/ domingo 12 de abril de 2020

La negociación fallida del IMSS por cubrebocas

El pasado 23 de marzo, Zoé Robledo Aburto convocó a una reunión para negociar con un proveedor que aseguraba tener cinco millones de cubrebocas de la marca 3M, del modelo N95 que, según la propia compañía que encabeza Mike Roman, es un respirador desechable contra partículas, pensado para ser resistente a salpicaduras de fluidos, de sangre y otros materiales infecciosos.

La empresa incluso lo promociona como efectivo contra la tuberculosis, prácticas de control de infecciones y control de pandemias, y en este momento, hay una gran demanda por ellos y escasez, pues son utilizados en la primera línea de combate del Covid-19 en todo el mundo.

Al encuentro convocado por el director del IMSS acudió el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto, la oficial mayor de la Secretaría de Hacienda, Thalía Lagunas, y funcionarios de la Secretaría de la Defensa Nacional, Protección Civil y la Secretaría de Salud.

Zoé Robledo envió a su hombre de confianza, David Razú Aznar, director de Vinculación Institucional y Evaluación de Delegaciones del IMSS, quien tenía la indicación de presionar para bajar el precio de los cubrebocas lo más posible. La orden del Director del Instituto era insistir hasta lograr el cometido.

La cita fue en el antiguo Hospital del Estado Mayor Presidencial y, unos 30 minutos después de la hora pactada, llegaron dos personas que fueron identificadas como vendedores de equipos de salud, aunque en realidad eran los intermediarios del verdadero proveedor y dueño de los materiales, quien supuestamente es un uruguayo que tiene las mascarillas en México.

Los vendedores llegaron tarde y no se dejaron intimidar por nada. Ni siquiera se sorprendieron al ver a Santiago Nieto, quien tiene en la mira a personajes que antes se consideraban intocables, como Emilio Lozoya Austin, o a presuntos empresarios corruptos que tiemblan cada vez que la Unidad de Inteligencia Financiera menciona sus nombres.

Los negociadores de los cubrebocas no quisieron bajar el precio, no cedieron ni un centavo de dólar: 4.45 dólares por pieza, no más, no menos. David Razú, desesperado, furioso, los amenazó con apropiarse de los cubrebocas, confiscarlos.

Pero ellos se fueron, sin alterarse, sin miedo. De esta negociación fallida se habla al interior de la cuatroté. ¿Qué van a hacer para surtir a los hospitales del IMSS en donde se denuncian contagios masivos de personal médico ante la falta de respiradores, guantes, botas, trajes y demás equipo que no compraron a tiempo? ¿Por qué negociar con los “proveedores desconocidos”?

La transacción no se hizo, pero evidenció hasta donde está dispuesto a llegar el titular del IMSS para adquirir productos, además del abuso de supuestos empresarios en medio de la pandemia.

hiroshi@oem.com.mx

El pasado 23 de marzo, Zoé Robledo Aburto convocó a una reunión para negociar con un proveedor que aseguraba tener cinco millones de cubrebocas de la marca 3M, del modelo N95 que, según la propia compañía que encabeza Mike Roman, es un respirador desechable contra partículas, pensado para ser resistente a salpicaduras de fluidos, de sangre y otros materiales infecciosos.

La empresa incluso lo promociona como efectivo contra la tuberculosis, prácticas de control de infecciones y control de pandemias, y en este momento, hay una gran demanda por ellos y escasez, pues son utilizados en la primera línea de combate del Covid-19 en todo el mundo.

Al encuentro convocado por el director del IMSS acudió el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto, la oficial mayor de la Secretaría de Hacienda, Thalía Lagunas, y funcionarios de la Secretaría de la Defensa Nacional, Protección Civil y la Secretaría de Salud.

Zoé Robledo envió a su hombre de confianza, David Razú Aznar, director de Vinculación Institucional y Evaluación de Delegaciones del IMSS, quien tenía la indicación de presionar para bajar el precio de los cubrebocas lo más posible. La orden del Director del Instituto era insistir hasta lograr el cometido.

La cita fue en el antiguo Hospital del Estado Mayor Presidencial y, unos 30 minutos después de la hora pactada, llegaron dos personas que fueron identificadas como vendedores de equipos de salud, aunque en realidad eran los intermediarios del verdadero proveedor y dueño de los materiales, quien supuestamente es un uruguayo que tiene las mascarillas en México.

Los vendedores llegaron tarde y no se dejaron intimidar por nada. Ni siquiera se sorprendieron al ver a Santiago Nieto, quien tiene en la mira a personajes que antes se consideraban intocables, como Emilio Lozoya Austin, o a presuntos empresarios corruptos que tiemblan cada vez que la Unidad de Inteligencia Financiera menciona sus nombres.

Los negociadores de los cubrebocas no quisieron bajar el precio, no cedieron ni un centavo de dólar: 4.45 dólares por pieza, no más, no menos. David Razú, desesperado, furioso, los amenazó con apropiarse de los cubrebocas, confiscarlos.

Pero ellos se fueron, sin alterarse, sin miedo. De esta negociación fallida se habla al interior de la cuatroté. ¿Qué van a hacer para surtir a los hospitales del IMSS en donde se denuncian contagios masivos de personal médico ante la falta de respiradores, guantes, botas, trajes y demás equipo que no compraron a tiempo? ¿Por qué negociar con los “proveedores desconocidos”?

La transacción no se hizo, pero evidenció hasta donde está dispuesto a llegar el titular del IMSS para adquirir productos, además del abuso de supuestos empresarios en medio de la pandemia.

hiroshi@oem.com.mx