/ domingo 8 de noviembre de 2020

Misoginia

El Diccionario de la Real Academia Española define así el término “misoginia”: “Aversión u odio a las mujeres”. Se trata de un mal detestable, la añeja forma de violencia contra el llamado “sexo débil”, que se expresa mediante acciones agresivas y cruentas en agravio de las mujeres.

Etimológicamente, misoginia es un término que procede del griego misogynia, compuesta por miseo, que se traduce como odio, y gyne que expresa mujer.

La misoginia, basada en la absurda idea de que la mujer es inferior al hombre, es un fenómeno social que se ha manifestado en diversos lugares y épocas, y de muy variadas formas.

Este mal ha generado en agravio de las mujeres violencia física y psíquica, abuso sexual, trato injusto y humillante y discriminación de género.

El origen de la misoginia es situado por algunos autores en la prehistoria, periodo que va de la aparición de las primeras especies humanas a la invención de la escritura. Fue en ese tiempo cuando empezó la desigualdad de género al atribuir al varón competencias de fuerza, valor y capacidad para el trabajo, mientras que la mujer, debido a su supuesta inferioridad, se encargaba sólo de las tareas del hogar y de criar a los hijos.

La sociedad de la Edad Media se caracterizó por ser cien por ciento machista. Cecy Rendón, en su libro Yo soy la líder, nos dice que en ese tiempo de oscurantismo “las mujeres pasaron a ser completa propiedad de los hombres, y cualquier mujer que se atreviera a cuestionarlos, a estudiar, a alzar la voz era acusada de brujería, torturada salvajemente y quemada en la hoguera”.

La manera en que Agustín de Hipona y Tomás de Aquino interpretaban los escritos bíblicos “contribuyeron a la construcción de una imagen negativa de la mujer”. El primero se expresa así de las mujeres en el siglo IV: "La mujer es una bestia, que no es firme ni constante, llena de odio, que alimenta maldades [...] es fuente de todas las discrepancias, querellas o injusticias". Estará de acuerdo conmigo en que la definición de quien es considerado el máximo pensador del catolicismo del primer milenio es altamente misógina.
Por su parte, Tomás de Aquino establece una estructura familiar que coloca al varón en la cúspide, por encima de la mujer, quien debe obedecer incluso en contra de su voluntad. Escuche y asómbrese, estimado lector: “En el ejercicio de esta función puede el varón hacerse obedecer, aun en contra de la voluntad de la mujer, y corregirla con palabras o azotes si fuera necesario”. No se necesita mucha ciencia para darse cuenta que las palabras del teólogo católico promueven la violencia en contra de la mujer.

La llamada santa inquisición se convirtió en el medievo en uno de los azotes más virulentos que las mujeres han tenido que soportar a lo largo de su historia, nos dice María Fuentes. Esta escritora, en su libro Mujeres y salud desde el sur: experiencias y reflexiones desde una perspectiva de género, nos proporciona el siguiente dato sobre el trato que la inquisición daba a la mujer: "Sabemos que más del 80% de ajusticiados en las hogueras de esa época eran mujeres, y de entre ellas, a su vez, la gran mayoría eran sanadoras, curanderas y comadronas que eran acusadas de poseer sexualidad -suponemos que porque ejercían-, de estar organizadas y de poseer conocimientos médicos y ginecológicos".

La anterior información me lleva a preguntarme: ¿Cuál hubiera sido en aquel tiempo la suerte de las parteras y del ejército de mujeres que en este tiempo practican la enfermería y la medicina, y que con sus conocimientos han logrado salvar la vida de innumerables personas? La respuesta es obvia.

Pero no hay necesidad de remontarnos al tiempo de la inquisición de la Edad Media para encontrarnos con esta forma de violencia contra las mujeres. La misoginia la encontramos en todas partes y a todas horas, a pesar de las leyes y tratados internacionales que se han creado para combatir la persistente discriminación en contra de las mujeres.

Twitter: @armayacastro
El Diccionario de la Real Academia Española define así el término “misoginia”: “Aversión u odio a las mujeres”. Se trata de un mal detestable, la añeja forma de violencia contra el llamado “sexo débil”, que se expresa mediante acciones agresivas y cruentas en agravio de las mujeres.

Etimológicamente, misoginia es un término que procede del griego misogynia, compuesta por miseo, que se traduce como odio, y gyne que expresa mujer.

La misoginia, basada en la absurda idea de que la mujer es inferior al hombre, es un fenómeno social que se ha manifestado en diversos lugares y épocas, y de muy variadas formas.

Este mal ha generado en agravio de las mujeres violencia física y psíquica, abuso sexual, trato injusto y humillante y discriminación de género.

El origen de la misoginia es situado por algunos autores en la prehistoria, periodo que va de la aparición de las primeras especies humanas a la invención de la escritura. Fue en ese tiempo cuando empezó la desigualdad de género al atribuir al varón competencias de fuerza, valor y capacidad para el trabajo, mientras que la mujer, debido a su supuesta inferioridad, se encargaba sólo de las tareas del hogar y de criar a los hijos.

La sociedad de la Edad Media se caracterizó por ser cien por ciento machista. Cecy Rendón, en su libro Yo soy la líder, nos dice que en ese tiempo de oscurantismo “las mujeres pasaron a ser completa propiedad de los hombres, y cualquier mujer que se atreviera a cuestionarlos, a estudiar, a alzar la voz era acusada de brujería, torturada salvajemente y quemada en la hoguera”.

La manera en que Agustín de Hipona y Tomás de Aquino interpretaban los escritos bíblicos “contribuyeron a la construcción de una imagen negativa de la mujer”. El primero se expresa así de las mujeres en el siglo IV: "La mujer es una bestia, que no es firme ni constante, llena de odio, que alimenta maldades [...] es fuente de todas las discrepancias, querellas o injusticias". Estará de acuerdo conmigo en que la definición de quien es considerado el máximo pensador del catolicismo del primer milenio es altamente misógina.
Por su parte, Tomás de Aquino establece una estructura familiar que coloca al varón en la cúspide, por encima de la mujer, quien debe obedecer incluso en contra de su voluntad. Escuche y asómbrese, estimado lector: “En el ejercicio de esta función puede el varón hacerse obedecer, aun en contra de la voluntad de la mujer, y corregirla con palabras o azotes si fuera necesario”. No se necesita mucha ciencia para darse cuenta que las palabras del teólogo católico promueven la violencia en contra de la mujer.

La llamada santa inquisición se convirtió en el medievo en uno de los azotes más virulentos que las mujeres han tenido que soportar a lo largo de su historia, nos dice María Fuentes. Esta escritora, en su libro Mujeres y salud desde el sur: experiencias y reflexiones desde una perspectiva de género, nos proporciona el siguiente dato sobre el trato que la inquisición daba a la mujer: "Sabemos que más del 80% de ajusticiados en las hogueras de esa época eran mujeres, y de entre ellas, a su vez, la gran mayoría eran sanadoras, curanderas y comadronas que eran acusadas de poseer sexualidad -suponemos que porque ejercían-, de estar organizadas y de poseer conocimientos médicos y ginecológicos".

La anterior información me lleva a preguntarme: ¿Cuál hubiera sido en aquel tiempo la suerte de las parteras y del ejército de mujeres que en este tiempo practican la enfermería y la medicina, y que con sus conocimientos han logrado salvar la vida de innumerables personas? La respuesta es obvia.

Pero no hay necesidad de remontarnos al tiempo de la inquisición de la Edad Media para encontrarnos con esta forma de violencia contra las mujeres. La misoginia la encontramos en todas partes y a todas horas, a pesar de las leyes y tratados internacionales que se han creado para combatir la persistente discriminación en contra de las mujeres.

Twitter: @armayacastro