/ viernes 24 de julio de 2020

Marco Tulio Cicerón, fue el gran tribuno de Roma

Marco Tulio Cicerón, fue un político y elocuente orador romano, de la época de Cayo Julio César, que combatió con diatribas los excesos de los tiranos, y propugnaba lo que para él debiera ser la vida cívica y política, encuadrada en la honradez y la justicia social.

Cicerón nació en Arpino, Italia, en el año 106 a. C, en el seno de una familia de probada integridad y recibió en Roma una sólida educación, bajo la dirección del Arquias de Antoquia, quien lo catalogó como alumno sobre saliente y precoz en la enseñanza de oratoria y poesía; en tanto que la preparación filosófica estuvo a cargo de Filón de Larisa, y por lo que hace a la jurisprudencia en la escuela de los Escévola.

Cicerón habría querido ser un gran político, e incluso llegó obtener el cargo de Cónsul (la más alta magistratura de la Roma antigua) en el año 64 a. C., e incluso fue llamado Padre de la Patria por sus seguidores, pero no logró alcanzar sus metas personales en los agitados tiempos en que vivió, e incluso hubo quien considera que su actuar es muy discutible, a pesar de su republicanismo y su profunda honradez.

“Su gloria estriba en haber llevado el arte oratorio latino a la cumbre, tanto en la declamación de sus discursos, como en el texto escrito, lleno de belleza literaria, sinónimo de pureza en ese género oral, como en la teoría de la retórica, base de un alto y cívico concepto de su arte”, según se ha escrito de sus cualidades.

Empezó su carrera de orador en el año 81 a. C., y un año después ganó un pleito en contra de un favorito del dictador Lucio Cornelio Sila Félix, quien era entonces el todo poderoso de Roma.

Por prudencia viajó a Grecia y Asia, perfeccionándose de paso en sus estudios de filosofía y retórica; regresó a Roma a la muerte del tirano en 77 a. C., se casó con Terencia, quien le dio dos hijos, Tulia y Marco, entrando a la vida política romana en el año 75 con honradez, alcanzando el cargo de magistrado encargado de la administrar los fondos del erario) y poco más tarde obtiene la Pretura, cuyo ministerio era impartir justicia y se alineaba por abajo del Cónsul.

En el año 66 a. C., pronuncia el discurso Pro lege Manila, a favor de Cneo Pompeyo, al empezar su campaña contra Mitrídades (rey de Ponto), y busco la alianza de los nobles en contra de los demócratas para formar un partido moderado. Esta coalición lo llevó en el año 64 al consulado y a enfrentarse a Lucio Sergio Catilina, político romano perteneciente a la facción de los populares, quien era apoyado por un grupo revolucionario, incluido el futuro emperador Julio César.

Al pasarse Catilina a la ilegalidad por una conjuración para tomar el poder, Cicerón pronuncia sus célebres discursos identificados como las Catilinarias para denunciarlo, condenar a sus cómplices y perseguirlo, hasta causarle su muerte en el año 62 a. C.

Para esos tiempos, la escena política llega al grado de constituirse el primer triunvirato, formado por César, Pompeyo y Craso, quienes habían desterrado a Cicerón y destruidas sus propiedades, pero lo llamaron en el 57, preocupados por los excesos de Publio Clodio, que incluso agredió a los que reconstruían la casa de la familia.

Sin embargo, con su característica indecisión política, pues no sabía por quién decidirse al estallar la ruptura entre César y Pompeyo, y al final de cuentas apoyar a éste último, pero sin participar en encuentro bélico alguno. Sin embargo, Pompeyo es derrotado y Cicerón pide permiso para regresar a Roma, lo cual ocurre en el año 46; pronuncia algunos discursos en favor de algunos amigos, pero sin jugar ningún papel político.

Cicerón estaba abatido, pues enfrentaba los problemas del divorcio y la muerte de su hija, dedicándose a sus discursos y obras de retórica. El asesinato de Cayo Julio César en 44 a. C., le imprime la esperanza de una nueva república en la que él pudiera jugar un papel importante, pero el general Marco Antonio prepara el segundo triunvirato romano con Octavio Julio César (sobrino del asesinado Cayo Julio César) y Marco Emilio Lépido.

Cicerón decide atacar entonces al general Marco Antonio con sus piezas oratorias conocidas como Filípicas, en recuerdo a los discursos que pronunciara Demóstenes de Grecia, contra Filipo de Macedonia; por ello queda proscrito e intenta trata de huir, pero es rodeado por los soldados en Formias y muerto en dicho lugar en el año 43 a. C.

Existe una magnífica novela histórica, escrita por la escritora inglesa, Taylor Caldwelll, titulada “La Columna de Hierro”, basada en la vida y obra de Marco Tulio Cicerón, quien es descrito con lujo de detalles.

Aclaración: En la antigua Roma, un Tribuno era lo mismo un oficial del ejército, pero también se le adjudicaba ese nombre a ciertos hombres con rango senatorial, como fue el caso de Marco Tulio Cicerón.

¡Hasta la próxima!

Marco Tulio Cicerón, fue un político y elocuente orador romano, de la época de Cayo Julio César, que combatió con diatribas los excesos de los tiranos, y propugnaba lo que para él debiera ser la vida cívica y política, encuadrada en la honradez y la justicia social.

Cicerón nació en Arpino, Italia, en el año 106 a. C, en el seno de una familia de probada integridad y recibió en Roma una sólida educación, bajo la dirección del Arquias de Antoquia, quien lo catalogó como alumno sobre saliente y precoz en la enseñanza de oratoria y poesía; en tanto que la preparación filosófica estuvo a cargo de Filón de Larisa, y por lo que hace a la jurisprudencia en la escuela de los Escévola.

Cicerón habría querido ser un gran político, e incluso llegó obtener el cargo de Cónsul (la más alta magistratura de la Roma antigua) en el año 64 a. C., e incluso fue llamado Padre de la Patria por sus seguidores, pero no logró alcanzar sus metas personales en los agitados tiempos en que vivió, e incluso hubo quien considera que su actuar es muy discutible, a pesar de su republicanismo y su profunda honradez.

“Su gloria estriba en haber llevado el arte oratorio latino a la cumbre, tanto en la declamación de sus discursos, como en el texto escrito, lleno de belleza literaria, sinónimo de pureza en ese género oral, como en la teoría de la retórica, base de un alto y cívico concepto de su arte”, según se ha escrito de sus cualidades.

Empezó su carrera de orador en el año 81 a. C., y un año después ganó un pleito en contra de un favorito del dictador Lucio Cornelio Sila Félix, quien era entonces el todo poderoso de Roma.

Por prudencia viajó a Grecia y Asia, perfeccionándose de paso en sus estudios de filosofía y retórica; regresó a Roma a la muerte del tirano en 77 a. C., se casó con Terencia, quien le dio dos hijos, Tulia y Marco, entrando a la vida política romana en el año 75 con honradez, alcanzando el cargo de magistrado encargado de la administrar los fondos del erario) y poco más tarde obtiene la Pretura, cuyo ministerio era impartir justicia y se alineaba por abajo del Cónsul.

En el año 66 a. C., pronuncia el discurso Pro lege Manila, a favor de Cneo Pompeyo, al empezar su campaña contra Mitrídades (rey de Ponto), y busco la alianza de los nobles en contra de los demócratas para formar un partido moderado. Esta coalición lo llevó en el año 64 al consulado y a enfrentarse a Lucio Sergio Catilina, político romano perteneciente a la facción de los populares, quien era apoyado por un grupo revolucionario, incluido el futuro emperador Julio César.

Al pasarse Catilina a la ilegalidad por una conjuración para tomar el poder, Cicerón pronuncia sus célebres discursos identificados como las Catilinarias para denunciarlo, condenar a sus cómplices y perseguirlo, hasta causarle su muerte en el año 62 a. C.

Para esos tiempos, la escena política llega al grado de constituirse el primer triunvirato, formado por César, Pompeyo y Craso, quienes habían desterrado a Cicerón y destruidas sus propiedades, pero lo llamaron en el 57, preocupados por los excesos de Publio Clodio, que incluso agredió a los que reconstruían la casa de la familia.

Sin embargo, con su característica indecisión política, pues no sabía por quién decidirse al estallar la ruptura entre César y Pompeyo, y al final de cuentas apoyar a éste último, pero sin participar en encuentro bélico alguno. Sin embargo, Pompeyo es derrotado y Cicerón pide permiso para regresar a Roma, lo cual ocurre en el año 46; pronuncia algunos discursos en favor de algunos amigos, pero sin jugar ningún papel político.

Cicerón estaba abatido, pues enfrentaba los problemas del divorcio y la muerte de su hija, dedicándose a sus discursos y obras de retórica. El asesinato de Cayo Julio César en 44 a. C., le imprime la esperanza de una nueva república en la que él pudiera jugar un papel importante, pero el general Marco Antonio prepara el segundo triunvirato romano con Octavio Julio César (sobrino del asesinado Cayo Julio César) y Marco Emilio Lépido.

Cicerón decide atacar entonces al general Marco Antonio con sus piezas oratorias conocidas como Filípicas, en recuerdo a los discursos que pronunciara Demóstenes de Grecia, contra Filipo de Macedonia; por ello queda proscrito e intenta trata de huir, pero es rodeado por los soldados en Formias y muerto en dicho lugar en el año 43 a. C.

Existe una magnífica novela histórica, escrita por la escritora inglesa, Taylor Caldwelll, titulada “La Columna de Hierro”, basada en la vida y obra de Marco Tulio Cicerón, quien es descrito con lujo de detalles.

Aclaración: En la antigua Roma, un Tribuno era lo mismo un oficial del ejército, pero también se le adjudicaba ese nombre a ciertos hombres con rango senatorial, como fue el caso de Marco Tulio Cicerón.

¡Hasta la próxima!