/ viernes 14 de mayo de 2021

Mi abuela materna decía:"‘Hijo no coma mucho para que le den ganas de trabajar, si come de más se enfermará"

Al inicio de este año el doctor Manuel Medina me regaló el libro “Alarga Tu Esperanza de Vida. Cómo la Ciencia Nos Ayuda a Controlar, Frenar y Revertir el Proceso de Envejecimiento”, del doctor David A. Sinclair, profesor de genética en la Facultad de Medicina de Harvard. En este sorprendente libro, sostiene que el envejecimiento es una enfermedad, pero al mismo tiempo tratable. En su trabajo nos muestra los avances científicos y nos propone algunos cambios simples en el estilo de vida, que nos ayudarán a sentirnos más jóvenes y a estar más saludables por más tiempo, como el ayuno intermitente, la exposición al frío, hacer ejercicio con la intensidad adecuada y comer menos carne.

Trataré de exponer algunas ideas que Sinclair aborda en las páginas de su libro. En vez de luchar por la juventud, luchamos por la vida. O, más concretamente, luchamos contra la muerte. Y se pregunta: pero ¿y si no tiene por qué ser así? ¿Y si conseguimos alargar la juventud? ¿Y si no fuera necesario que nos preocupáramos por el paso del tiempo? Y contesta: Desde que tengo uso de razón he querido comprender por qué envejecemos.

También asegura que ha llegado a ver la vejez como una enfermedad, que se puede combatir, y de forma agresiva. Pero aclara, tampoco es lo mismo aumentar la longevidad que prolongar la vitalidad, esto es aumentar los años de vida. Para que esta, sea más activa, saludable y feliz, se está a la vuelta de la esquina.

Los investigadores aceptan que si se ralentiza el envejecimiento, se pueden prevenir las enfermedades; y por tanto, se puede retrasar la muerte. Nos habla de que los genes de la longevidad, no sólo alargan la vida, también hacen que sea más sana, de ahí que se puedan calificar como “genes de vitalidad”. Los genes con los que trabaja Sinclair, se llaman “sirtuinas”, por el gen SIR2 de la levadura, el primero que se descubrió. La activación de las sirtuinas puede mejorar la reparación del ADN, estimular la memoria, aumentar la resistencia física. También la diana de rapamicina, una familia de proteínas que regula el crecimiento y el metabolismo. Y aquí viene lo importante: hay un sinfín de factores estresantes capaces de activar los genes de la longevidad sin dañar la célula, entre los que se incluyen algunos ejercicios, el ayuno intermitente, las dietas bajas en proteínas y la exposición al frío y al calor. Esto es, podemos tomar medidas ahora mismo para vivir mucho más tiempo y mejor. La restricción calórica sin malnutrición, induce la longevidad en todas las formas de vida. Lo importante no es lo que comemos, sino cómo lo comemos ¿La combinación de ayuno y ejercicio puede aumentar tu esperanza de vida? Desde luego. Nuestros genes no evolucionaron viviendo una vida cómoda y fácil. Un poco de estrés de vez en cuando para inducir la hormesis nos viene fenomenal.

Así cierra su libro: “Yo no ofrezco consejos médicos. Soy investigador, no médico. De manera que, dicho todo esto, ¿qué es lo que yo hago? Tomo un gramo (mil miligramos) de NMN (suplemento con nicotinamida) todas las mañanas junto con un gramo de resveratrol (mezclado con yogur casero) y un gramo de metformina. Tomo una dosis diaria de vitamina D y vitamina K y 83 miligramos de aspirina. Me esfuerzo por mantener al mínimo la ingesta de azúcar, pan y pasta. Dejé los postres a los cuarenta años, aunque de vez en cuando los pruebo. Intento saltarme una comida al día, al menos, trato de que sea lo más pequeña posible. Mi apretada agenda laboral hace que casi todos los días de la semana me salte el almuerzo. Cada pocos meses, me sacan sangre en casa para analizarla en busca de muchos biomarcadores. Si dichos niveles no son óptimos, los modero con la comida o haciendo ejercicio. Intento andar mucho todos los días y subir escaleras. Voy al gimnasio casi todos los fines de semana con mi hijo Ben. Hacemos pesas, corremos un poco y vamos a la sauna antes de sumergirnos en una piscina de agua helada. Como muchas verduras y hortalizas e intento no comer carne de mamífero, a pesar de que está muy buena, sí hago ejercicio, sí como carne. No fumo. Intento evitar los plásticos calentados en el microondas, exponerme demasiado a los rayos UVA, los rayos X y los TAC. Intento estar en un ambiente fresco durante el día y también durante la noche”.

jshv0851@gmail.com

Al inicio de este año el doctor Manuel Medina me regaló el libro “Alarga Tu Esperanza de Vida. Cómo la Ciencia Nos Ayuda a Controlar, Frenar y Revertir el Proceso de Envejecimiento”, del doctor David A. Sinclair, profesor de genética en la Facultad de Medicina de Harvard. En este sorprendente libro, sostiene que el envejecimiento es una enfermedad, pero al mismo tiempo tratable. En su trabajo nos muestra los avances científicos y nos propone algunos cambios simples en el estilo de vida, que nos ayudarán a sentirnos más jóvenes y a estar más saludables por más tiempo, como el ayuno intermitente, la exposición al frío, hacer ejercicio con la intensidad adecuada y comer menos carne.

Trataré de exponer algunas ideas que Sinclair aborda en las páginas de su libro. En vez de luchar por la juventud, luchamos por la vida. O, más concretamente, luchamos contra la muerte. Y se pregunta: pero ¿y si no tiene por qué ser así? ¿Y si conseguimos alargar la juventud? ¿Y si no fuera necesario que nos preocupáramos por el paso del tiempo? Y contesta: Desde que tengo uso de razón he querido comprender por qué envejecemos.

También asegura que ha llegado a ver la vejez como una enfermedad, que se puede combatir, y de forma agresiva. Pero aclara, tampoco es lo mismo aumentar la longevidad que prolongar la vitalidad, esto es aumentar los años de vida. Para que esta, sea más activa, saludable y feliz, se está a la vuelta de la esquina.

Los investigadores aceptan que si se ralentiza el envejecimiento, se pueden prevenir las enfermedades; y por tanto, se puede retrasar la muerte. Nos habla de que los genes de la longevidad, no sólo alargan la vida, también hacen que sea más sana, de ahí que se puedan calificar como “genes de vitalidad”. Los genes con los que trabaja Sinclair, se llaman “sirtuinas”, por el gen SIR2 de la levadura, el primero que se descubrió. La activación de las sirtuinas puede mejorar la reparación del ADN, estimular la memoria, aumentar la resistencia física. También la diana de rapamicina, una familia de proteínas que regula el crecimiento y el metabolismo. Y aquí viene lo importante: hay un sinfín de factores estresantes capaces de activar los genes de la longevidad sin dañar la célula, entre los que se incluyen algunos ejercicios, el ayuno intermitente, las dietas bajas en proteínas y la exposición al frío y al calor. Esto es, podemos tomar medidas ahora mismo para vivir mucho más tiempo y mejor. La restricción calórica sin malnutrición, induce la longevidad en todas las formas de vida. Lo importante no es lo que comemos, sino cómo lo comemos ¿La combinación de ayuno y ejercicio puede aumentar tu esperanza de vida? Desde luego. Nuestros genes no evolucionaron viviendo una vida cómoda y fácil. Un poco de estrés de vez en cuando para inducir la hormesis nos viene fenomenal.

Así cierra su libro: “Yo no ofrezco consejos médicos. Soy investigador, no médico. De manera que, dicho todo esto, ¿qué es lo que yo hago? Tomo un gramo (mil miligramos) de NMN (suplemento con nicotinamida) todas las mañanas junto con un gramo de resveratrol (mezclado con yogur casero) y un gramo de metformina. Tomo una dosis diaria de vitamina D y vitamina K y 83 miligramos de aspirina. Me esfuerzo por mantener al mínimo la ingesta de azúcar, pan y pasta. Dejé los postres a los cuarenta años, aunque de vez en cuando los pruebo. Intento saltarme una comida al día, al menos, trato de que sea lo más pequeña posible. Mi apretada agenda laboral hace que casi todos los días de la semana me salte el almuerzo. Cada pocos meses, me sacan sangre en casa para analizarla en busca de muchos biomarcadores. Si dichos niveles no son óptimos, los modero con la comida o haciendo ejercicio. Intento andar mucho todos los días y subir escaleras. Voy al gimnasio casi todos los fines de semana con mi hijo Ben. Hacemos pesas, corremos un poco y vamos a la sauna antes de sumergirnos en una piscina de agua helada. Como muchas verduras y hortalizas e intento no comer carne de mamífero, a pesar de que está muy buena, sí hago ejercicio, sí como carne. No fumo. Intento evitar los plásticos calentados en el microondas, exponerme demasiado a los rayos UVA, los rayos X y los TAC. Intento estar en un ambiente fresco durante el día y también durante la noche”.

jshv0851@gmail.com