/ jueves 20 de septiembre de 2018

Navegando

¡Gracias Lic. Manlio!

Nunca como ahora, se me ha dificultado tanto escribir esta columna, las palabras parecieran esconderse, se resisten a ser pronunciadas y se anudan en la garganta; ésta la dedico a mi querido y entrañable amigo, que se nos ha anticipado en ese viaje sin retorno, al Lic. Manlio. Su partida nos ha dejado una profunda tristeza. Un vacío imposible de llenar para quienes, conociéndolo, supimos apreciar su talento político, su lealtad institucional y su liderazgo. Podría llenarles esta columna de datos biográficos, cargos, fechas y nombres, sin embargo, prefiero hablar de lo que yo viví, del gran ser humano que conocí.

En 1984, yo cursaba mis estudios en la Escuela Normal de Torreón. Fue ahí cuando conocí al entonces candidato a alcalde, Manlio Fabio Gómez Uranga. Recuerdo como si hubiera sido ayer, que el evento reunió a docentes y estudiantes con el candidato; en ese acto político, lo que más me impresionó no fue tanto los discursos ni las diversas intervenciones, sino a lo mejor un dato gracioso, anecdótico, pero que retrata no al político, sino al amigo y a la gran persona que fue.

En dicha reunión ninguno de los oradores, nadie pudo pronunciar correctamente el nombre del entonces candidato. Algunos dijeron “Manilo”, otros “Manlio Flavio”, “Manglio Fabio” en fin, situaciones cómicas que sin duda con cualquier otro político habrían causado algún problema o represalia, sin embargo, el candidato ahí presente lo tomaba con buen humor, se reía con las personas y decía “no le atinan”, con una sonrisa .

El Licenciado Manlio siempre fue así, un hombre alegre, capaz de responder a las situaciones con buen humor. Su sentido del humor, a veces un poco de sarcasmo, esa cualidad de las personas inteligentes, para asociar o buscar la broma que rompía con todo protocolo. Sabía que la vida debe vivirse a plenitud, sin arrepentimientos, y siempre buscando hacer amigos, no enemigos, esos vienen solos, decía él.

Después de muchos años volví a coincidir con el Lic. Manlio cuando el Ing. Salvador Hernández Vélez se desempeñó como presidente del Comité Municipal del PRI, me invitó a integrarme a este organismo, primero como secretaria de Asuntos Académicos del Partido y más adelante como presidenta del Organismo de Mujeres Priistas de Torreón. El Licenciado Manlio siempre mostró una gran disposición para dar consejos y apoyo a quien se lo pidiera, de manera franca y desinteresada.

Su trato amable y respetuoso inspiraba confianza y seguridad, fue un político institucional y de gran trayectoria, desde ese tiempo cuando como correligionarios del mismo partido, nuestro compañerismo y amistad nos hicieron inseparables.

A partir de ese momento no hubo un solo día en el que no hablara con el Lic. Manlio. Prácticamente cualquier decisión política, e inclusive laboral, la consultaba con él, puesto que sabía que él era alguien sumamente generoso con sus consejos. En todos los años que me he dedicado por completo a la labor política, nunca le escuche hablar mal de nadie, justo es reconocerlo ahora.

El Licenciado Manlio era alguien que, donde estuviera, sumaba. Ya fuera en un cuarto de guerra, en una mesa de análisis, en una tarde de café, o simplemente en encuentro casual. Hablar con él era disfrutar de importantes anécdotas, su amplio conocimiento del quehacer político local y nacional forjaron su enorme experiencia, su actitud siempre proactiva, propositiva y llena de optimismo.

Debo reconocer que admiraba muchas virtudes del Lic. Manlio, una de ellas era la puntualidad, a cada evento que íbamos éramos los primeros en llegar, yo a veces renegaba, le decía “Lic., Ud. y yo siempre llegamos a barrer”, y contestaba…“tienes que entender que uno debe llegar antes del ciudadano, porque después causas problemas a las personas encargadas de la logística. Era una persona muy organizada y exigente, sabía qué en política el tiempo que uno no aprovecha es tiempo que pudiste usar en darle respuesta a nuestra gente. Cuando íbamos a algún evento, así fuera un solo minuto tarde, me decía “¿Pues por cuál ruta te fuiste? ¿Acaso no conoces las calles de tu ciudad? ¡Qué bárbara!” Y es que sí, aún a sus 80 años, el Lic. Manlio conocía y ubicaba prácticamente todas las calles y colonias de Torreón, y lo mejor, siempre decía que en cada una tenía cuando menos un recuerdo y un amigo.

Don Manlio era una persona pragmática y decidida. Siempre decía que “Si puedes ayudar a alguien, ayúdalo, pero en el momento, nunca dejes para otro día las cosas” siempre sabía qué palabra decir, qué recuerdo comentar, qué acción tomar… quizá es por eso que hoy, que sé que nunca más volveré a recibir su apoyo de forma tangible, recuerdo sus comentarios y consejos en momentos difíciles, fueran políticos o personales: “mija, no pasa nada, absolutamente nada, tu sigue trabajando”.

El dolor que siento hoy, es el de alguien que perdió a un amigo, a un compañero, a un mentor. Sé que no era su hija, pero siempre le dije que él me recordaba mucho a mi mamá, pues era el único que me regañaba por llegar tarde o por algún motivo sin importancia para mí. Quizá, por eso, me siento como cuando perdí a mis padres. Quizá por eso me es tan difícil escribir estas líneas.

Durante casi 8 años, vi a Don Manlio casi a diario. Comentábamos las actividades del día, los planes a futuro y me decía “Ah cómo inventas y yo aquí haciéndote caso”, “ándale pues adelante”.

Los domingos, teníamos la reunión de “Los Miserables”, el grupo de amigos de la juventud de Don Manlio en el que generosamente me acogieron y me han tratado como a una de ellos “miserable” jajaja en otro momento les platicaré el por qué del nombre.

Don Manlio no tenía par, era mi amigo, mi guía, mi compañero, me brindó siempre lo más valioso…su experiencia, afecto y su tiempo.

Don Manlio no solo fue un militante, era un verdadero hombre de partido. Siempre me decía “yo soy institucional, mi lealtad siempre estará con el PRI”. Ese es su legado en el PRI, su militancia ejemplar. Su ausencia física duele, quebranta nuestra fuerza de voluntad, pero su recuerdo nos hará fuertes.

Sé que hoy, el Licenciado Manlio está en un lugar mejor. Sé que vivió la vida como quiso, hasta el último momento. Don Manlio efectivamente amaba a su ciudad y a su gente. Se nos ha ido uno de los más grandes hombres que ha dado Torreón, nos toca a los priistas honrar su memoria.

Descanse en Paz. Gracias Amigo, Compañero, por sus enseñanzas y su ejemplo. Finalmente, al refrendarle mi respeto y admiración hago el compromiso de luchar incansablemente por la Unidad de nuestro Partido, dedicar sus triunfos futuros a su memoria.

¡Hasta Siempre Maestro! ¡Gracias Don Manlio! Descanse en Paz.

¡Gracias Lic. Manlio!

Nunca como ahora, se me ha dificultado tanto escribir esta columna, las palabras parecieran esconderse, se resisten a ser pronunciadas y se anudan en la garganta; ésta la dedico a mi querido y entrañable amigo, que se nos ha anticipado en ese viaje sin retorno, al Lic. Manlio. Su partida nos ha dejado una profunda tristeza. Un vacío imposible de llenar para quienes, conociéndolo, supimos apreciar su talento político, su lealtad institucional y su liderazgo. Podría llenarles esta columna de datos biográficos, cargos, fechas y nombres, sin embargo, prefiero hablar de lo que yo viví, del gran ser humano que conocí.

En 1984, yo cursaba mis estudios en la Escuela Normal de Torreón. Fue ahí cuando conocí al entonces candidato a alcalde, Manlio Fabio Gómez Uranga. Recuerdo como si hubiera sido ayer, que el evento reunió a docentes y estudiantes con el candidato; en ese acto político, lo que más me impresionó no fue tanto los discursos ni las diversas intervenciones, sino a lo mejor un dato gracioso, anecdótico, pero que retrata no al político, sino al amigo y a la gran persona que fue.

En dicha reunión ninguno de los oradores, nadie pudo pronunciar correctamente el nombre del entonces candidato. Algunos dijeron “Manilo”, otros “Manlio Flavio”, “Manglio Fabio” en fin, situaciones cómicas que sin duda con cualquier otro político habrían causado algún problema o represalia, sin embargo, el candidato ahí presente lo tomaba con buen humor, se reía con las personas y decía “no le atinan”, con una sonrisa .

El Licenciado Manlio siempre fue así, un hombre alegre, capaz de responder a las situaciones con buen humor. Su sentido del humor, a veces un poco de sarcasmo, esa cualidad de las personas inteligentes, para asociar o buscar la broma que rompía con todo protocolo. Sabía que la vida debe vivirse a plenitud, sin arrepentimientos, y siempre buscando hacer amigos, no enemigos, esos vienen solos, decía él.

Después de muchos años volví a coincidir con el Lic. Manlio cuando el Ing. Salvador Hernández Vélez se desempeñó como presidente del Comité Municipal del PRI, me invitó a integrarme a este organismo, primero como secretaria de Asuntos Académicos del Partido y más adelante como presidenta del Organismo de Mujeres Priistas de Torreón. El Licenciado Manlio siempre mostró una gran disposición para dar consejos y apoyo a quien se lo pidiera, de manera franca y desinteresada.

Su trato amable y respetuoso inspiraba confianza y seguridad, fue un político institucional y de gran trayectoria, desde ese tiempo cuando como correligionarios del mismo partido, nuestro compañerismo y amistad nos hicieron inseparables.

A partir de ese momento no hubo un solo día en el que no hablara con el Lic. Manlio. Prácticamente cualquier decisión política, e inclusive laboral, la consultaba con él, puesto que sabía que él era alguien sumamente generoso con sus consejos. En todos los años que me he dedicado por completo a la labor política, nunca le escuche hablar mal de nadie, justo es reconocerlo ahora.

El Licenciado Manlio era alguien que, donde estuviera, sumaba. Ya fuera en un cuarto de guerra, en una mesa de análisis, en una tarde de café, o simplemente en encuentro casual. Hablar con él era disfrutar de importantes anécdotas, su amplio conocimiento del quehacer político local y nacional forjaron su enorme experiencia, su actitud siempre proactiva, propositiva y llena de optimismo.

Debo reconocer que admiraba muchas virtudes del Lic. Manlio, una de ellas era la puntualidad, a cada evento que íbamos éramos los primeros en llegar, yo a veces renegaba, le decía “Lic., Ud. y yo siempre llegamos a barrer”, y contestaba…“tienes que entender que uno debe llegar antes del ciudadano, porque después causas problemas a las personas encargadas de la logística. Era una persona muy organizada y exigente, sabía qué en política el tiempo que uno no aprovecha es tiempo que pudiste usar en darle respuesta a nuestra gente. Cuando íbamos a algún evento, así fuera un solo minuto tarde, me decía “¿Pues por cuál ruta te fuiste? ¿Acaso no conoces las calles de tu ciudad? ¡Qué bárbara!” Y es que sí, aún a sus 80 años, el Lic. Manlio conocía y ubicaba prácticamente todas las calles y colonias de Torreón, y lo mejor, siempre decía que en cada una tenía cuando menos un recuerdo y un amigo.

Don Manlio era una persona pragmática y decidida. Siempre decía que “Si puedes ayudar a alguien, ayúdalo, pero en el momento, nunca dejes para otro día las cosas” siempre sabía qué palabra decir, qué recuerdo comentar, qué acción tomar… quizá es por eso que hoy, que sé que nunca más volveré a recibir su apoyo de forma tangible, recuerdo sus comentarios y consejos en momentos difíciles, fueran políticos o personales: “mija, no pasa nada, absolutamente nada, tu sigue trabajando”.

El dolor que siento hoy, es el de alguien que perdió a un amigo, a un compañero, a un mentor. Sé que no era su hija, pero siempre le dije que él me recordaba mucho a mi mamá, pues era el único que me regañaba por llegar tarde o por algún motivo sin importancia para mí. Quizá, por eso, me siento como cuando perdí a mis padres. Quizá por eso me es tan difícil escribir estas líneas.

Durante casi 8 años, vi a Don Manlio casi a diario. Comentábamos las actividades del día, los planes a futuro y me decía “Ah cómo inventas y yo aquí haciéndote caso”, “ándale pues adelante”.

Los domingos, teníamos la reunión de “Los Miserables”, el grupo de amigos de la juventud de Don Manlio en el que generosamente me acogieron y me han tratado como a una de ellos “miserable” jajaja en otro momento les platicaré el por qué del nombre.

Don Manlio no tenía par, era mi amigo, mi guía, mi compañero, me brindó siempre lo más valioso…su experiencia, afecto y su tiempo.

Don Manlio no solo fue un militante, era un verdadero hombre de partido. Siempre me decía “yo soy institucional, mi lealtad siempre estará con el PRI”. Ese es su legado en el PRI, su militancia ejemplar. Su ausencia física duele, quebranta nuestra fuerza de voluntad, pero su recuerdo nos hará fuertes.

Sé que hoy, el Licenciado Manlio está en un lugar mejor. Sé que vivió la vida como quiso, hasta el último momento. Don Manlio efectivamente amaba a su ciudad y a su gente. Se nos ha ido uno de los más grandes hombres que ha dado Torreón, nos toca a los priistas honrar su memoria.

Descanse en Paz. Gracias Amigo, Compañero, por sus enseñanzas y su ejemplo. Finalmente, al refrendarle mi respeto y admiración hago el compromiso de luchar incansablemente por la Unidad de nuestro Partido, dedicar sus triunfos futuros a su memoria.

¡Hasta Siempre Maestro! ¡Gracias Don Manlio! Descanse en Paz.