/ jueves 5 de mayo de 2022

Mi amigo Dan “salió a sembrar”

Muy de madrugada salió mi amigo Dan a enfrentarse con las dificultades de todo sembrador, pero siempre alegre cantando a todo pulmón dando gracias a Dios por la salud y el nuevo amanecer. Tomó sus utensilios de labranza, el aullido de un coyote hambriento le alertó que pudiese estar cerca de sus gallinas. El canto del búho durante la noche le hace recordar las leyendas que la gente cuenta que es de mala suerte o que anuncia tragedia, solo sonríe por estos rumores, y mucho antes que las aves canten de mañana, hizo su rezo diario: “Hola Jesús soy Dan, mis ojos no pueden verte pero sé que me acompañas en esta mi jornada diaria amén”.

Su esposa le prepara un café y le envuelve un lonche para el almuerzo. Lo ve salir a donde tiene que preparar la tierra para sembrar. La tierra ya descansó y ahora es tiempo de deshacerse de la maleza y malas hierbas, quitar las piedras del camino, el cual se lleva un buen tiempo. Enseguida, toca airear el terreno y oxigenar, en ocasiones renta un tractor para ayudarse y ser más “rápido” para levantar la tierra y la revuelve para empezar a hacer los surcos para abonar el terreno y poder sembrar el campo, todo esto se hace antes de que la aurora empiece.

Muy pocos agricultores están tomando con seriedad este oficio que la mayoría de los habitantes de la ciudad no tenemos ni idea del trabajo extenuante que hacen los agricultores. ¿Usted conoce la vida de un agricultor? No está esperando las condiciones perfectas para sembrar, Eclesiastés 11:4-6: “El que al viento observa no sembrara, y el que mira la nubes no, segara, el conoce que por la mañana siembra su semilla, y a la tarde no dejas reposar su mano, porque no sabes que es lo mejor si esto o lo otro es igualmente bueno”.

Esperan con ansias las primeras gotas de lluvia, las cuales no se ven por ningún lado, sin embargo, tiene la esperanza en los ciclos de la naturaleza, porque él sabe que así como descienden de los cielos la lluvia, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra y pan al que come.

Jesús en una de sus parábolas se refirió sobre EL SEMBRADOR QUE SALIÓ A SEMBRAR: Y existen 4 tipos de tierra donde se siembra la semilla: y LA SEMILLA ES LA PALABRA DE DIOS. ¡Pongan atención! Un sembrador salió a sembrar. Sucedió que al esparcir él la semilla, una parte cayó JUNTO AL CAMINO, y llegaron los pájaros y se la comieron. Y algunos son como lo sembrado junto al camino, donde se siembra la palabra. Tan pronto como la oyen, viene Satanás y les quita la palabra sembrada en ellos. La otra parte cayó EN TERRENO PEDREGOSO, sin mucha tierra. Esa semilla brotó pronto porque la tierra no era profunda, pero, cuando salió el Sol, las plantas se marchitaron y, por no tener raíz, se secaron. Estos son, cuando oyen la palabra, enseguida la reciben con alegría, pero, como no tienen raíz, duran poco tiempo. Cuando surgen problemas o persecución a causa de la palabra, enseguida se apartan de ella.

Otra parte de la semilla cayó ENTRE ESPINOS que al crecer la ahogaron, de modo que no dio fruto. Son los que: oyen la palabra, pero las preocupaciones de esta vida, el engaño de las riquezas y muchos otros malos deseos entran hasta ahogar la palabra, de modo que esta no llega a dar fruto. Pero las otras semillas cayeron EN BUEN TERRENO. Brotaron, crecieron y produjeron una cosecha que rindió el 30, el 60 y hasta el ciento por uno: oyen la palabra, la aceptan y producen una cosecha que rinde el 30, el 60 y hasta el ciento por uno.

Es válido en ocasiones sentirse sin ánimos por los problemas que se atraviesan, esto es señal que aún estamos vivos y tenemos que enfrentar muchas situaciones difíciles, pero lo más importante como atesoras la semilla de la palabra de Dios en tu corazón, se dice que “la fe es por el oír y el oír la palabra de Dios. Y hace sabio al hombre para la salvación porque revela el camino a seguir, y da esperanza al desvalido y fuerzas al débil”. Es tiempo de recibir la palabra de Jesucristo en tu corazón. hotemadavid@hotmail.com

Muy de madrugada salió mi amigo Dan a enfrentarse con las dificultades de todo sembrador, pero siempre alegre cantando a todo pulmón dando gracias a Dios por la salud y el nuevo amanecer. Tomó sus utensilios de labranza, el aullido de un coyote hambriento le alertó que pudiese estar cerca de sus gallinas. El canto del búho durante la noche le hace recordar las leyendas que la gente cuenta que es de mala suerte o que anuncia tragedia, solo sonríe por estos rumores, y mucho antes que las aves canten de mañana, hizo su rezo diario: “Hola Jesús soy Dan, mis ojos no pueden verte pero sé que me acompañas en esta mi jornada diaria amén”.

Su esposa le prepara un café y le envuelve un lonche para el almuerzo. Lo ve salir a donde tiene que preparar la tierra para sembrar. La tierra ya descansó y ahora es tiempo de deshacerse de la maleza y malas hierbas, quitar las piedras del camino, el cual se lleva un buen tiempo. Enseguida, toca airear el terreno y oxigenar, en ocasiones renta un tractor para ayudarse y ser más “rápido” para levantar la tierra y la revuelve para empezar a hacer los surcos para abonar el terreno y poder sembrar el campo, todo esto se hace antes de que la aurora empiece.

Muy pocos agricultores están tomando con seriedad este oficio que la mayoría de los habitantes de la ciudad no tenemos ni idea del trabajo extenuante que hacen los agricultores. ¿Usted conoce la vida de un agricultor? No está esperando las condiciones perfectas para sembrar, Eclesiastés 11:4-6: “El que al viento observa no sembrara, y el que mira la nubes no, segara, el conoce que por la mañana siembra su semilla, y a la tarde no dejas reposar su mano, porque no sabes que es lo mejor si esto o lo otro es igualmente bueno”.

Esperan con ansias las primeras gotas de lluvia, las cuales no se ven por ningún lado, sin embargo, tiene la esperanza en los ciclos de la naturaleza, porque él sabe que así como descienden de los cielos la lluvia, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra y pan al que come.

Jesús en una de sus parábolas se refirió sobre EL SEMBRADOR QUE SALIÓ A SEMBRAR: Y existen 4 tipos de tierra donde se siembra la semilla: y LA SEMILLA ES LA PALABRA DE DIOS. ¡Pongan atención! Un sembrador salió a sembrar. Sucedió que al esparcir él la semilla, una parte cayó JUNTO AL CAMINO, y llegaron los pájaros y se la comieron. Y algunos son como lo sembrado junto al camino, donde se siembra la palabra. Tan pronto como la oyen, viene Satanás y les quita la palabra sembrada en ellos. La otra parte cayó EN TERRENO PEDREGOSO, sin mucha tierra. Esa semilla brotó pronto porque la tierra no era profunda, pero, cuando salió el Sol, las plantas se marchitaron y, por no tener raíz, se secaron. Estos son, cuando oyen la palabra, enseguida la reciben con alegría, pero, como no tienen raíz, duran poco tiempo. Cuando surgen problemas o persecución a causa de la palabra, enseguida se apartan de ella.

Otra parte de la semilla cayó ENTRE ESPINOS que al crecer la ahogaron, de modo que no dio fruto. Son los que: oyen la palabra, pero las preocupaciones de esta vida, el engaño de las riquezas y muchos otros malos deseos entran hasta ahogar la palabra, de modo que esta no llega a dar fruto. Pero las otras semillas cayeron EN BUEN TERRENO. Brotaron, crecieron y produjeron una cosecha que rindió el 30, el 60 y hasta el ciento por uno: oyen la palabra, la aceptan y producen una cosecha que rinde el 30, el 60 y hasta el ciento por uno.

Es válido en ocasiones sentirse sin ánimos por los problemas que se atraviesan, esto es señal que aún estamos vivos y tenemos que enfrentar muchas situaciones difíciles, pero lo más importante como atesoras la semilla de la palabra de Dios en tu corazón, se dice que “la fe es por el oír y el oír la palabra de Dios. Y hace sabio al hombre para la salvación porque revela el camino a seguir, y da esperanza al desvalido y fuerzas al débil”. Es tiempo de recibir la palabra de Jesucristo en tu corazón. hotemadavid@hotmail.com