/ viernes 23 de abril de 2021

La señora María, una profesora ejemplar de educación básica

En Viesca, Coahuila, mi mamá Manuela Vélez Adriano, estudió su educación primaria. Según consta en su certificado expedido por la Dirección General de Educación Pública del Estado de Coahuila de Zaragoza, siendo director general, el profesor Rubén Moreira Cobos. Y la directora de la Escuela Primaria “General Andrés S. Viesca” la profesora María Ignacia Martínez de Loza. La señora María, como se le conocía en Viesca. Era una señora profesora, inspiraba respeto y reconocimiento. Ella impulsó a muchos jóvenes para que continuaran sus estudios. Varios jóvenes terminaron su educación profesional o su formación normalista. Goyito Martínez Valdés incluso, realizó un doctorado. Cuando en Viesca la única oportunidad educativa era la educación básica. Para estudiar la secundaria muchos se iban a San Pedro de las Colonias. En el caso de Goyito, después de San Pedro, se fue a Saltillo a la Escuela Superior de Agricultura Antonio Narro, que después perteneció a la Universidad de Coahuila.

En particular, algunos jóvenes de Viesca estudiaron la carrera de ingeniería naval. En las fiestas del aniversario del Santo Patrono de Viesca, Santiago Apóstol, en la coronación de la reina, esos jóvenes la acompañaban vestidos de marinos, me impresionaba porque no ubicaba en esos años, qué los había motivado para estudiar esa carrera. Ya que para esa época habían desaparecido los manantiales de Viesca. Ni agua había. Creo que muchos de los jóvenes que estudiaron en esos tiempos una carrera profesional, fueron motivados por la señora María. Mi mamá, que sólo terminó su formación de educación primaria, se inspiró en la profesora María, para después llevar a sus hijos a la ciudad de Torreón, Coahuila, a estudiar la educación superior. Mi mamá convivió con su tía Rosa que trabajaba en la botica del pueblo, donde abrigó la idea de que sus hijos estudiaran carreras profesionales, como los hijos del boticario. En aquellos años, en el rancho minero en el que vivimos, los jóvenes, no salían a estudiar a la ciudad una carrera universitaria. Doña María, que fue además profesora de mi mamá y con quien empezó a capacitarse para ser profesora, también influyó en ella para que sus hijos estudiaran carreras profesionales, y también sus sobrinas.

Goyito Martínez que fue alumno de doña María en el sexto año de la primaria (1947-1948), la describía así: En tu memoria permanece su imagen física: aquella señora alta, blanca de cuarenta y pocos años cuando fuiste su alumno; aquella señora de espalda ancha y aspecto vigoroso, anteojos bifocales, cabello castaño corto y semicano, apenas ondulado, nariz ligeramente aquilina, mirada penetrante a veces inquisitiva, a veces dura, en ocasiones irónica, en ocasiones bondadosa, siempre envolvente, voz clara y pausada; su arreglo personal sin más afeites que un poco de carmín en los labios, con broche en el pelo, un reloj sobrio, sus blusas claras y sus faldas oscuras, sus vestidos rectos, conservadores, con cinturón. Decía además Goyito que “Tu primera impresión es que bastaba decir señora María, para que todo Viesca supiera de quién se trataba. No era menester mencionar su doble nombre (María Ignacia), ni sus apellidos de soltera (Martínez Moreno) ni de casada (de Loza): señora María, era suficiente: denotaba al personaje y connotaba rasgos y dimensiones de su personalidad”.

Nativa de Viesca, donde nació en 1902, la señora María se había graduado en la Normal de Nuevo León en 1922, aunque había cursado su carrera en la Normal de Coahuila, en Saltillo, merced a una beca ganada por su esfuerzo, ya que su familia era de condición modesta. Recién graduada, enseñó en Viesca y en Matamoros entre 1923 y 1926 y luego en Agujita, Coahuila, en este último lugar de 1927 a 1937, ya casada con don Pepe Loza, el afable jefe de telégrafos durante muchos años.

A Viesca regresó en 1937 y permaneció allí durante 26 años. Dirigió la escuela primaria, para entonces tenía ya carrera y prestigio consolidados. La señora María irradiaba y ejercía una autoridad indiscutible en el campo educativo, una autoridad ganada a base de talento y dedicación en un ambiente pobre, carente de estímulos. Centenares de viesquenses pasaron por sus manos moldeadoras, la mayoría de los cuales no iban más allá de la escuela primaria, menos en aquellos años. La señora María murió en 1986 en San Pedro.

jshv0851@gmail.com

En Viesca, Coahuila, mi mamá Manuela Vélez Adriano, estudió su educación primaria. Según consta en su certificado expedido por la Dirección General de Educación Pública del Estado de Coahuila de Zaragoza, siendo director general, el profesor Rubén Moreira Cobos. Y la directora de la Escuela Primaria “General Andrés S. Viesca” la profesora María Ignacia Martínez de Loza. La señora María, como se le conocía en Viesca. Era una señora profesora, inspiraba respeto y reconocimiento. Ella impulsó a muchos jóvenes para que continuaran sus estudios. Varios jóvenes terminaron su educación profesional o su formación normalista. Goyito Martínez Valdés incluso, realizó un doctorado. Cuando en Viesca la única oportunidad educativa era la educación básica. Para estudiar la secundaria muchos se iban a San Pedro de las Colonias. En el caso de Goyito, después de San Pedro, se fue a Saltillo a la Escuela Superior de Agricultura Antonio Narro, que después perteneció a la Universidad de Coahuila.

En particular, algunos jóvenes de Viesca estudiaron la carrera de ingeniería naval. En las fiestas del aniversario del Santo Patrono de Viesca, Santiago Apóstol, en la coronación de la reina, esos jóvenes la acompañaban vestidos de marinos, me impresionaba porque no ubicaba en esos años, qué los había motivado para estudiar esa carrera. Ya que para esa época habían desaparecido los manantiales de Viesca. Ni agua había. Creo que muchos de los jóvenes que estudiaron en esos tiempos una carrera profesional, fueron motivados por la señora María. Mi mamá, que sólo terminó su formación de educación primaria, se inspiró en la profesora María, para después llevar a sus hijos a la ciudad de Torreón, Coahuila, a estudiar la educación superior. Mi mamá convivió con su tía Rosa que trabajaba en la botica del pueblo, donde abrigó la idea de que sus hijos estudiaran carreras profesionales, como los hijos del boticario. En aquellos años, en el rancho minero en el que vivimos, los jóvenes, no salían a estudiar a la ciudad una carrera universitaria. Doña María, que fue además profesora de mi mamá y con quien empezó a capacitarse para ser profesora, también influyó en ella para que sus hijos estudiaran carreras profesionales, y también sus sobrinas.

Goyito Martínez que fue alumno de doña María en el sexto año de la primaria (1947-1948), la describía así: En tu memoria permanece su imagen física: aquella señora alta, blanca de cuarenta y pocos años cuando fuiste su alumno; aquella señora de espalda ancha y aspecto vigoroso, anteojos bifocales, cabello castaño corto y semicano, apenas ondulado, nariz ligeramente aquilina, mirada penetrante a veces inquisitiva, a veces dura, en ocasiones irónica, en ocasiones bondadosa, siempre envolvente, voz clara y pausada; su arreglo personal sin más afeites que un poco de carmín en los labios, con broche en el pelo, un reloj sobrio, sus blusas claras y sus faldas oscuras, sus vestidos rectos, conservadores, con cinturón. Decía además Goyito que “Tu primera impresión es que bastaba decir señora María, para que todo Viesca supiera de quién se trataba. No era menester mencionar su doble nombre (María Ignacia), ni sus apellidos de soltera (Martínez Moreno) ni de casada (de Loza): señora María, era suficiente: denotaba al personaje y connotaba rasgos y dimensiones de su personalidad”.

Nativa de Viesca, donde nació en 1902, la señora María se había graduado en la Normal de Nuevo León en 1922, aunque había cursado su carrera en la Normal de Coahuila, en Saltillo, merced a una beca ganada por su esfuerzo, ya que su familia era de condición modesta. Recién graduada, enseñó en Viesca y en Matamoros entre 1923 y 1926 y luego en Agujita, Coahuila, en este último lugar de 1927 a 1937, ya casada con don Pepe Loza, el afable jefe de telégrafos durante muchos años.

A Viesca regresó en 1937 y permaneció allí durante 26 años. Dirigió la escuela primaria, para entonces tenía ya carrera y prestigio consolidados. La señora María irradiaba y ejercía una autoridad indiscutible en el campo educativo, una autoridad ganada a base de talento y dedicación en un ambiente pobre, carente de estímulos. Centenares de viesquenses pasaron por sus manos moldeadoras, la mayoría de los cuales no iban más allá de la escuela primaria, menos en aquellos años. La señora María murió en 1986 en San Pedro.

jshv0851@gmail.com