/ martes 19 de noviembre de 2019

¡Que viva la fiesta brava!

Apuntes

Con las sensaciones a flor de piel todavía tras haber asistido a la corrida de toros el pasado sábado, en la plaza, Alberto Balderas, en Lerdo, Durango, mantengo estoica la convicción y el idilio que existe entre la fiesta brava y este humilde mortal. El cartel anunció al rejoneador, Andy Cartagena en su regreso a la Comarca Lagunera y al matador, Juan Fernando; éste último por primera vez se presentaría en tierras duranguenses.

Como siempre, ante todo, es importante contextualizar, La Laguna necesita que la fiesta de los toros se mantenga viva. Al menos, en lo que respecta a los empresarios taurinos no han desmayado los esfuerzos para que esto así suceda. Citaré textualmente lo que el ex torero y ahora empresario, Arturo Gilio me dijo en entrevista: no hay voluntad, se trata totalmente de voluntad política.

El sábado se dieron cita en la plaza de toros Alberto Balderas, vendedores de suvenires, dulces, semillas, hubo mucha afluencia de personas, derrama económica en los negocios aledaños, se palpó la vida y el constante movimiento en la calle Chihuahua de Ciudad Lerdo. En resumidas cuentas, la fiesta brava en la que concluyen muchos instantes y entornos brinda vida y beneficios pese a los más escépticos o anti taurinos.

Cabe recordar que en enero de este año, se volvió a avivar la intención en la Cámara de Diputados en CDMX, a cargo de Rubén Moreira, ex gobernador de Coahuila, para que de tajo se prohíba la fiesta brava en todo el territorio mexicano; es decir, ya no solo les bastó con prohibirla en la entidad coahuilense, ahora se afanarán porque se apruebe a nivel nacional.

Uno de los argumentos válidos por parte del empresariado lagunero es que, en efecto, ellos mismos pregonan el cuidado de la vida animal, tan ese así que se han dedicado toda su vid a impulsar empresas donde se genera –sí, una dinámica de consumo humano- una sinergia de impacto positivo para la comunidad. Arturo Gilio, en su momento explicó que este tipo de iniciativas vienen cobijadas bajo una cortina de ignorancia, si bien en la fiesta de los toros, los astados mueren, esa misma acción permite que los toros de lidia cumplan con u proceso de existencia y no de exterminio en su especie.

La pregunta sería, ¿Señores legisladores, ustedes están legislando para crear las condiciones propicias en la generación de empleos? ¿Quién va a reponer los empleos que se han perdido en Coahuila ante la prohibición de la fiesta brava? ¿Y la derrama económica que genera esta actividad? ¿Por qué mejor no legislan temas verdaderamente fundamentales y necesarios para la comunidad?

A priori, hemos constatado a una afición taurina fiel y dispuesta a entregarse al espectáculo, un público cautivo que está ahí para corresponder a la buena fe y disposición de los empresarios en traer espectáculos de altura. La Comarca Lagunera está a la vanguardia –o al menos la infraestructura nos da para eso- de los grandes espectáculos, deportivos, culturales y de toda índole.

¡Que viva la fiesta brava! Y que muera el pesimismo radical de quienes buscan un pretexto por frenar el desarrollo de una comuna hambrienta de convivir bajo una dinámica de respecto y armonía.

Apuntes

Con las sensaciones a flor de piel todavía tras haber asistido a la corrida de toros el pasado sábado, en la plaza, Alberto Balderas, en Lerdo, Durango, mantengo estoica la convicción y el idilio que existe entre la fiesta brava y este humilde mortal. El cartel anunció al rejoneador, Andy Cartagena en su regreso a la Comarca Lagunera y al matador, Juan Fernando; éste último por primera vez se presentaría en tierras duranguenses.

Como siempre, ante todo, es importante contextualizar, La Laguna necesita que la fiesta de los toros se mantenga viva. Al menos, en lo que respecta a los empresarios taurinos no han desmayado los esfuerzos para que esto así suceda. Citaré textualmente lo que el ex torero y ahora empresario, Arturo Gilio me dijo en entrevista: no hay voluntad, se trata totalmente de voluntad política.

El sábado se dieron cita en la plaza de toros Alberto Balderas, vendedores de suvenires, dulces, semillas, hubo mucha afluencia de personas, derrama económica en los negocios aledaños, se palpó la vida y el constante movimiento en la calle Chihuahua de Ciudad Lerdo. En resumidas cuentas, la fiesta brava en la que concluyen muchos instantes y entornos brinda vida y beneficios pese a los más escépticos o anti taurinos.

Cabe recordar que en enero de este año, se volvió a avivar la intención en la Cámara de Diputados en CDMX, a cargo de Rubén Moreira, ex gobernador de Coahuila, para que de tajo se prohíba la fiesta brava en todo el territorio mexicano; es decir, ya no solo les bastó con prohibirla en la entidad coahuilense, ahora se afanarán porque se apruebe a nivel nacional.

Uno de los argumentos válidos por parte del empresariado lagunero es que, en efecto, ellos mismos pregonan el cuidado de la vida animal, tan ese así que se han dedicado toda su vid a impulsar empresas donde se genera –sí, una dinámica de consumo humano- una sinergia de impacto positivo para la comunidad. Arturo Gilio, en su momento explicó que este tipo de iniciativas vienen cobijadas bajo una cortina de ignorancia, si bien en la fiesta de los toros, los astados mueren, esa misma acción permite que los toros de lidia cumplan con u proceso de existencia y no de exterminio en su especie.

La pregunta sería, ¿Señores legisladores, ustedes están legislando para crear las condiciones propicias en la generación de empleos? ¿Quién va a reponer los empleos que se han perdido en Coahuila ante la prohibición de la fiesta brava? ¿Y la derrama económica que genera esta actividad? ¿Por qué mejor no legislan temas verdaderamente fundamentales y necesarios para la comunidad?

A priori, hemos constatado a una afición taurina fiel y dispuesta a entregarse al espectáculo, un público cautivo que está ahí para corresponder a la buena fe y disposición de los empresarios en traer espectáculos de altura. La Comarca Lagunera está a la vanguardia –o al menos la infraestructura nos da para eso- de los grandes espectáculos, deportivos, culturales y de toda índole.

¡Que viva la fiesta brava! Y que muera el pesimismo radical de quienes buscan un pretexto por frenar el desarrollo de una comuna hambrienta de convivir bajo una dinámica de respecto y armonía.