/ miércoles 20 de noviembre de 2019

Revolución Mexicana

Amigas y amigos, la Revolución Mexicana es uno de los acontecimientos históricos más importantes del país, donde la política, la acción militar, la economía, y todos los aspectos sociales de nuestro México entraron en juego y lograron unir constantemente a las clases sociales en luchas armadas contra los regímenes de la época.

México, teniendo un crecimiento económico sin precedentes, pero una democracia virtualmente nula, se alzó en armas para buscar una justa redistribución de la riqueza, elecciones libres y abiertas a la ciudadanía. Motivados por Francisco I. Madero, Aquiles Serdán y otros valientes hombres, el 20 de noviembre hubo levantamientos en diversas partes del país, siendo el primero de estos en nuestra vecina ciudad de Gómez Palacio, la cuna de la Revolución.

Esta primera etapa de levantamientos se vería acompañada del surgimiento de héroes como Carranza, Madero y Villa, y terminaría con la Toma de Ciudad Juárez, que obligaría a Porfirio Díaz a renunciar a la Presidencia de la República; tiempo después se celebrarían elecciones extraordinarias, en las que resultaría ganador Francisco I. Madero, y un movimiento clase mediero surgiría en los estados.

Dos días después de la posesión de Madero, la división entre los Zapatistas y el nuevo gobierno se convirtió en una constante, además de que Pascual Orozco, otrora aliado del presidente, lo desconoció y se enfrentó al general Victoriano Huerta, el cual fue comisionado por el Presidente Madero y reconocido al triunfar, ganándose así la confianza del hombre que, en poco tiempo habría de asesinar.

En Huerta, y en Félix Díaz, sobrino de Porfirio, el gobierno estadounidense vio la posibilidad de reinstaurar un régimen promotor de los negocios norteamericanos. Ante el respaldo inminente del vecino del norte, el Traidor Huerta, después de haberse proclamado fiel Maderista ante las sospechas de Gustavo A. Madero, su hermano, mando apresar al Presidente y al Vicepresidente, así como la tortura y ejecución de quien atinadamente lo acusara de conspirar contra la Patria.

Para tragedia del Traidor Huerta, Woodrow Wilson asumiría la presidencia de los Estados Unidos a los pocos días de su asunción, sustituyendo al personal de la embajada aliado de Huerta, y sugiriéndole a Huerta su renuncia inmediata; lentamente los apoyos fueron extinguiéndose, y motivados por el Plan de Guadalupe, suscrito por Venustiano Carranza, los ejércitos revolucionarios volverían a las armas, ahora para restituir el orden constitucional.

Huerta abandonaría la presidencia en 1914, y al poco tiempo sería enviado a la prisión de El Paso, Texas, mientras que en México, las facciones triunfantes se encaminarían nuevamente a las divisiones internas, ahora entre los carrancistas, los villistas y los zapatistas; Carranza, al consolidar el triunfo del Gobierno, decidió prescindir de la promesa hecha en campaña militar de restaurar la Constitución de 1857, y optó por redactar una nueva con delegados de todos los ejércitos revolucionarios, y aún cuando no se convocó a las tropas de Villa y Zapata, se tomaron sus demandas sociales, con la doble finalidad de otorgarles justicia, así como para menoscabar el apoyo popular a ambos líderes revolucionarios.

El proceso revolucionario, amigas y amigos es un proceso largo y muy interesante. Algunos historiadores sostienen que la Revolución terminó en este punto, al lograrse la redacción de nuestra Carta Magna; otros sostienen que fue con la llegada de Plutarco Elías Calles, quien proclamó el fin del caudillismo y el inicio de la vida institucional; algunos otros creen que el proceso revolucionario siguió hasta los años 40.

Personalmente, creo que el espíritu revolucionario de nuestro pueblo está presente aún, en este momento, y que, si bien la vida democrática nos da herramientas para no depender de la lucha armada, el dinamismo político e institucional de nuestro país obliga a reajustar nuestras instituciones y nuestros procesos constantemente.

Las lecciones que nos da la Revolución son muchas, pero a propósito de la realidad política nacional actual, una es más que evidente: el llegar al poder es solo el inicio, y obliga a quienes lo detentan a ser incluyentes y a cumplir siempre sus promesas; la política debe de ser pensada en todos, no solo en unos cuantos, debe seguir siendo un medio para construir, y no un fin para confrontar y dividir. Hoy, más que nunca, celebremos la Revolución buscando las causas que nos unen, y no las diferencias que nos separan. México nos necesita a todos.

Amigas y amigos, la Revolución Mexicana es uno de los acontecimientos históricos más importantes del país, donde la política, la acción militar, la economía, y todos los aspectos sociales de nuestro México entraron en juego y lograron unir constantemente a las clases sociales en luchas armadas contra los regímenes de la época.

México, teniendo un crecimiento económico sin precedentes, pero una democracia virtualmente nula, se alzó en armas para buscar una justa redistribución de la riqueza, elecciones libres y abiertas a la ciudadanía. Motivados por Francisco I. Madero, Aquiles Serdán y otros valientes hombres, el 20 de noviembre hubo levantamientos en diversas partes del país, siendo el primero de estos en nuestra vecina ciudad de Gómez Palacio, la cuna de la Revolución.

Esta primera etapa de levantamientos se vería acompañada del surgimiento de héroes como Carranza, Madero y Villa, y terminaría con la Toma de Ciudad Juárez, que obligaría a Porfirio Díaz a renunciar a la Presidencia de la República; tiempo después se celebrarían elecciones extraordinarias, en las que resultaría ganador Francisco I. Madero, y un movimiento clase mediero surgiría en los estados.

Dos días después de la posesión de Madero, la división entre los Zapatistas y el nuevo gobierno se convirtió en una constante, además de que Pascual Orozco, otrora aliado del presidente, lo desconoció y se enfrentó al general Victoriano Huerta, el cual fue comisionado por el Presidente Madero y reconocido al triunfar, ganándose así la confianza del hombre que, en poco tiempo habría de asesinar.

En Huerta, y en Félix Díaz, sobrino de Porfirio, el gobierno estadounidense vio la posibilidad de reinstaurar un régimen promotor de los negocios norteamericanos. Ante el respaldo inminente del vecino del norte, el Traidor Huerta, después de haberse proclamado fiel Maderista ante las sospechas de Gustavo A. Madero, su hermano, mando apresar al Presidente y al Vicepresidente, así como la tortura y ejecución de quien atinadamente lo acusara de conspirar contra la Patria.

Para tragedia del Traidor Huerta, Woodrow Wilson asumiría la presidencia de los Estados Unidos a los pocos días de su asunción, sustituyendo al personal de la embajada aliado de Huerta, y sugiriéndole a Huerta su renuncia inmediata; lentamente los apoyos fueron extinguiéndose, y motivados por el Plan de Guadalupe, suscrito por Venustiano Carranza, los ejércitos revolucionarios volverían a las armas, ahora para restituir el orden constitucional.

Huerta abandonaría la presidencia en 1914, y al poco tiempo sería enviado a la prisión de El Paso, Texas, mientras que en México, las facciones triunfantes se encaminarían nuevamente a las divisiones internas, ahora entre los carrancistas, los villistas y los zapatistas; Carranza, al consolidar el triunfo del Gobierno, decidió prescindir de la promesa hecha en campaña militar de restaurar la Constitución de 1857, y optó por redactar una nueva con delegados de todos los ejércitos revolucionarios, y aún cuando no se convocó a las tropas de Villa y Zapata, se tomaron sus demandas sociales, con la doble finalidad de otorgarles justicia, así como para menoscabar el apoyo popular a ambos líderes revolucionarios.

El proceso revolucionario, amigas y amigos es un proceso largo y muy interesante. Algunos historiadores sostienen que la Revolución terminó en este punto, al lograrse la redacción de nuestra Carta Magna; otros sostienen que fue con la llegada de Plutarco Elías Calles, quien proclamó el fin del caudillismo y el inicio de la vida institucional; algunos otros creen que el proceso revolucionario siguió hasta los años 40.

Personalmente, creo que el espíritu revolucionario de nuestro pueblo está presente aún, en este momento, y que, si bien la vida democrática nos da herramientas para no depender de la lucha armada, el dinamismo político e institucional de nuestro país obliga a reajustar nuestras instituciones y nuestros procesos constantemente.

Las lecciones que nos da la Revolución son muchas, pero a propósito de la realidad política nacional actual, una es más que evidente: el llegar al poder es solo el inicio, y obliga a quienes lo detentan a ser incluyentes y a cumplir siempre sus promesas; la política debe de ser pensada en todos, no solo en unos cuantos, debe seguir siendo un medio para construir, y no un fin para confrontar y dividir. Hoy, más que nunca, celebremos la Revolución buscando las causas que nos unen, y no las diferencias que nos separan. México nos necesita a todos.