/ domingo 9 de febrero de 2020

Santa Cena en Estados Unidos

Hay eventos que se han establecido para unir a los pueblos en espacios donde reinan la fe, el amor y la paz. Uno de ellos es la Santa Cena que la Iglesia La Luz del Mundo celebra en memoria de Cristo en diferentes lugares del mundo, no sólo en la ciudad de Guadalajara del 7 al 15 de agosto de cada año.

Una Santa Cena tiene el poder de reunir en un mismo espacio a miles de hombres y mujeres de diferente edad, color e idioma, pero con una misma fe: la que Cristo ha sembrado en el corazón de todos y cada uno de ellos.

Este memorial sagrado, que en breve se efectuará en Estados Unidos, se ha efectuado de esta manera en prácticamente todos los países donde la Iglesia tiene presencia. Y ha sido así porque Cristo la instituyó mediante un mandamiento que debe ser cumplido por todos los que han sido llamados a formar parte de su Iglesia.

En el establecimiento de la primera Santa Cena que se efectuó en el aposento alto de Jerusalén en el siglo I, donde estuvieron únicamente Cristo y sus apóstoles, el Hijo de Dios ordenó; “Haced esto en memoria de mí” (Lucas 22:19). De acuerdo con Mateo 26:27, aquella noche memorable Jesucristo mandó también: “bebed de ella todos”; esto en referencia a la copa de bendición que se bendice e imparte en el desarrollo del solemne acto.

Bebieron de ella todos los miembros de la Iglesia de Cristo en la era de la instauración, y han bebido de ella todos los integrantes del Cuerpo de Cristo en la presente dispensación de gracia, conocida por los fieles de la Iglesia como el tiempo de la restauración, que empezó con el llamamiento del maestro Aarón Joaquín González al apostolado, el 6 de abril de 1926.

En la Santa Cena se participa no sólo de la copa de bendición, sino también del pan de bendición, pues ambas especies tienen en la Santa Cena una representación que no puede faltar: representan el cuerpo y la sangre de Cristo, siempre y cuando el pan y el vino hayan sido bendecidos por quien Dios faculta en su voluntad.

La importancia de la autoridad que Cristo otorgó a los apóstoles es elemental para la bendición de los elementos que se imparten a los fieles en el desarrollo de la Cena del Señor. Sin ella el pan y el vino no pueden ser bendecidos genuinamente y, en consecuencia, no pueden representar durante la ceremonia el cuerpo y la sangre de Cristo, ni pueden proporcionar comunión a los fieles.

Otro aspecto importante que quiero destacar sobre este memorial sagrado es la no discriminación que se observa en el mandamiento “bebed de ella todos”. De acuerdo con esta ordenanza, todos los redimidos por la sangre de Cristo deben tener acceso a la Mesa del Señor, sin distinción de raza, color, lengua o género. Nadie debe ser excluido por los motivos antes mencionados, ni por su cultura, posición económica u origen nacional o social.

Desde mi juventud he presenciado la celebración de varias santas cenas, y en todas ellas he visto que la discriminación ha estado ausente. En muchas ocasiones acompañé a grupos de fieles originarios de la sierra norte de Puebla y del Istmo de Tehuantepec, y ninguno de ellos se quejó jamás de recibir un trato desigual por su dialecto u origen humilde.

Lo que sí llegue a presenciar cada vez que estos grupos se reunían en Guadalajara fue la participación activa de ellos durante las celebraciones, representados a través de sus coros en ceremonias, tales como la Bienvenida, la Santa Cena y la Despedida.

En la Santa Cena 2020, que tendrá verificativo el próximo 14 de febrero en varias sedes de Estados Unidos, volverá a repetirse esa historia de amor, fraternidad y no discriminación, todo ello gracias a los valores que los fieles de la Iglesia han aprendido a través de la doctrina apostólica.

La asistencia de los fieles que se reunirán en San Diego y Los Ángeles, California, así como en las sedes situadas en Phoenix, Arizona; Dallas, Texas; Chicago, Illinois; y Washington, D.C., será con el propósito de renovar su comunión espiritual como una prenda de liberación, pero también con la finalidad de que los concurrentes participen en la exposición de interesantes temas de formación moral y espiritual, lo que permitirá que todos y cada uno de los fieles eleve su nivel de preparación espiritual para poder participar dignamente de la Cena del Señor.

La convicción de los fieles de la Iglesia La Luz del Mundo respecto a estos temas es que cada uno de ellos, independientemente del ministro que lo exponga por disposición del Ministerio de Ortodoxia, ha de contribuir de manera significativa a la consolidación de sus principios y valores, lo que les permitirá seguir siendo mejores cristianos para Dios y, desde luego, mejores ciudadanos para el mundo.

Twitter: @armayaastro

Hay eventos que se han establecido para unir a los pueblos en espacios donde reinan la fe, el amor y la paz. Uno de ellos es la Santa Cena que la Iglesia La Luz del Mundo celebra en memoria de Cristo en diferentes lugares del mundo, no sólo en la ciudad de Guadalajara del 7 al 15 de agosto de cada año.

Una Santa Cena tiene el poder de reunir en un mismo espacio a miles de hombres y mujeres de diferente edad, color e idioma, pero con una misma fe: la que Cristo ha sembrado en el corazón de todos y cada uno de ellos.

Este memorial sagrado, que en breve se efectuará en Estados Unidos, se ha efectuado de esta manera en prácticamente todos los países donde la Iglesia tiene presencia. Y ha sido así porque Cristo la instituyó mediante un mandamiento que debe ser cumplido por todos los que han sido llamados a formar parte de su Iglesia.

En el establecimiento de la primera Santa Cena que se efectuó en el aposento alto de Jerusalén en el siglo I, donde estuvieron únicamente Cristo y sus apóstoles, el Hijo de Dios ordenó; “Haced esto en memoria de mí” (Lucas 22:19). De acuerdo con Mateo 26:27, aquella noche memorable Jesucristo mandó también: “bebed de ella todos”; esto en referencia a la copa de bendición que se bendice e imparte en el desarrollo del solemne acto.

Bebieron de ella todos los miembros de la Iglesia de Cristo en la era de la instauración, y han bebido de ella todos los integrantes del Cuerpo de Cristo en la presente dispensación de gracia, conocida por los fieles de la Iglesia como el tiempo de la restauración, que empezó con el llamamiento del maestro Aarón Joaquín González al apostolado, el 6 de abril de 1926.

En la Santa Cena se participa no sólo de la copa de bendición, sino también del pan de bendición, pues ambas especies tienen en la Santa Cena una representación que no puede faltar: representan el cuerpo y la sangre de Cristo, siempre y cuando el pan y el vino hayan sido bendecidos por quien Dios faculta en su voluntad.

La importancia de la autoridad que Cristo otorgó a los apóstoles es elemental para la bendición de los elementos que se imparten a los fieles en el desarrollo de la Cena del Señor. Sin ella el pan y el vino no pueden ser bendecidos genuinamente y, en consecuencia, no pueden representar durante la ceremonia el cuerpo y la sangre de Cristo, ni pueden proporcionar comunión a los fieles.

Otro aspecto importante que quiero destacar sobre este memorial sagrado es la no discriminación que se observa en el mandamiento “bebed de ella todos”. De acuerdo con esta ordenanza, todos los redimidos por la sangre de Cristo deben tener acceso a la Mesa del Señor, sin distinción de raza, color, lengua o género. Nadie debe ser excluido por los motivos antes mencionados, ni por su cultura, posición económica u origen nacional o social.

Desde mi juventud he presenciado la celebración de varias santas cenas, y en todas ellas he visto que la discriminación ha estado ausente. En muchas ocasiones acompañé a grupos de fieles originarios de la sierra norte de Puebla y del Istmo de Tehuantepec, y ninguno de ellos se quejó jamás de recibir un trato desigual por su dialecto u origen humilde.

Lo que sí llegue a presenciar cada vez que estos grupos se reunían en Guadalajara fue la participación activa de ellos durante las celebraciones, representados a través de sus coros en ceremonias, tales como la Bienvenida, la Santa Cena y la Despedida.

En la Santa Cena 2020, que tendrá verificativo el próximo 14 de febrero en varias sedes de Estados Unidos, volverá a repetirse esa historia de amor, fraternidad y no discriminación, todo ello gracias a los valores que los fieles de la Iglesia han aprendido a través de la doctrina apostólica.

La asistencia de los fieles que se reunirán en San Diego y Los Ángeles, California, así como en las sedes situadas en Phoenix, Arizona; Dallas, Texas; Chicago, Illinois; y Washington, D.C., será con el propósito de renovar su comunión espiritual como una prenda de liberación, pero también con la finalidad de que los concurrentes participen en la exposición de interesantes temas de formación moral y espiritual, lo que permitirá que todos y cada uno de los fieles eleve su nivel de preparación espiritual para poder participar dignamente de la Cena del Señor.

La convicción de los fieles de la Iglesia La Luz del Mundo respecto a estos temas es que cada uno de ellos, independientemente del ministro que lo exponga por disposición del Ministerio de Ortodoxia, ha de contribuir de manera significativa a la consolidación de sus principios y valores, lo que les permitirá seguir siendo mejores cristianos para Dios y, desde luego, mejores ciudadanos para el mundo.

Twitter: @armayaastro