/ lunes 22 de marzo de 2021

Las multas de tránsito y la pandemia

Con datos del portal de transparencia del municipio de Torreón, se pueden constatar que los ingresos por conceptos de multas en 2020, que a pesar de la pandemia, el confinamiento y la restricción de movilidad se incrementaron respecto al año 2019. En un análisis de estos ingresos, se recaudó el año pasado $66 millones de pesos (sin restricción de movilidad), mientras que en 2020 fueron un total de $69 millones, es decir, un 4.6% más que 2019. Del total de las multas, el 82% provienen de tránsito y vialidad, el 8% del transporte público, y el resto dividido entre multas por Policía municipal, Urbanismos y parquímetros. Esto equivale a una recaudación diaria de $189,000 pesos. Lo cierto, es que la pandemia afectó directamente esta recaudación, pues al estar menos vehículos en circulación, implicó una reducción en las multas, que a toda luz se puede ver, ya que la recaudación del mes de abril y mayo fue la más baja, con apenas $3.1 y $4.3 millones de pesos respectivamente. A diferencia de los meses de julio a septiembre que llegaron a recaudarse hasta $7.4 millones cada mes. Incluso, la recaudación vuelve a caer en los últimos meses del año, que casualmente también se vio una reducción en la movilidad, ya que atravesamos por otra crisis sanitaria, con aumentos de contagios, de defunciones y de saturación hospitalaria que nos obligó a resguardarnos nuevamente en nuestras casas. Es una realidad, que los elementos de tránsito han sido los peor evaluados por la ciudadanía, donde perciben más corrupción y menor confianza entre otras corporaciones. Pero, ¿Qué hacer para cambiar esta dinámica, que los ciudadanos perciben como prácticas recaudatorias y que siguen erosionando esta mala imagen de los elementos de tránsito? Primero, tenemos que reconocer el tema de vialidad como un problema sistémico, que lo alimentan los malos ciudadanos y también los malos elementos. Entender que no todo es recaudatorio, y que sí es posible implementar políticas “preventivas”, en vez de “reactivas”. Nos falta educación vial, sin duda, pero esta debe ir acompañada también del diseño de infraestructuras viales más seguras. Podemos empezar porque impere siempre el respeto del tránsito al ciudadano, pero también del ciudadano al tránsito.

Con datos del portal de transparencia del municipio de Torreón, se pueden constatar que los ingresos por conceptos de multas en 2020, que a pesar de la pandemia, el confinamiento y la restricción de movilidad se incrementaron respecto al año 2019. En un análisis de estos ingresos, se recaudó el año pasado $66 millones de pesos (sin restricción de movilidad), mientras que en 2020 fueron un total de $69 millones, es decir, un 4.6% más que 2019. Del total de las multas, el 82% provienen de tránsito y vialidad, el 8% del transporte público, y el resto dividido entre multas por Policía municipal, Urbanismos y parquímetros. Esto equivale a una recaudación diaria de $189,000 pesos. Lo cierto, es que la pandemia afectó directamente esta recaudación, pues al estar menos vehículos en circulación, implicó una reducción en las multas, que a toda luz se puede ver, ya que la recaudación del mes de abril y mayo fue la más baja, con apenas $3.1 y $4.3 millones de pesos respectivamente. A diferencia de los meses de julio a septiembre que llegaron a recaudarse hasta $7.4 millones cada mes. Incluso, la recaudación vuelve a caer en los últimos meses del año, que casualmente también se vio una reducción en la movilidad, ya que atravesamos por otra crisis sanitaria, con aumentos de contagios, de defunciones y de saturación hospitalaria que nos obligó a resguardarnos nuevamente en nuestras casas. Es una realidad, que los elementos de tránsito han sido los peor evaluados por la ciudadanía, donde perciben más corrupción y menor confianza entre otras corporaciones. Pero, ¿Qué hacer para cambiar esta dinámica, que los ciudadanos perciben como prácticas recaudatorias y que siguen erosionando esta mala imagen de los elementos de tránsito? Primero, tenemos que reconocer el tema de vialidad como un problema sistémico, que lo alimentan los malos ciudadanos y también los malos elementos. Entender que no todo es recaudatorio, y que sí es posible implementar políticas “preventivas”, en vez de “reactivas”. Nos falta educación vial, sin duda, pero esta debe ir acompañada también del diseño de infraestructuras viales más seguras. Podemos empezar porque impere siempre el respeto del tránsito al ciudadano, pero también del ciudadano al tránsito.