/ domingo 26 de abril de 2020

Propiedad intelectual y plagio

Este domingo se celebró en todos los países de la tierra el Día Mundial de la Propiedad Intelectual, una celebración que tiene el propósito de que conozcamos “la función que tienen los derechos de propiedad intelectual y con ello valorar y fomentar la innovación y la creatividad”.

El año 2000, la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) declaró el 26 de abril como el Día Mundial de la Propiedad Intelectual, “coincidiendo con la fecha de entrada en vigor del Convenio por el que se establece la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual”, explica el portal web llamado RadiosLibres.net.

La OMPI, un organismo especializado del Sistema de Naciones Unidas que actualmente cuenta con 193 Estados miembros, fue establecida por el Tratado de Estocolmo de 1967. Entró en vigor en 1970, hace ya 50 años, aunque Carlos Fernández Ballesteros considera que "los orígenes de este organismo se remontan a fines del siglo XIX, con la firma del Convenio de París (1883) para la Protección de la Propiedad Industrial, y del Convenio de Berna (1886) para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas, tres años después".

El Día Mundial de la Propiedad Intelectual, que en el presente año lleva por lema ¨Innovar para un futuro más verde¨, invita a reflexionar no sólo sobre el deterioro del medio ambiente, sino también en los esfuerzos que se realizan en el mundo entero para fortalecer los derechos de los creadores de obras literarias y artísticas.

Sabemos perfectamente bien que en todas partes existen personas y grupos que de manera ilegal se benefician económicamente del esfuerzo de escritores, inventores, periodistas, interpretes, cantantes, etcétera. También sabemos que muchos de estos creativos son privados de la remuneración que tiene derecho a recibir por sus creaciones.

Una conducta inmoral e ilícita que atenta contra la propiedad intelectual es el plagio, el cual se niega a desaparecer de nuestro entorno a pesar de los esfuerzos que se han realizado en contra del mismo a través de los tiempos.

En el ámbito periodístico, el plagio se critica con firmeza en las salas de redacción de la mayoría de los medios de comunicación. Lamentablemente todo queda en eso, pues cuando se buscan las políticas en materia de plagio en los grandes portales de noticias, éstas brillan por su ausencia.

La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual define el término plagio como “el acto de ofrecer o presentar como propia, en su totalidad o en parte, la obra de otra persona, en una obra o contexto más o menos alterados”.

Esta práctica aparece también con frecuencia en el ámbito literario, de ahí la importancia de conocer la definición de Eduardo Rosselot sobre el plagio intelectual: “Se entiende como plagio la apropiación, presentación y utilización de material intelectual ajeno, sin el debido reconocimiento de su fuente original. Constituye, por lo tanto, un acto fraudulento, en el cual existe presunción de intencionalidad, en el sentido de hacer parecer un determinado conocimiento, labor o trabajo, como producto propio; y de desconocer la participación de otros en su generación, aplicación o en su perfeccionamiento”.

La acción de plagiar se da no sólo en los ámbitos periodístico y literario, como se ha señalado en párrafos anteriores, sino también en el entorno estudiantil, que es donde deberíamos ponerle diques al plagio, por constituir un acto de defraudación de la autoría y creatividad de otros autores. Gustavo Patiño Díaz sostiene que “hay plagio por atribución cuando, por ejemplo, un estudiante copia un párrafo que encuentra en Internet y lo incluye en su trabajo sin mencionar de dónde lo tomó”.

Sobre lo que ocurre en materia de plagio en algunas instituciones autónomas de educación superior, Sandra Timal López y Francisco Sánchez Espinoza, autores del texto “El plagio en el contexto del derecho de autor”, proponen la implementación de un reglamento interno con la finalidad de establecer los supuestos en los que se comete plagio, y al mismo tiempo estipular las sanciones que deberán aplicarse al sujeto que lo cometa. Estos autores están convencidos de que un reglamento así “lograría prevenir y sancionar la práctica de plagio en las investigaciones realizadas”.

Hace algunas semanas propuse en un foro universitario en línea que se combata el plagio desde la educación básica, con el propósito de que los niños y adolescentes crezcan sabiendo que el plagio, aparte de atentar contra el trabajo, creatividad y esfuerzo de otras personas, impide su desarrollo individual.

Apoyé mi propuesta en las palabras del doctor David Ramírez Plascencia, quien propone “educar” y “concientizar”, “sobre todo ayudar a que editores y periodistas respeten las ideas ajenas, y potencialicen la creatividad e innovación en sus respectivas áreas”.

En dicho foro expresé mi convicción de que si nuestros niños y adolescentes tomaran conciencia de la gravedad del plagio no lo usarían, como por desgracia se usa actualmente.

Twitter: @armayacastro

Este domingo se celebró en todos los países de la tierra el Día Mundial de la Propiedad Intelectual, una celebración que tiene el propósito de que conozcamos “la función que tienen los derechos de propiedad intelectual y con ello valorar y fomentar la innovación y la creatividad”.

El año 2000, la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) declaró el 26 de abril como el Día Mundial de la Propiedad Intelectual, “coincidiendo con la fecha de entrada en vigor del Convenio por el que se establece la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual”, explica el portal web llamado RadiosLibres.net.

La OMPI, un organismo especializado del Sistema de Naciones Unidas que actualmente cuenta con 193 Estados miembros, fue establecida por el Tratado de Estocolmo de 1967. Entró en vigor en 1970, hace ya 50 años, aunque Carlos Fernández Ballesteros considera que "los orígenes de este organismo se remontan a fines del siglo XIX, con la firma del Convenio de París (1883) para la Protección de la Propiedad Industrial, y del Convenio de Berna (1886) para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas, tres años después".

El Día Mundial de la Propiedad Intelectual, que en el presente año lleva por lema ¨Innovar para un futuro más verde¨, invita a reflexionar no sólo sobre el deterioro del medio ambiente, sino también en los esfuerzos que se realizan en el mundo entero para fortalecer los derechos de los creadores de obras literarias y artísticas.

Sabemos perfectamente bien que en todas partes existen personas y grupos que de manera ilegal se benefician económicamente del esfuerzo de escritores, inventores, periodistas, interpretes, cantantes, etcétera. También sabemos que muchos de estos creativos son privados de la remuneración que tiene derecho a recibir por sus creaciones.

Una conducta inmoral e ilícita que atenta contra la propiedad intelectual es el plagio, el cual se niega a desaparecer de nuestro entorno a pesar de los esfuerzos que se han realizado en contra del mismo a través de los tiempos.

En el ámbito periodístico, el plagio se critica con firmeza en las salas de redacción de la mayoría de los medios de comunicación. Lamentablemente todo queda en eso, pues cuando se buscan las políticas en materia de plagio en los grandes portales de noticias, éstas brillan por su ausencia.

La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual define el término plagio como “el acto de ofrecer o presentar como propia, en su totalidad o en parte, la obra de otra persona, en una obra o contexto más o menos alterados”.

Esta práctica aparece también con frecuencia en el ámbito literario, de ahí la importancia de conocer la definición de Eduardo Rosselot sobre el plagio intelectual: “Se entiende como plagio la apropiación, presentación y utilización de material intelectual ajeno, sin el debido reconocimiento de su fuente original. Constituye, por lo tanto, un acto fraudulento, en el cual existe presunción de intencionalidad, en el sentido de hacer parecer un determinado conocimiento, labor o trabajo, como producto propio; y de desconocer la participación de otros en su generación, aplicación o en su perfeccionamiento”.

La acción de plagiar se da no sólo en los ámbitos periodístico y literario, como se ha señalado en párrafos anteriores, sino también en el entorno estudiantil, que es donde deberíamos ponerle diques al plagio, por constituir un acto de defraudación de la autoría y creatividad de otros autores. Gustavo Patiño Díaz sostiene que “hay plagio por atribución cuando, por ejemplo, un estudiante copia un párrafo que encuentra en Internet y lo incluye en su trabajo sin mencionar de dónde lo tomó”.

Sobre lo que ocurre en materia de plagio en algunas instituciones autónomas de educación superior, Sandra Timal López y Francisco Sánchez Espinoza, autores del texto “El plagio en el contexto del derecho de autor”, proponen la implementación de un reglamento interno con la finalidad de establecer los supuestos en los que se comete plagio, y al mismo tiempo estipular las sanciones que deberán aplicarse al sujeto que lo cometa. Estos autores están convencidos de que un reglamento así “lograría prevenir y sancionar la práctica de plagio en las investigaciones realizadas”.

Hace algunas semanas propuse en un foro universitario en línea que se combata el plagio desde la educación básica, con el propósito de que los niños y adolescentes crezcan sabiendo que el plagio, aparte de atentar contra el trabajo, creatividad y esfuerzo de otras personas, impide su desarrollo individual.

Apoyé mi propuesta en las palabras del doctor David Ramírez Plascencia, quien propone “educar” y “concientizar”, “sobre todo ayudar a que editores y periodistas respeten las ideas ajenas, y potencialicen la creatividad e innovación en sus respectivas áreas”.

En dicho foro expresé mi convicción de que si nuestros niños y adolescentes tomaran conciencia de la gravedad del plagio no lo usarían, como por desgracia se usa actualmente.

Twitter: @armayacastro