/ miércoles 11 de marzo de 2020

La ausencia se hizo notar

Amigas y amigos, este 9 de marzo, la ausencia de las mujeres dijo más que ningún mensaje, que ningún mitín, que ninguna marcha, y que ningún político ha dicho nunca por la lucha de la igualdad en México.

Negocios, instituciones públicas y privadas, y virtualmente todos los centros de trabajo se vieron afectados ante la ausencia del personal femenino, y en ese sentido, vale la pena hacer unas cuantas reflexiones:

a) Hay instituciones que, de manera oportuna, salieron a “dar permiso” a las mujeres de faltar ese día; dejemos muy en claro que la ausencia de las mujeres el 9 de marzo no fue una “falta”, ni mucho menos un asueto, sino una PROTESTA legítima ante la constante alza de delitos contra la mujer.

b) Hay lugares de trabajo que optaron por reestructurar sus roles de manera temporal para poder realizar las funciones con regularidad ese día; el sentido idóneo de la protesta es que esos roles NO SE MODIFICARAN, a fin de resentir la falta de las compañeras. Un lugar de trabajo que “funcionó normal”, es un lugar que no entendió el sentido de la protesta.

c) Hay mujeres que, en el día, optaron por continuar con sus actividades normales, ante la imposibilidad de perder el sueldo de un día de trabajo; esto es absolutamente respetable, pues al final, la mujer siempre ha tenido que entregar su propia existencia por su familia. Esperemos que, en un futuro, ese compromiso sea efectivamente valorado, y recompensado.

d) Hay empresas que optaron por juntar todo el trabajo para un día antes o acumularlo para desahogarse después; hacer esto, aun cuando no hayan tomado represalias explícitas por la ausencia del 9 de marzo, es en la práctica un castigo, pues la única que resintió la falta, es la mujer que faltó. Lo ideal sería que el trabajo hubiese hecho las funciones que hubiese podido hacer, de manera disfuncional y fuera de orden, por la ausencia del talento femenino.

Estimados lectores, sería imposible que una protesta de esta índole se haga de manera espontánea, es decir, que un día de pronto TODAS LAS MUJERES SE AUSENTARAN. Hubo mucho tiempo para todos los actores políticos, económicos y sociales para sopesar las repercusiones y mecanismos para sobrellevar la protesta, pero eso no significa que la protesta no haya sido fructífera: la lucha de la mujer ha sido el tema nacional por semanas.

Es momento ahora, amigas y amigos, de pasar de la protesta, a la respuesta. ¿Qué debemos de hacer como sociedad para cambiar la realidad de las mujeres en México? La ausencia se hizo notar, y ahora que se tiene la atención, es el momento de discutir en las casas, en las escuelas, en las plazas públicas, en los centros de trabajo y en el gobierno, sobre cuáles son los retos por vencer.

Solo juntos como sociedad, entendiendo que la lucha de las mujeres es en realidad la lucha de una sociedad contra sus vicios y sus fobias más profundas y arcaicas, es como podremos, juntos, alcanzar una verdadera respuesta.

Amigas y amigos, este 9 de marzo, la ausencia de las mujeres dijo más que ningún mensaje, que ningún mitín, que ninguna marcha, y que ningún político ha dicho nunca por la lucha de la igualdad en México.

Negocios, instituciones públicas y privadas, y virtualmente todos los centros de trabajo se vieron afectados ante la ausencia del personal femenino, y en ese sentido, vale la pena hacer unas cuantas reflexiones:

a) Hay instituciones que, de manera oportuna, salieron a “dar permiso” a las mujeres de faltar ese día; dejemos muy en claro que la ausencia de las mujeres el 9 de marzo no fue una “falta”, ni mucho menos un asueto, sino una PROTESTA legítima ante la constante alza de delitos contra la mujer.

b) Hay lugares de trabajo que optaron por reestructurar sus roles de manera temporal para poder realizar las funciones con regularidad ese día; el sentido idóneo de la protesta es que esos roles NO SE MODIFICARAN, a fin de resentir la falta de las compañeras. Un lugar de trabajo que “funcionó normal”, es un lugar que no entendió el sentido de la protesta.

c) Hay mujeres que, en el día, optaron por continuar con sus actividades normales, ante la imposibilidad de perder el sueldo de un día de trabajo; esto es absolutamente respetable, pues al final, la mujer siempre ha tenido que entregar su propia existencia por su familia. Esperemos que, en un futuro, ese compromiso sea efectivamente valorado, y recompensado.

d) Hay empresas que optaron por juntar todo el trabajo para un día antes o acumularlo para desahogarse después; hacer esto, aun cuando no hayan tomado represalias explícitas por la ausencia del 9 de marzo, es en la práctica un castigo, pues la única que resintió la falta, es la mujer que faltó. Lo ideal sería que el trabajo hubiese hecho las funciones que hubiese podido hacer, de manera disfuncional y fuera de orden, por la ausencia del talento femenino.

Estimados lectores, sería imposible que una protesta de esta índole se haga de manera espontánea, es decir, que un día de pronto TODAS LAS MUJERES SE AUSENTARAN. Hubo mucho tiempo para todos los actores políticos, económicos y sociales para sopesar las repercusiones y mecanismos para sobrellevar la protesta, pero eso no significa que la protesta no haya sido fructífera: la lucha de la mujer ha sido el tema nacional por semanas.

Es momento ahora, amigas y amigos, de pasar de la protesta, a la respuesta. ¿Qué debemos de hacer como sociedad para cambiar la realidad de las mujeres en México? La ausencia se hizo notar, y ahora que se tiene la atención, es el momento de discutir en las casas, en las escuelas, en las plazas públicas, en los centros de trabajo y en el gobierno, sobre cuáles son los retos por vencer.

Solo juntos como sociedad, entendiendo que la lucha de las mujeres es en realidad la lucha de una sociedad contra sus vicios y sus fobias más profundas y arcaicas, es como podremos, juntos, alcanzar una verdadera respuesta.