/ viernes 1 de enero de 2021

No estábamos preparados para enfrentar la pandemia

El fin del año 2020 nos invita a reflexionar lo que ha sido este año en diferentes terrenos, entre ellos también me enfocaré al ámbito de la educación superior en México. El 17 de marzo se nos solicitó de parte de la Secretaria de Educación Pública federal el pasar de actividades presenciales en las Universidades del país a actividades en línea. Y en la economía exclusivamente se permitieron las labores esenciales. De esta manera se inicia una crisis sanitaria causada por el coronavirus, generándose una pandemia, que a diferencia de otras anteriores, ésta sí abarcó en pocas semanas a todos los países del mundo. La interconexión mundial de los medios de transporte facilitó la propagación del virus, el cual mostró una alta capacidad para contagiar. Y aparejado a ello, una crisis económica de consecuencias nunca antes vista.

Por otra parte, la expectativa de solución a esta crisis sanitaria cada vez se aplaza más y más. Ya cumplimos un año desde el primer reporte de la enfermedad en China y no le vemos término. Nos dijeron que pasando las vacaciones de semana santa regresaríamos a la normalidad, no fue así. Luego que en junio, después que en octubre, y así se ha ido aplazando. También declararon las autoridades mexicanas que ya habrá regreso en aquellos estados en semáforo en verde, pero que es responsabilidad de los padres de familia permitir que sus hijos con todas las medidas necesarias puedan regresar a los salones, dicho de otra manera, a los confinamientos.

Mientras tanto, ahora nos dicen que con la vacuna ya vamos a poder regresar a la disque normalidad. Pero la vacuna no llegó el día anunciado, se retrasó y el lote suministrado fue de 3000, para una población de 130 millones de habitantes. No alcanza ni para el personal sanitario de primera línea. Y la logística de distribución ha enfrentado una gran cantidad de problemas. Desde los aviones que se usaran para el traslado, el lugar para recibir la vacuna, la distribución a los puntos de aplicación, la decisión de a quién aplicársela, la conservación de las vacunas a la temperatura indicada, la capacitación del personal para administrarla, entre otras cosas. Por ejemplo, los ultra-congeladores de menos de 60 grados centígrados, solo en los centros de investigación de las universidades se utilizan, en el caso de Coahuila, la UAdeC puso a disposición de la Secretaría de Salud del gobierno del estado, 4 de ellos. Todo esto evidencia que no estábamos preparados para enfrentar la pandemia provocada por el coronavirus.

En el terreno emocional, religioso y social las manifestaciones de la gente han sido inimaginables. En lo emocional se han registrado casos de desesperación, estrés, ansiedad y depresión. Los actos religiosos se suspendieron, incluso los servicios funerarios, ya no se puede despedir a los que se nos adelantan en el camino, en lo social las bodas, las reuniones de cumpleaños, toda actividad social es fuente de contagio.

Sin duda el coronavirus ha cambiado nuestras vidas de forma conmovedora. Nuestra vida pública, nuestra forma de interactuar socialmente es de otra manera. No se puede ir a la escuela, a las tiendas, a las iglesias, esto es, los encuentros sociales se han disminuido drásticamente. Hoy tenemos muchas preguntas, de cómo seguirán nuestras vidas. ¿Cuándo se acabará la pandemia? ¿Cuándo regresaremos a clases? Y siguen sin respuesta.

Sobre si regresaremos a clases el próximo semestre, no se vislumbran condiciones propicias para ello. La realidad es que en las Instituciones de Educación Superior ya casi terminamos dos semestres de forma digital y vamos por el tercero. Las actividades administrativas y académicas ahora las hacemos en línea. Incluso los procesos de elección de las autoridades universitarias se llevan a cabo por internet, entre otro procesos de investigación y culturales. Sin embargo los cambios tecnológicos implementados en las Universidades, no van a la velocidad de los desarrollados en el sector productivo. Por lo que la presión para actualizarse en el sector educativo no solo viene de la imposibilidad de realizar clases presenciales, sino también que nuestros egresados sean competitivos en la profesión en que se están formando y en las herramientas digitales y de tecnologías de la información y de la comunicación.

@SalvadorHV

jshv0851@gmail.com

Salvador Hernández Vélez

FRACTALIDADES

El fin del año 2020 nos invita a reflexionar lo que ha sido este año en diferentes terrenos, entre ellos también me enfocaré al ámbito de la educación superior en México. El 17 de marzo se nos solicitó de parte de la Secretaria de Educación Pública federal el pasar de actividades presenciales en las Universidades del país a actividades en línea. Y en la economía exclusivamente se permitieron las labores esenciales. De esta manera se inicia una crisis sanitaria causada por el coronavirus, generándose una pandemia, que a diferencia de otras anteriores, ésta sí abarcó en pocas semanas a todos los países del mundo. La interconexión mundial de los medios de transporte facilitó la propagación del virus, el cual mostró una alta capacidad para contagiar. Y aparejado a ello, una crisis económica de consecuencias nunca antes vista.

Por otra parte, la expectativa de solución a esta crisis sanitaria cada vez se aplaza más y más. Ya cumplimos un año desde el primer reporte de la enfermedad en China y no le vemos término. Nos dijeron que pasando las vacaciones de semana santa regresaríamos a la normalidad, no fue así. Luego que en junio, después que en octubre, y así se ha ido aplazando. También declararon las autoridades mexicanas que ya habrá regreso en aquellos estados en semáforo en verde, pero que es responsabilidad de los padres de familia permitir que sus hijos con todas las medidas necesarias puedan regresar a los salones, dicho de otra manera, a los confinamientos.

Mientras tanto, ahora nos dicen que con la vacuna ya vamos a poder regresar a la disque normalidad. Pero la vacuna no llegó el día anunciado, se retrasó y el lote suministrado fue de 3000, para una población de 130 millones de habitantes. No alcanza ni para el personal sanitario de primera línea. Y la logística de distribución ha enfrentado una gran cantidad de problemas. Desde los aviones que se usaran para el traslado, el lugar para recibir la vacuna, la distribución a los puntos de aplicación, la decisión de a quién aplicársela, la conservación de las vacunas a la temperatura indicada, la capacitación del personal para administrarla, entre otras cosas. Por ejemplo, los ultra-congeladores de menos de 60 grados centígrados, solo en los centros de investigación de las universidades se utilizan, en el caso de Coahuila, la UAdeC puso a disposición de la Secretaría de Salud del gobierno del estado, 4 de ellos. Todo esto evidencia que no estábamos preparados para enfrentar la pandemia provocada por el coronavirus.

En el terreno emocional, religioso y social las manifestaciones de la gente han sido inimaginables. En lo emocional se han registrado casos de desesperación, estrés, ansiedad y depresión. Los actos religiosos se suspendieron, incluso los servicios funerarios, ya no se puede despedir a los que se nos adelantan en el camino, en lo social las bodas, las reuniones de cumpleaños, toda actividad social es fuente de contagio.

Sin duda el coronavirus ha cambiado nuestras vidas de forma conmovedora. Nuestra vida pública, nuestra forma de interactuar socialmente es de otra manera. No se puede ir a la escuela, a las tiendas, a las iglesias, esto es, los encuentros sociales se han disminuido drásticamente. Hoy tenemos muchas preguntas, de cómo seguirán nuestras vidas. ¿Cuándo se acabará la pandemia? ¿Cuándo regresaremos a clases? Y siguen sin respuesta.

Sobre si regresaremos a clases el próximo semestre, no se vislumbran condiciones propicias para ello. La realidad es que en las Instituciones de Educación Superior ya casi terminamos dos semestres de forma digital y vamos por el tercero. Las actividades administrativas y académicas ahora las hacemos en línea. Incluso los procesos de elección de las autoridades universitarias se llevan a cabo por internet, entre otro procesos de investigación y culturales. Sin embargo los cambios tecnológicos implementados en las Universidades, no van a la velocidad de los desarrollados en el sector productivo. Por lo que la presión para actualizarse en el sector educativo no solo viene de la imposibilidad de realizar clases presenciales, sino también que nuestros egresados sean competitivos en la profesión en que se están formando y en las herramientas digitales y de tecnologías de la información y de la comunicación.

@SalvadorHV

jshv0851@gmail.com

Salvador Hernández Vélez

FRACTALIDADES