solsticio de invierno, culminando los días 24 y 25 de diciembre con festejos en las casas, en los que se ofrecían comida a los invitados y se les entregaba una figura de pasta de maíz, llamada tzoatl, que seguramente representaba al Niño Dios cristiano.

Ahora bien, desde finales del siglo XVIII las Posadas forman parte de la cultura popular, organizadas por la mayoría de las familias de México, agregándole otros elementos que todavía hoy se estila en algunos pueblos y ciudades, tales como el encendido de velas, luces de bengala y las piñatas, en el interior de las casas o en la calle de los barrios, sin faltar los cánticos de “pedir posada y los villancicos, así como el rezo del Santo Rosario.

En los ejidos y aún en colonias citadinas, no faltan los compositores de las Pastorelas, consistente en la escenificación de peregrinos y pastores que visitan al recién nacido, incluyendo al célebre “chamuco” o Lucifer, que intenta distraer e quienes irán hasta Belén.

Los diálogos pueden ser diferentes en cada caso, pero sin desvirtuar la esencia de los pasajes, tal como lo hiciera don Salvador Ríos Escoto (+), inspector de Industria y Comercio de años ha en Torreón; yí como lo hiciera el líder campesino, don Arturo Orona Gámez (+), con cantos cardenches, propios de la región de Jimulco.

Tanto niños y adultos cantan villancicos durante las Posadas, entre ellas la conocida como “Vamos pastores vamos”, “El niño del tambor”, “Campana sobre campana”, “La Virgen se está peinando”, etc.

Reunidos los invitados a la celebración, dos grupos cantan a la puerta de la casa, uno dentro y otro fuera, solicitando los integrantes de éste último se les permita entrar y los de adentro argumentando que es tarde o temiendo que sean ladrones, para finalmente darles pase al interior cantando:

“Entren santos Peeeregrinos, Peeeregrinos, reciban este rincón, que aunque es pobre laaa morada, laaa morada, os la doy de corazón”. Tanto los Peregrinos, como los que están dentro, portan velitas y una hoja con las letanías. Una vez dentro comienza la convivencia para finalizar con la piñata.

Lamentablemente, como antes se dijo, las modernas “posadas” ya no son lo que anteriormente se describe, sino una mera fiesta pagana en la que impera la música y las bebidas alcohólicas, única y exclusivamente.

El 24 de diciembre es la Noche Buena, en la que se preparar una rica cena (desde luego para quienes tienen esa posibilidad) compartida por los familiares e invitados, con el tradicional Nacimiento y el árbol navideño y en derredor los regalos que se abrirán a la media noche, justo al celebrarse la Navidad o nacimiento del Niño Jesús.

De todo lo anterior, estimado lector de este artículo: ¿Usted que piensa u opina? Porque todo mundo tiene para sí mismo su mejor punto de vista y de seguro usted lo compartirá con los suyos.


¡Hasta la próxima!