/ domingo 9 de mayo de 2021

Libertad religiosa

Los fieles de La Luz del Mundo tienen el derecho de profesar la creencia religiosa que sea de su agrado, independientemente de que sus detractores califiquen su “fe ciega”, y a ellos como “fanáticos religiosos”, por seguir reconociendo el liderazgo espiritual del apóstol Naasón Joaquín García, quien enfrenta un proceso en el Tribunal Superior del Condado de Los Ángeles (Estados Unidos), esperando que muy pronto la verdad salga a la luz para poder recuperar su libertad y sus actividades al frente de la Iglesia.

De acuerdo con la legislación nacional e internacional, la fe y sentimientos religiosos de los miembros de esta comunidad deben ser respetados, incluso cuando hacen pública su alegría por el cumpleaños de su líder religioso, un acontecimiento que fue motivo de celebración en La Luz del Mundo este 7 de mayo.

Afirmó lo anterior porque en materia de libertad religiosa todo ser humano es libre de creer en lo que quiera, o si la persona lo decide, también es libre de no creer en nada o de cambiar de religión en el momento y en la circunstancia en que lo decida. Nadie puede negarle a los seres humanos este derecho, menos aún si consideramos que la conquista de la libertad religiosa ha sido una lucha de milenios, y que en el caso particular México dio sus primeros frutos cuando Don Benito Juárez García decretó la Ley de Libertad de Cultos, el 4 de diciembre de 1860.

Antes de la memorable obra de Juárez y los hombres de la Reforma, la iglesia católica en México ostentaba el monopolio religioso, tanto así que la sociedad mexicana se caracterizaba por ser en ese tiempo una sociedad católica y conservadora. Era tanto su poder en materia religiosa que esta institución controló por más de tres siglos la vida de los mexicanos desde su nacimiento y hasta la hora de su muerte.

La Constitución de 1917, que rige México hasta la fecha, garantizó la libertad de creencias, permitiendo para bien de nuestro país el florecimiento de la diversidad religiosa. Actualmente, el artículo 24 constitucional consagra el derecho de todos los mexicanos “a la libertad de convicciones éticas, de conciencia y de religión, y a tener o adoptar, en su caso, la de su agrado”.

Esto significa que cada persona es completamente libre para elegir su credo religioso, aunque existan personas que esto les parezca un absurdo, por estar convencidos que existen religiones sin derecho a existir.

Con leyes como la antes mencionada, la profesión de cualquier religión no debería generarle a las personas ningún problema de discriminación, un flagelo milenario que, por desgracia, sigue presente en nuestro tiempo, debido a que existen personas y grupos que incentivan el odio religioso contra algunas iglesias, pasando por alto que el derecho internacional reconoce en varios documentos la libertad religiosa. Tal es el caso de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que en su artículo 18 indica: “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”.

Hacen lo propio el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (artículos 18 y 27), la Convención de los Derechos del Niño (artículo 14) y la Convención Europea de Derechos Humanos (artículo 9).

Esta legislación internacional en materia de libertad religiosa garantiza a toda persona la expresión de su fe según sus propias convicciones, evitando con ello la práctica de la discriminación religiosa, que “puede manifestarse en la forma de limitación de su acceso a la enseñanza pública, a los servicios de salud o a los cargos públicos. En casos extremos, los miembros de las comunidades religiosas pueden ser encarcelados o asesinados debido a su afiliación o a sus creencias religiosas”, señala un artículo publicado en el sitio web de Naciones Unidas.

Lo más sano para una sociedad religiosamente plural como la nuestra es el respeto a la diversidad religiosa, y que las autoridades de gobierno sigan realizando acciones orientadas a fortalecer la libertad religiosa, que es la única forma de ganarle la batalla a la indeseable intolerancia religiosa.

Twitter: @armayacastro

Los fieles de La Luz del Mundo tienen el derecho de profesar la creencia religiosa que sea de su agrado, independientemente de que sus detractores califiquen su “fe ciega”, y a ellos como “fanáticos religiosos”, por seguir reconociendo el liderazgo espiritual del apóstol Naasón Joaquín García, quien enfrenta un proceso en el Tribunal Superior del Condado de Los Ángeles (Estados Unidos), esperando que muy pronto la verdad salga a la luz para poder recuperar su libertad y sus actividades al frente de la Iglesia.

De acuerdo con la legislación nacional e internacional, la fe y sentimientos religiosos de los miembros de esta comunidad deben ser respetados, incluso cuando hacen pública su alegría por el cumpleaños de su líder religioso, un acontecimiento que fue motivo de celebración en La Luz del Mundo este 7 de mayo.

Afirmó lo anterior porque en materia de libertad religiosa todo ser humano es libre de creer en lo que quiera, o si la persona lo decide, también es libre de no creer en nada o de cambiar de religión en el momento y en la circunstancia en que lo decida. Nadie puede negarle a los seres humanos este derecho, menos aún si consideramos que la conquista de la libertad religiosa ha sido una lucha de milenios, y que en el caso particular México dio sus primeros frutos cuando Don Benito Juárez García decretó la Ley de Libertad de Cultos, el 4 de diciembre de 1860.

Antes de la memorable obra de Juárez y los hombres de la Reforma, la iglesia católica en México ostentaba el monopolio religioso, tanto así que la sociedad mexicana se caracterizaba por ser en ese tiempo una sociedad católica y conservadora. Era tanto su poder en materia religiosa que esta institución controló por más de tres siglos la vida de los mexicanos desde su nacimiento y hasta la hora de su muerte.

La Constitución de 1917, que rige México hasta la fecha, garantizó la libertad de creencias, permitiendo para bien de nuestro país el florecimiento de la diversidad religiosa. Actualmente, el artículo 24 constitucional consagra el derecho de todos los mexicanos “a la libertad de convicciones éticas, de conciencia y de religión, y a tener o adoptar, en su caso, la de su agrado”.

Esto significa que cada persona es completamente libre para elegir su credo religioso, aunque existan personas que esto les parezca un absurdo, por estar convencidos que existen religiones sin derecho a existir.

Con leyes como la antes mencionada, la profesión de cualquier religión no debería generarle a las personas ningún problema de discriminación, un flagelo milenario que, por desgracia, sigue presente en nuestro tiempo, debido a que existen personas y grupos que incentivan el odio religioso contra algunas iglesias, pasando por alto que el derecho internacional reconoce en varios documentos la libertad religiosa. Tal es el caso de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que en su artículo 18 indica: “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”.

Hacen lo propio el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (artículos 18 y 27), la Convención de los Derechos del Niño (artículo 14) y la Convención Europea de Derechos Humanos (artículo 9).

Esta legislación internacional en materia de libertad religiosa garantiza a toda persona la expresión de su fe según sus propias convicciones, evitando con ello la práctica de la discriminación religiosa, que “puede manifestarse en la forma de limitación de su acceso a la enseñanza pública, a los servicios de salud o a los cargos públicos. En casos extremos, los miembros de las comunidades religiosas pueden ser encarcelados o asesinados debido a su afiliación o a sus creencias religiosas”, señala un artículo publicado en el sitio web de Naciones Unidas.

Lo más sano para una sociedad religiosamente plural como la nuestra es el respeto a la diversidad religiosa, y que las autoridades de gobierno sigan realizando acciones orientadas a fortalecer la libertad religiosa, que es la única forma de ganarle la batalla a la indeseable intolerancia religiosa.

Twitter: @armayacastro