/ lunes 7 de junio de 2021

Odio que debe ser desterrado

Si las masas pueden amar sin saber por qué, también pueden odiar sin mayor fundamento.- William Shakespeare

El odio es un sentimiento de carácter negativo, que nadie en su sano juicio calificaría de bueno. A diferencia del amor, que es racional y constructivo, el odio es irracional y destructivo, capaz de realizar acciones impensables.

Este sentimiento destruye a la persona que lo posee, pero también a las personas hacia las cuales se dirige. Es sinónimo de hostilidad y ha producido en innumerables ocasiones y momentos de la historia de la humanidad, destrucción y ruina, así como rupturas, separaciones, negaciones, y muchas otras cosas negativas.

En los últimos tiempos se habla demasiado del discurso de odio que, según el catedrático español Jacobo Dopico, “consiste en incitar o promover al odio, violencia o discriminación mediante expresiones contra ciertas minorías o grupos discriminados, son delitos cometidos mediante actos expresivos y que tienen que participar de lo que instituciones europeas llaman discurso del odio”.

Las democracias de hoy tienen el deber de procurar la protección de la libertad de expresión, un derecho humano que se encuentra recogido en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Al mismo tiempo, deben garantizar la igualdad y seguridad de las minorías, que han sido blanco de ataques por razones de raza, color, origen nacional, religión, género, orientación sexual, etcétera.

Toda minoría que resulta afectada por un discurso de incitación al odio debe levantar la voz sin miedo, en todo tiempo y circunstancia. La denuncia de estos males es lo único que puede prevenir y evitar la repetición de tragedias como el holocausto judío, ocurrido en la Alemania nazi, donde las víctimas fueron “atacadas mediante diversas prácticas discriminatorias debido a su origen étnico, religión, creencias políticas u orientación sexual”. Habrá que recordar que Hitler y los nazis “atribuyeron una amplia variedad de estereotipos negativos a los judíos”.

Aunque no se puede precisar el número de judíos asesinados entre 1933 y 1945 por los nazis, los expertos en la materia han manejado siempre una cifra entre cinco y seis millones de víctimas.

La mayoría de estas víctimas eran judíos, pero también hubo comunistas, socialistas, demócratas sociales y unionistas que fueron víctimas del discurso de los nazis, cuyo odio los impulsó a perseguir también a los cristianos contrarios al nazismo, así como a los Testigos de Jehová, que se negaban a saludar a Adolf Hitler o a servir en el ejército alemán. Blanco de esta persecución fueron también los gitanos y homosexuales, así como “autores y artistas cuyos trabajos consideraban subversivos o que eran judíos”.

Entre los condenados a muerte en las cámaras de gas de los campos de concentración nazis había enfermos mentales y disminuidos psíquicos y físicos, personas que no cuadraban con el concepto nazi de una “raza superior”. ¡Vaya situación!

Sobre esto último, Noelia Roger, en su texto titulado Eliminación de los enfermos mentales en la Alemania Nazi, señala: “En cuanto a la eliminación de los enfermos mentales, el proceso de construcción de este grupo como otro a eliminar, se realizó en un principio de manera abierta al sancionarse diversas leyes como la “Ley de Salud Marital” (1935) y la “Ley de Prevención de Descendencia con Enfermedades Hereditarias” (1933) en la que se establecía la esterilización para ciertos casos de enfermedades mentales.”

Se requiere trabajo y voluntad para erradicar los males que estableció el nazismo durante su vergonzosa vigencia. Lo bueno es que hoy por hoy se realizan importantes acciones legislativas en varios estados de la República para contrarrestar y erradicar la discriminación y el discurso de odio, males que se han multiplicado con la llegada de las redes sociales en los últimos tiempos. Los autores de estos mensajes se ocultan regularmente en el anonimato que ofrecen las plataformas digitales, desde donde impunemente intimidan, agreden y humillan a las personas y grupos.

Tenemos que celebrar también la llegada de la Inteligencia Artificial, “una de las herramientas que más apoyo está brindando a las empresas de tecnología para lograr moderar el contenido que hay en sus plataformas, y en el caso de Facebook, la empresa ha logrado detectar de forma proactiva el 97% de los contenidos con discurso de odio que se han publicado en la plataforma”.

Bien por la empresa propiedad de Mark Elliot Zuckerberg, que en noviembre de 2020 eliminó 73 millones de publicaciones de Facebook e Instagram, “argumentando que incitaban al odio, incluían imágenes violentas o que fomentaban el bullying”.

Bienvenidas sean hoy y siempre las acciones contra la discriminación y el discurso de odio.

Twitter: @armayacastro

Si las masas pueden amar sin saber por qué, también pueden odiar sin mayor fundamento.- William Shakespeare

El odio es un sentimiento de carácter negativo, que nadie en su sano juicio calificaría de bueno. A diferencia del amor, que es racional y constructivo, el odio es irracional y destructivo, capaz de realizar acciones impensables.

Este sentimiento destruye a la persona que lo posee, pero también a las personas hacia las cuales se dirige. Es sinónimo de hostilidad y ha producido en innumerables ocasiones y momentos de la historia de la humanidad, destrucción y ruina, así como rupturas, separaciones, negaciones, y muchas otras cosas negativas.

En los últimos tiempos se habla demasiado del discurso de odio que, según el catedrático español Jacobo Dopico, “consiste en incitar o promover al odio, violencia o discriminación mediante expresiones contra ciertas minorías o grupos discriminados, son delitos cometidos mediante actos expresivos y que tienen que participar de lo que instituciones europeas llaman discurso del odio”.

Las democracias de hoy tienen el deber de procurar la protección de la libertad de expresión, un derecho humano que se encuentra recogido en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Al mismo tiempo, deben garantizar la igualdad y seguridad de las minorías, que han sido blanco de ataques por razones de raza, color, origen nacional, religión, género, orientación sexual, etcétera.

Toda minoría que resulta afectada por un discurso de incitación al odio debe levantar la voz sin miedo, en todo tiempo y circunstancia. La denuncia de estos males es lo único que puede prevenir y evitar la repetición de tragedias como el holocausto judío, ocurrido en la Alemania nazi, donde las víctimas fueron “atacadas mediante diversas prácticas discriminatorias debido a su origen étnico, religión, creencias políticas u orientación sexual”. Habrá que recordar que Hitler y los nazis “atribuyeron una amplia variedad de estereotipos negativos a los judíos”.

Aunque no se puede precisar el número de judíos asesinados entre 1933 y 1945 por los nazis, los expertos en la materia han manejado siempre una cifra entre cinco y seis millones de víctimas.

La mayoría de estas víctimas eran judíos, pero también hubo comunistas, socialistas, demócratas sociales y unionistas que fueron víctimas del discurso de los nazis, cuyo odio los impulsó a perseguir también a los cristianos contrarios al nazismo, así como a los Testigos de Jehová, que se negaban a saludar a Adolf Hitler o a servir en el ejército alemán. Blanco de esta persecución fueron también los gitanos y homosexuales, así como “autores y artistas cuyos trabajos consideraban subversivos o que eran judíos”.

Entre los condenados a muerte en las cámaras de gas de los campos de concentración nazis había enfermos mentales y disminuidos psíquicos y físicos, personas que no cuadraban con el concepto nazi de una “raza superior”. ¡Vaya situación!

Sobre esto último, Noelia Roger, en su texto titulado Eliminación de los enfermos mentales en la Alemania Nazi, señala: “En cuanto a la eliminación de los enfermos mentales, el proceso de construcción de este grupo como otro a eliminar, se realizó en un principio de manera abierta al sancionarse diversas leyes como la “Ley de Salud Marital” (1935) y la “Ley de Prevención de Descendencia con Enfermedades Hereditarias” (1933) en la que se establecía la esterilización para ciertos casos de enfermedades mentales.”

Se requiere trabajo y voluntad para erradicar los males que estableció el nazismo durante su vergonzosa vigencia. Lo bueno es que hoy por hoy se realizan importantes acciones legislativas en varios estados de la República para contrarrestar y erradicar la discriminación y el discurso de odio, males que se han multiplicado con la llegada de las redes sociales en los últimos tiempos. Los autores de estos mensajes se ocultan regularmente en el anonimato que ofrecen las plataformas digitales, desde donde impunemente intimidan, agreden y humillan a las personas y grupos.

Tenemos que celebrar también la llegada de la Inteligencia Artificial, “una de las herramientas que más apoyo está brindando a las empresas de tecnología para lograr moderar el contenido que hay en sus plataformas, y en el caso de Facebook, la empresa ha logrado detectar de forma proactiva el 97% de los contenidos con discurso de odio que se han publicado en la plataforma”.

Bien por la empresa propiedad de Mark Elliot Zuckerberg, que en noviembre de 2020 eliminó 73 millones de publicaciones de Facebook e Instagram, “argumentando que incitaban al odio, incluían imágenes violentas o que fomentaban el bullying”.

Bienvenidas sean hoy y siempre las acciones contra la discriminación y el discurso de odio.

Twitter: @armayacastro