/ miércoles 10 de junio de 2020

La simpleza del discurso presidencial

Estimado lector, a nadie debe extrañarle la obsesión del Presidente de la República por querer controlar la narrativa de los temas. Desde el inicio de su Administración, denomino a su Gobierno como la “Cuarta Transformación”, una idea que busca equiparar su gestión a los grandes sucesos históricos de nuestro país.

Ante el Covid, se presentó un personaje de caricatura como eje de la política del gobierno, y no me refiero al Subsecretario López-Gatell, que un día si y otro también habla al mismo tiempo de una curva plana de una crisis de pandemia, sino a “Susana Distancia”, que inclusive llegaron a promocionar la idea de un convenio con Disney para crear una serie animada sobre ella.

Así mismo, se hablo de “municipios de la esperanza”, como nuevo calificativo a ciudades que el Presidente quiso catalogar así, pero que su realidad es poco menos que esperanzadora: la mayoría de estas ciudades se encuentran alejadas de los grandes centros urbanos, y no se les proporcionó ningún tipo de presupuesto adicional por parte del Gobierno Federal. Eran municipios de la esperanza por la desesperanza habitual de sus habitantes, y abandonaron sin pena ni gloria la narrativa del Presidente.

Esta semana, el Presidente ha presentado un nuevo tema a la opinión pública: Un documento “confidencial” que le hicieron llegar de manera misteriosa, donde se anuncia una supuesta conspiración prácticamente transnacional, para derrocar su gobierno, y ante eso, valdría la pena hacer unas cuentas aclaraciones:

a) Suena muy sorprendente que, en una conspiración de tan gran calado, se tuviera que hacer un documento para especificar puntos tan obvios, como si se buscara generar evidencias forzosamente.

b) En México y en todos los países democráticos, el disenso político es un elemento de su vida diaria. El estar en desacuerdo no es algo motivo de conspiraciones, y buscar cambiar un gobierno no es sino una extensión del derecho básico a votar y ser votado.

Me queda claro que la intención del Presidente es curarse en salud, y tratar de inocularse ante un escenario hipotético: ante la perdida sorprendente de popularidad que ha conllevado el destruir la economía e ignorar las medidas básicas de prevención ante la pandemia del COVID-19, el Presidente confía en construir una mayoría artificial a base de grupos clientelares, y evitar a toda costa que todos sus disidentes consideren unirse en un futuro como mecanismo para exigir su salida a través de la vía democrática.

El Presidente no es docto en economía, en derecho, en turismo, en salud, en finanzas, en educación, o en muchas otras materias, pero si en algo no se le puede negar su tino, es en el área política:

1.- Con su nuevo tema, encausa a sus simpatizantes a creer que existe una conspiración contra todos ellos, para unirlos en torno a la noción de vencer a un enemigo, no a defender los logros de gobierno que simplemente no llegan.

2.- Obliga a sus detractores a distanciarse entre sí, y a enfocarse más en sus diferencias que en sus puntos en común, por temor a generar una profecía pigmaleonica, impidiendo la formación de una mayoría real.

3.- En el caso que sí llegue a conformarse una coalición opositora en algún modo u otro, el Presidente rescatará su tradicional discurso de víctima, buscando recuperar una legitimidad electoral.

Estimado lector, no hay que caer en provocaciones ni en los temas del Presidente, y tengamos presente las verdaderas prioridades. México nos necesita más que nunca.

Estimado lector, a nadie debe extrañarle la obsesión del Presidente de la República por querer controlar la narrativa de los temas. Desde el inicio de su Administración, denomino a su Gobierno como la “Cuarta Transformación”, una idea que busca equiparar su gestión a los grandes sucesos históricos de nuestro país.

Ante el Covid, se presentó un personaje de caricatura como eje de la política del gobierno, y no me refiero al Subsecretario López-Gatell, que un día si y otro también habla al mismo tiempo de una curva plana de una crisis de pandemia, sino a “Susana Distancia”, que inclusive llegaron a promocionar la idea de un convenio con Disney para crear una serie animada sobre ella.

Así mismo, se hablo de “municipios de la esperanza”, como nuevo calificativo a ciudades que el Presidente quiso catalogar así, pero que su realidad es poco menos que esperanzadora: la mayoría de estas ciudades se encuentran alejadas de los grandes centros urbanos, y no se les proporcionó ningún tipo de presupuesto adicional por parte del Gobierno Federal. Eran municipios de la esperanza por la desesperanza habitual de sus habitantes, y abandonaron sin pena ni gloria la narrativa del Presidente.

Esta semana, el Presidente ha presentado un nuevo tema a la opinión pública: Un documento “confidencial” que le hicieron llegar de manera misteriosa, donde se anuncia una supuesta conspiración prácticamente transnacional, para derrocar su gobierno, y ante eso, valdría la pena hacer unas cuentas aclaraciones:

a) Suena muy sorprendente que, en una conspiración de tan gran calado, se tuviera que hacer un documento para especificar puntos tan obvios, como si se buscara generar evidencias forzosamente.

b) En México y en todos los países democráticos, el disenso político es un elemento de su vida diaria. El estar en desacuerdo no es algo motivo de conspiraciones, y buscar cambiar un gobierno no es sino una extensión del derecho básico a votar y ser votado.

Me queda claro que la intención del Presidente es curarse en salud, y tratar de inocularse ante un escenario hipotético: ante la perdida sorprendente de popularidad que ha conllevado el destruir la economía e ignorar las medidas básicas de prevención ante la pandemia del COVID-19, el Presidente confía en construir una mayoría artificial a base de grupos clientelares, y evitar a toda costa que todos sus disidentes consideren unirse en un futuro como mecanismo para exigir su salida a través de la vía democrática.

El Presidente no es docto en economía, en derecho, en turismo, en salud, en finanzas, en educación, o en muchas otras materias, pero si en algo no se le puede negar su tino, es en el área política:

1.- Con su nuevo tema, encausa a sus simpatizantes a creer que existe una conspiración contra todos ellos, para unirlos en torno a la noción de vencer a un enemigo, no a defender los logros de gobierno que simplemente no llegan.

2.- Obliga a sus detractores a distanciarse entre sí, y a enfocarse más en sus diferencias que en sus puntos en común, por temor a generar una profecía pigmaleonica, impidiendo la formación de una mayoría real.

3.- En el caso que sí llegue a conformarse una coalición opositora en algún modo u otro, el Presidente rescatará su tradicional discurso de víctima, buscando recuperar una legitimidad electoral.

Estimado lector, no hay que caer en provocaciones ni en los temas del Presidente, y tengamos presente las verdaderas prioridades. México nos necesita más que nunca.