/ domingo 13 de marzo de 2022

La violencia en el futbol

En su definición más corta, la violencia es el uso de la fuerza para conseguir un fin, especialmente para dominar a alguien o imponer algo.

Dicho concepto está estrechamente relacionado con las barras de futbol, algo que quedó claro ayer en el partido entre Querétaro y Atlas, en el Estadio Corregidora, donde los porras de ambos equipos protagonizaron una pelea campal en las gradas, cancha y fuera del inmueble.

Los que estudian el comportamiento humano coinciden en que la conducta agresiva de los aficionados se debe a varios factores, entre ellos el fenómeno de la imitación, que se produce regularmente en las masas y que reproduce emociones de ira, cólera y rabia, agravado con el consumo de alcohol y drogas.

"Las personas que conforman las barras (algunas con antecedentes penales o violentas), el ingreso de objetos no permitidos a los estadios, el consumo de alcohol, falta de control, falta de protocolos y porque no decir incapacidad de las autoridades o los responsables de Protección Civil en el manejo de masas en eventos, inclusive estos aficionados ya enervados por sustancias tóxicas se vuelven 'valientes' al estar en grupo, en general, todos estos ingredientes favorece y facilitan que se presenten estas conductas.

La intimidación, agresiones físicas y verbales, son parte del ritual de las barras que terminan por afectar la percepción que se tiene del futbol y de los valores que fomenta el deporte.

"Se supone que muchos asisten para desahogar esa energía por medio de los gritos, saltos, cantos, pero parece que se alinean para fomentar la violencia, para violentar a los demás , uno comenzó y los demás lo siguieron, o un par comenzó y los demás continuaron, y hasta donde tope sacando los más bajos instintos en lo que a violencia se refiere, defiendo mi territorio como los animales y aquí solo mandamos nosotros, la

Manada.

Qué sigue:

Revisar, analizar, investigar, exponer, denunciar, capacitar, proponer, escuchar nuevas ideas, ampliar los protocolos para partidos de alto riesgo, inclusive no permitir la entrada a porras visitantes al estadio y revisar las relaciones entre clubes y porras, analizar la venta de alcohol, como la venta solo medio tiempo o nada a estas porras.

Una amplia Reflexión de esto que sucedió.

Por otro lado, y analizando, resulta difícil entender la saña con la que barristas de ambos equipos se violentaron ayer en uno de los episodios más tristes en la historia del deporte mexicano y mundial.

Que hoy perdió el fútbol, dicen.

¿No? Hoy perdió la cordura, la humanidad, la calidez, la empatía, el respeto hacia la vida.

Qué tipo coraje, que tipo de resentimiento debe llevar una persona para actuar con tal violencia? De tal manera que le incite a golpear a un cuerpo inerte, desnudo, vulnerable...

¿Qué hay en el corazón de esas personas que, a la más mínima provocación se encienden para dejar salir su lado más primitivo y animal? ¿De quien son hijos estos hombres que hoy, de manera salvaje, repugnante, primitiva y sin razón, han golpeado a otro de manera abusiva, montonera, llena de odio y sin compasión?

Cuerpos que además de golpeados y agonizantes, fueron despojados de sus ropas en la más asquerosa humillación, sexualizando de manera vil el último aliento.

¿Qué hay dentro de la mente y el corazón de quién se ciega, y suelta años de rencores en un cuerpo que ya no responde?

¿En qué momento un espacio festivo, deportivo, FAMILIAR, se volvió una masacre donde había niños asustados, escondidos, aterrados?

No, hoy no solo perdió el fútbol. Perdió la sociedad, indiferente. Perdió la niñez, manchada con un acontecimiento brutal. Perdieron las autoridades, que voltearon hacia otro lado. Perdió la humanidad, que permitió ver a personas pasar encima de cuerpos agonizantes sin detenerse a ayudar.

Hoy perdió lo que nos hace humanos, la racionalidad.

¿Hasta cuándo vamos a comprender que la manera en la que somos criados será lo que defina nuestro futuro?

¿Cuando dejaremos de normalizar la violencia?

Sin darnos cuenta de cuanto estamos fallando como sociedad.

Es mi opinión

En su definición más corta, la violencia es el uso de la fuerza para conseguir un fin, especialmente para dominar a alguien o imponer algo.

Dicho concepto está estrechamente relacionado con las barras de futbol, algo que quedó claro ayer en el partido entre Querétaro y Atlas, en el Estadio Corregidora, donde los porras de ambos equipos protagonizaron una pelea campal en las gradas, cancha y fuera del inmueble.

Los que estudian el comportamiento humano coinciden en que la conducta agresiva de los aficionados se debe a varios factores, entre ellos el fenómeno de la imitación, que se produce regularmente en las masas y que reproduce emociones de ira, cólera y rabia, agravado con el consumo de alcohol y drogas.

"Las personas que conforman las barras (algunas con antecedentes penales o violentas), el ingreso de objetos no permitidos a los estadios, el consumo de alcohol, falta de control, falta de protocolos y porque no decir incapacidad de las autoridades o los responsables de Protección Civil en el manejo de masas en eventos, inclusive estos aficionados ya enervados por sustancias tóxicas se vuelven 'valientes' al estar en grupo, en general, todos estos ingredientes favorece y facilitan que se presenten estas conductas.

La intimidación, agresiones físicas y verbales, son parte del ritual de las barras que terminan por afectar la percepción que se tiene del futbol y de los valores que fomenta el deporte.

"Se supone que muchos asisten para desahogar esa energía por medio de los gritos, saltos, cantos, pero parece que se alinean para fomentar la violencia, para violentar a los demás , uno comenzó y los demás lo siguieron, o un par comenzó y los demás continuaron, y hasta donde tope sacando los más bajos instintos en lo que a violencia se refiere, defiendo mi territorio como los animales y aquí solo mandamos nosotros, la

Manada.

Qué sigue:

Revisar, analizar, investigar, exponer, denunciar, capacitar, proponer, escuchar nuevas ideas, ampliar los protocolos para partidos de alto riesgo, inclusive no permitir la entrada a porras visitantes al estadio y revisar las relaciones entre clubes y porras, analizar la venta de alcohol, como la venta solo medio tiempo o nada a estas porras.

Una amplia Reflexión de esto que sucedió.

Por otro lado, y analizando, resulta difícil entender la saña con la que barristas de ambos equipos se violentaron ayer en uno de los episodios más tristes en la historia del deporte mexicano y mundial.

Que hoy perdió el fútbol, dicen.

¿No? Hoy perdió la cordura, la humanidad, la calidez, la empatía, el respeto hacia la vida.

Qué tipo coraje, que tipo de resentimiento debe llevar una persona para actuar con tal violencia? De tal manera que le incite a golpear a un cuerpo inerte, desnudo, vulnerable...

¿Qué hay en el corazón de esas personas que, a la más mínima provocación se encienden para dejar salir su lado más primitivo y animal? ¿De quien son hijos estos hombres que hoy, de manera salvaje, repugnante, primitiva y sin razón, han golpeado a otro de manera abusiva, montonera, llena de odio y sin compasión?

Cuerpos que además de golpeados y agonizantes, fueron despojados de sus ropas en la más asquerosa humillación, sexualizando de manera vil el último aliento.

¿Qué hay dentro de la mente y el corazón de quién se ciega, y suelta años de rencores en un cuerpo que ya no responde?

¿En qué momento un espacio festivo, deportivo, FAMILIAR, se volvió una masacre donde había niños asustados, escondidos, aterrados?

No, hoy no solo perdió el fútbol. Perdió la sociedad, indiferente. Perdió la niñez, manchada con un acontecimiento brutal. Perdieron las autoridades, que voltearon hacia otro lado. Perdió la humanidad, que permitió ver a personas pasar encima de cuerpos agonizantes sin detenerse a ayudar.

Hoy perdió lo que nos hace humanos, la racionalidad.

¿Hasta cuándo vamos a comprender que la manera en la que somos criados será lo que defina nuestro futuro?

¿Cuando dejaremos de normalizar la violencia?

Sin darnos cuenta de cuanto estamos fallando como sociedad.

Es mi opinión