/ viernes 7 de mayo de 2021

Las consecuencias del coronavirus todavía son impredecibles

Las secuelas del coronavirus son tan preocupantes como la enfermedad misma, o tal vez de mayores consecuencias. Las manifestaciones del COVID-19, entre otras, son temperatura elevada, cansancio, tos seca, disminución de la oxigenación, afectación de los pulmones, también otras personas revelan dolores, congestión y secreción nasal, dolor de garganta, diarrea, pérdida del olfato y sabor. En mi caso las señales fueron cansancio, sueño y baja oxigenación. En cambio las secuelas han sido, frío en la espalda ante cualquier descenso de la temperatura, por menor que éste sea, adormecimiento de los dedos pulgares, secreciones nasales. Se me incrementó la graduación en mis anteojos, la mano derecha me temblaba de vez en cuando, un poco, cuando tomaba una taza por el asa, y después del COVID-19 el temblor aumentó. Sin duda, creo que el COVID-19 potencia las manifestaciones de nuestras enfermedades.


En el periodo que enfrenté al COVID-19, desafortunadamente varios amigos también lo padecieron. Y la etapa postCOVID, ha sido muy diferente para cada uno de nosotros. Algunos hemos salido más rápido, otros aún están enfrentando serias secuelas. Otros se cansan mucho al subir escaleras, les falta aire, les exige una respiración más profunda y más rápida.


He escuchado que si tenías migrañas, ahora son más recurrentes. Los que padecían arritmias ahora se quejan de que son más frecuentes. De las pláticas de cómo nos está yendo con los efectos del postCOVID se desprenden varias secuelas. Entre ellas, molestias en las articulaciones de rodillas y codos, dolor de cabeza, pérdida de cabello, falta de concentración, olvidos, pérdida del gusto y del olfato, afectaciones en el sistema respiratorio y desequilibrios al caminar. Disminución en la capacidad respiratoria, insuficiencia cardíaca e hipertensión arterial. Y en general, afectación del sistema nervioso. Sin embargo, una de las preocupaciones es en dónde se llevará a cabo la rehabilitación neurológica, pulmonar y articular que se requiere para atender a los sufrimientos del postCOVID.


Además están los problemas del encierro por la pandemia. Económicos, sociales, de salud y los emocionales. Que también son de graves consecuencias. Pero más lamentables, las pérdidas humanas que provoca el coronavirus. De acuerdo con la encuesta del periódico “El Universal”, de la Ciudad de México, realizada el 28 de marzo de este año, el 52.5 por ciento de las personas declara que se vio afectada su economía por el confinamiento. De ese universo, el 30.8 por ciento perdió el empleo, el 27.6 por ciento expresó que se redujo su salario, el 11.9 por ciento dijo que disminuyeron las horas de trabajo y un porcentaje igual mencionó que tuvo que cerrar su negocio. El 40 por ciento manifestó que el encierro afectó su salud física, y un mismo porcentaje su situación emocional. Y el 20 por ciento que se dañaron sus relaciones familiares. En relación con la educación recibida por los niños y los adolescentes el 77.7 por ciento señaló que es mucho peor o peor que antes. El 90 por ciento manifestó que sí sufre un nivel de afectación de diferente tipo.


Además de los problemas del proceso enseñanza-aprendizaje, en anteriores artículos he expresado que en el salón de clase se construye parte de nuestro entramado social y emocional, que hoy no se da. Pero también en las plazas de los barrios y en los patios de las escuelas, las decisiones de con quienes jugar, de cómo armar los equipos son, en cierta medida, procesos de negociación que requerimos para nuestro desarrollo social y en el futuro laboral. Incluso el intercambio de figuritas nos inició en la formalización de la economía. Pues las diferentes cesiones y préstamos, por elementales que parezcan, dan paso a la noción del dinero y al precio de las cosas. Y estos juegos y prácticas de los niños y adolescentes, los impide el confinamiento. Lo que se está perdiendo a causa de la pandemia, todavía no lo dimensionamos. El filósofo Rousseau vislumbró que las reglas de la ciudadanía se aprenden en la discordia, que se da en el patio, en el espacio más elemental, ahí está el caldo de cultivo que posibilita la construcción del respeto a la ley. Esto es, en el patio es donde con las más elementales transacciones, se va moldeando la noción de justicia. Hoy las consecuencias que nos está dejando el coronavirus apenas las estamos asimilando, no sabemos a ciencia cierta la dimensión de las mismas.


jshv0851@gmail.com

Las secuelas del coronavirus son tan preocupantes como la enfermedad misma, o tal vez de mayores consecuencias. Las manifestaciones del COVID-19, entre otras, son temperatura elevada, cansancio, tos seca, disminución de la oxigenación, afectación de los pulmones, también otras personas revelan dolores, congestión y secreción nasal, dolor de garganta, diarrea, pérdida del olfato y sabor. En mi caso las señales fueron cansancio, sueño y baja oxigenación. En cambio las secuelas han sido, frío en la espalda ante cualquier descenso de la temperatura, por menor que éste sea, adormecimiento de los dedos pulgares, secreciones nasales. Se me incrementó la graduación en mis anteojos, la mano derecha me temblaba de vez en cuando, un poco, cuando tomaba una taza por el asa, y después del COVID-19 el temblor aumentó. Sin duda, creo que el COVID-19 potencia las manifestaciones de nuestras enfermedades.


En el periodo que enfrenté al COVID-19, desafortunadamente varios amigos también lo padecieron. Y la etapa postCOVID, ha sido muy diferente para cada uno de nosotros. Algunos hemos salido más rápido, otros aún están enfrentando serias secuelas. Otros se cansan mucho al subir escaleras, les falta aire, les exige una respiración más profunda y más rápida.


He escuchado que si tenías migrañas, ahora son más recurrentes. Los que padecían arritmias ahora se quejan de que son más frecuentes. De las pláticas de cómo nos está yendo con los efectos del postCOVID se desprenden varias secuelas. Entre ellas, molestias en las articulaciones de rodillas y codos, dolor de cabeza, pérdida de cabello, falta de concentración, olvidos, pérdida del gusto y del olfato, afectaciones en el sistema respiratorio y desequilibrios al caminar. Disminución en la capacidad respiratoria, insuficiencia cardíaca e hipertensión arterial. Y en general, afectación del sistema nervioso. Sin embargo, una de las preocupaciones es en dónde se llevará a cabo la rehabilitación neurológica, pulmonar y articular que se requiere para atender a los sufrimientos del postCOVID.


Además están los problemas del encierro por la pandemia. Económicos, sociales, de salud y los emocionales. Que también son de graves consecuencias. Pero más lamentables, las pérdidas humanas que provoca el coronavirus. De acuerdo con la encuesta del periódico “El Universal”, de la Ciudad de México, realizada el 28 de marzo de este año, el 52.5 por ciento de las personas declara que se vio afectada su economía por el confinamiento. De ese universo, el 30.8 por ciento perdió el empleo, el 27.6 por ciento expresó que se redujo su salario, el 11.9 por ciento dijo que disminuyeron las horas de trabajo y un porcentaje igual mencionó que tuvo que cerrar su negocio. El 40 por ciento manifestó que el encierro afectó su salud física, y un mismo porcentaje su situación emocional. Y el 20 por ciento que se dañaron sus relaciones familiares. En relación con la educación recibida por los niños y los adolescentes el 77.7 por ciento señaló que es mucho peor o peor que antes. El 90 por ciento manifestó que sí sufre un nivel de afectación de diferente tipo.


Además de los problemas del proceso enseñanza-aprendizaje, en anteriores artículos he expresado que en el salón de clase se construye parte de nuestro entramado social y emocional, que hoy no se da. Pero también en las plazas de los barrios y en los patios de las escuelas, las decisiones de con quienes jugar, de cómo armar los equipos son, en cierta medida, procesos de negociación que requerimos para nuestro desarrollo social y en el futuro laboral. Incluso el intercambio de figuritas nos inició en la formalización de la economía. Pues las diferentes cesiones y préstamos, por elementales que parezcan, dan paso a la noción del dinero y al precio de las cosas. Y estos juegos y prácticas de los niños y adolescentes, los impide el confinamiento. Lo que se está perdiendo a causa de la pandemia, todavía no lo dimensionamos. El filósofo Rousseau vislumbró que las reglas de la ciudadanía se aprenden en la discordia, que se da en el patio, en el espacio más elemental, ahí está el caldo de cultivo que posibilita la construcción del respeto a la ley. Esto es, en el patio es donde con las más elementales transacciones, se va moldeando la noción de justicia. Hoy las consecuencias que nos está dejando el coronavirus apenas las estamos asimilando, no sabemos a ciencia cierta la dimensión de las mismas.


jshv0851@gmail.com

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