/ sábado 30 de octubre de 2021

Recuperar la autoestima es prioridad

“La educación de un niño comienza veinte años antes de su nacimiento, con la educación de sus padres” - Napoleón Bonaparte.

La educación no empieza con el sistema educativo o filosófico, sino en el hogar donde los valores espirituales también deben de inculcarse para su formación. A los padres se les dice: “Debes comprometerte con todo tú corazón a cumplir cada uno de estos mandatos que hoy te entrego. Repíteselos a tus hijos una y otra vez. Habla de ellos en tus conversaciones cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Átalos a tus manos y llévalos sobre la frente como un recordatorio. Escríbelos en los marcos de la entrada de tu casa y sobre las puertas de la ciudad” (DT 6:6-9 NTV).

La historia de Darío nos da una muestra de lo complicado que puede ser la vida si no se toman acciones adecuadas. Darío mostró su enojo de tal manera que no estaba dispuesto a ceder; le habían dado el ascenso de supervisor a Martin, un joven recién entrado a la compañía. La molestia era demasiada y fue hablar con su jefe inmediato, de forma alterada; al fin se le escuchó y preguntó: “¿Cuál es el problema por lo cual no fue promocionado a supervisor?”

De inmediato se le dio respuesta: “Tu carácter; de tu trabajo no tenemos ningún problema, pero de tu carácter soberbio y altanero con los demás compañeros y el no tener una buena relación de empatía hace que pierdas la realidad de las cosas, haz sobrevaluado tu carácter de autócrata consumado que no das oportunidad de crecimiento en el departamento; tu soberbia no ha dejado que se trabaje en equipo hasta que tú lo autorices.

Al fin de un buen rato pudo entender y tendría que ir a tratar el problema de raíz de su comportamiento. LA FALTA DE IDENTIDAD hace que muchos jóvenes se demoren en definir su vocación y tomar el liderazgo que saben que tienen, pero no han sabido cómo realizarlo a pesar de sus estudios.

Regresemos al pasado de Darío, LA INSEGURIDAD que muestra en sus actitudes es un patrón de familia, hijo mayor de un matrimonio de cinco hermanos tres hombres y dos mujeres; la falta de afecto del padre marco su vida, no tuvo ese contacto físico de afecto, un abrazo, un “te quiero hijo”. Su padre había sido educado de esa manera y lo había trasmitido a su familia, por lo cual no se sentía competente para realizar un buen trabajo.

Palabras como “inútil, no sirves para nada” y la comparación con otros, todavía taladran en su interior. La imagen del distanciamiento de un padre hace que el niño produzca BAJA AUTOESTIMA, donde hasta su forma de caminar los delata, ya sea con sus hombros caídos o no poder levantar su mirada por la inseguridad. Se tiende a SUBESTIMAR SU AUTOESTIMA para que nadie los vuelva humillar. Toman la actitud retadora ante cualquier situación.

La indiferencia de los padres puede arruinar la formación de sus hijos, cada hijo nace con un “disco duro” sin utilizar y la semilla que se siembre en ellos va a ser el fruto que emane desde su interior. La baja o alta autoestima no viene del exterior, no depende de lo que los demás digan o hagan, sino de cómo nos veamos nosotros mismos.

El padre tiene que darles IDENTIDAD a sus hijos, valorarlos, hacerlos sentir importantes, ser su PROTECTOR, donde encuentren un refugio, y no sentirse traicionados; ser sus MENTORES para que sean mejores que los propios padres. Podríamos escribir y definir varios de ellos como: proveedor, adiestrador, maestro, disciplinador, todo esto lleva a formar un líder que puede ocupar un lugar en la sociedad.

Existe una necesidad de un padre amoroso, que le tome de la mano y le guíe por senderos menos peligrosos con el ejemplo; un buen padre no deja a sus hijos a la deriva. Al Padre Celestial, cuando se llega a conocer, se le puede acercar al trono de su gracia y sentir el amor que muchos no han tenido. La figura de un padre se les negó por diferentes circunstancias: por ser huérfanos o porque nunca estuvo con ellos, por el abandono, divorcio o simplemente por las tantas ocupaciones que les falta atención.

¿La falta de un padre te ha metido en una inseguridad de carácter? mira esta promesa: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios”, (1 Jn3:1). Habla con él; quiero que seas mi Padre, quiero ser tu hijo, ya que nadie puede dar lo que no tiene, Padre recibo tu amor, para dar amor y perdón, y en tu nombre perdonar a quien me ofendió y ser libre gracias Jesús.

hotemadavid@hotmal.com

“La educación de un niño comienza veinte años antes de su nacimiento, con la educación de sus padres” - Napoleón Bonaparte.

La educación no empieza con el sistema educativo o filosófico, sino en el hogar donde los valores espirituales también deben de inculcarse para su formación. A los padres se les dice: “Debes comprometerte con todo tú corazón a cumplir cada uno de estos mandatos que hoy te entrego. Repíteselos a tus hijos una y otra vez. Habla de ellos en tus conversaciones cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Átalos a tus manos y llévalos sobre la frente como un recordatorio. Escríbelos en los marcos de la entrada de tu casa y sobre las puertas de la ciudad” (DT 6:6-9 NTV).

La historia de Darío nos da una muestra de lo complicado que puede ser la vida si no se toman acciones adecuadas. Darío mostró su enojo de tal manera que no estaba dispuesto a ceder; le habían dado el ascenso de supervisor a Martin, un joven recién entrado a la compañía. La molestia era demasiada y fue hablar con su jefe inmediato, de forma alterada; al fin se le escuchó y preguntó: “¿Cuál es el problema por lo cual no fue promocionado a supervisor?”

De inmediato se le dio respuesta: “Tu carácter; de tu trabajo no tenemos ningún problema, pero de tu carácter soberbio y altanero con los demás compañeros y el no tener una buena relación de empatía hace que pierdas la realidad de las cosas, haz sobrevaluado tu carácter de autócrata consumado que no das oportunidad de crecimiento en el departamento; tu soberbia no ha dejado que se trabaje en equipo hasta que tú lo autorices.

Al fin de un buen rato pudo entender y tendría que ir a tratar el problema de raíz de su comportamiento. LA FALTA DE IDENTIDAD hace que muchos jóvenes se demoren en definir su vocación y tomar el liderazgo que saben que tienen, pero no han sabido cómo realizarlo a pesar de sus estudios.

Regresemos al pasado de Darío, LA INSEGURIDAD que muestra en sus actitudes es un patrón de familia, hijo mayor de un matrimonio de cinco hermanos tres hombres y dos mujeres; la falta de afecto del padre marco su vida, no tuvo ese contacto físico de afecto, un abrazo, un “te quiero hijo”. Su padre había sido educado de esa manera y lo había trasmitido a su familia, por lo cual no se sentía competente para realizar un buen trabajo.

Palabras como “inútil, no sirves para nada” y la comparación con otros, todavía taladran en su interior. La imagen del distanciamiento de un padre hace que el niño produzca BAJA AUTOESTIMA, donde hasta su forma de caminar los delata, ya sea con sus hombros caídos o no poder levantar su mirada por la inseguridad. Se tiende a SUBESTIMAR SU AUTOESTIMA para que nadie los vuelva humillar. Toman la actitud retadora ante cualquier situación.

La indiferencia de los padres puede arruinar la formación de sus hijos, cada hijo nace con un “disco duro” sin utilizar y la semilla que se siembre en ellos va a ser el fruto que emane desde su interior. La baja o alta autoestima no viene del exterior, no depende de lo que los demás digan o hagan, sino de cómo nos veamos nosotros mismos.

El padre tiene que darles IDENTIDAD a sus hijos, valorarlos, hacerlos sentir importantes, ser su PROTECTOR, donde encuentren un refugio, y no sentirse traicionados; ser sus MENTORES para que sean mejores que los propios padres. Podríamos escribir y definir varios de ellos como: proveedor, adiestrador, maestro, disciplinador, todo esto lleva a formar un líder que puede ocupar un lugar en la sociedad.

Existe una necesidad de un padre amoroso, que le tome de la mano y le guíe por senderos menos peligrosos con el ejemplo; un buen padre no deja a sus hijos a la deriva. Al Padre Celestial, cuando se llega a conocer, se le puede acercar al trono de su gracia y sentir el amor que muchos no han tenido. La figura de un padre se les negó por diferentes circunstancias: por ser huérfanos o porque nunca estuvo con ellos, por el abandono, divorcio o simplemente por las tantas ocupaciones que les falta atención.

¿La falta de un padre te ha metido en una inseguridad de carácter? mira esta promesa: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios”, (1 Jn3:1). Habla con él; quiero que seas mi Padre, quiero ser tu hijo, ya que nadie puede dar lo que no tiene, Padre recibo tu amor, para dar amor y perdón, y en tu nombre perdonar a quien me ofendió y ser libre gracias Jesús.

hotemadavid@hotmal.com