/ sábado 27 de noviembre de 2021

Reflejos | El poderío de las mujeres: Sara

Hace días reflexionaba sobre la falta de conciencia histórica de género. Pocas veces recordamos la lucha de las mujeres que nos abrieron camino y se enfrentaron con valentía a romper los parámetros y estereotipos establecidos en otras épocas.

Tenemos una deuda con ellas. De muchas, no sabemos ni sus nombres, mucho menos su legado. Y como no sabemos, no valoramos el privilegio que se nos ha otorgado por el simple de hecho de haber nacido en una época donde ya contamos con derechos reconocidos.

En México, aunque el androcentrismo persiste en todos los sectores sociales, el legado de las mujeres es grande y vasto, y fue justo la Revolución Mexicana un episodio de acción y rebeldía para intervenir en los acontecimientos históricos del país.

Por aquella época, la voz de las mujeres mexicanas se hizo notoria y de diversas formas se opusieron a las arbitrariedades cometidas por el gobierno de Porfirio Díaz. El periodismo y la literatura fueron los primeros medios de expresión que usaron para manifestar sus necesidades y demandas.

En escena llega Sara Estela Ramírez, llamada “Sarita” por amigas y conocidos, y que entregó aportaciones invaluables en el periodismo. Me la imagino abriéndose paso entre los hombres revolucionarios. Alzó la voz para declararse en contra del régimen de Porfirio Díaz y recién fundado el Partido Liberal Mexicano, Sara fue una de las primeras integrantes de este grupo político.

Nacida en Coahuila en 1881, en su adolescencia vivió en Laredo, Tamaulipas, donde realizó activismo para sumar jóvenes que se incorporaran a la Confederación de Clubes Liberales, organización que se formó al término del Congreso Liberal, llevado a cabo en febrero de 1901.

¿1901? Si, hace 120 años ya Sara se movilizaba para fundar el periódico La Corregidora, con el que a través de sus textos periodísticos criticó al gobierno de Díaz, misma actividad que también realizó en varios periódicos independientes de México y Estados Unidos.

En 1903 ayudó a internarse en este último país a un grupo de periodistas mexicanos perseguidos por el gobierno porfirista, les tendió la mano porque les dio techo y comida, lo que le permitió hacer una red de colegas. Su trabajo social incluyó también el fundar varias agrupaciones mutualistas de mujeres.

Desde Proyecto Mujeres y Revolución, un espacio virtual que tiene como objetivo documentar los aportes de las mujeres a movimientos históricos, reconocen el legado de Sara: “En sus artículos y ensayos tocó temas de política, filosofía y los derechos de las mujeres. Colaboró en medios periodísticos con Dolores Jiménez y Muro, Juana Belén Gutiérrez de Mendoza y Elisa Acuña y Rossetti, también incursionó en la dramaturgia con la obra Noema”.

Sara forma parte del grupo de mujeres que se unieron a la lucha colectiva desde diversas trincheras, para impulsar el movimiento feminista y la organización de las mujeres para demostrar que otro mundo para nosotras es posible.

Hace días reflexionaba sobre la falta de conciencia histórica de género. Pocas veces recordamos la lucha de las mujeres que nos abrieron camino y se enfrentaron con valentía a romper los parámetros y estereotipos establecidos en otras épocas.

Tenemos una deuda con ellas. De muchas, no sabemos ni sus nombres, mucho menos su legado. Y como no sabemos, no valoramos el privilegio que se nos ha otorgado por el simple de hecho de haber nacido en una época donde ya contamos con derechos reconocidos.

En México, aunque el androcentrismo persiste en todos los sectores sociales, el legado de las mujeres es grande y vasto, y fue justo la Revolución Mexicana un episodio de acción y rebeldía para intervenir en los acontecimientos históricos del país.

Por aquella época, la voz de las mujeres mexicanas se hizo notoria y de diversas formas se opusieron a las arbitrariedades cometidas por el gobierno de Porfirio Díaz. El periodismo y la literatura fueron los primeros medios de expresión que usaron para manifestar sus necesidades y demandas.

En escena llega Sara Estela Ramírez, llamada “Sarita” por amigas y conocidos, y que entregó aportaciones invaluables en el periodismo. Me la imagino abriéndose paso entre los hombres revolucionarios. Alzó la voz para declararse en contra del régimen de Porfirio Díaz y recién fundado el Partido Liberal Mexicano, Sara fue una de las primeras integrantes de este grupo político.

Nacida en Coahuila en 1881, en su adolescencia vivió en Laredo, Tamaulipas, donde realizó activismo para sumar jóvenes que se incorporaran a la Confederación de Clubes Liberales, organización que se formó al término del Congreso Liberal, llevado a cabo en febrero de 1901.

¿1901? Si, hace 120 años ya Sara se movilizaba para fundar el periódico La Corregidora, con el que a través de sus textos periodísticos criticó al gobierno de Díaz, misma actividad que también realizó en varios periódicos independientes de México y Estados Unidos.

En 1903 ayudó a internarse en este último país a un grupo de periodistas mexicanos perseguidos por el gobierno porfirista, les tendió la mano porque les dio techo y comida, lo que le permitió hacer una red de colegas. Su trabajo social incluyó también el fundar varias agrupaciones mutualistas de mujeres.

Desde Proyecto Mujeres y Revolución, un espacio virtual que tiene como objetivo documentar los aportes de las mujeres a movimientos históricos, reconocen el legado de Sara: “En sus artículos y ensayos tocó temas de política, filosofía y los derechos de las mujeres. Colaboró en medios periodísticos con Dolores Jiménez y Muro, Juana Belén Gutiérrez de Mendoza y Elisa Acuña y Rossetti, también incursionó en la dramaturgia con la obra Noema”.

Sara forma parte del grupo de mujeres que se unieron a la lucha colectiva desde diversas trincheras, para impulsar el movimiento feminista y la organización de las mujeres para demostrar que otro mundo para nosotras es posible.