/ viernes 15 de mayo de 2020

Juan Nepomuceno Flores Alcalde

Como uno de los mayores propietarios de predios rústicos, en los estados de Durango, Chihuahua y Coahuila, es el personaje de quien en esta columna el día de hoy trataremos, el mismo no solo acaparó y trabajó las tierras que adquirió, pues el mismo en algunas de ellas estableció industrias textiles para transformar el producto de las mismas. Así mismo durante una época de agresiones de parte de naciones extranjeras, concretamente de Francia, colaboró con los invasores lo que le valió que le incautaran sus haciendas productoras de algodón y del semoviente lanar de los ganaderos.

El personaje al que nos referimos es don Juan Nepomuceno Flores Alcalde, quien fue originario de Durango, en donde nació en el año de 1795 siendo su padre el señor José Leonardo Flores Valdéz y su madre la señora María de la Luz Alcalde Sánchez de Ontiveros, cabe destacar el hecho de que el señor padre de nuestro personaje era originario del estado de Coahuila, y su señora madre provenía de una familia de latifundistas del estado de Durango, lo que le permitió a don Juan Nepomuceno relacionarse y adquirir conocimientos respecto de los predios agrícolas y ganaderos, lo que le facilitó más adelante adquirir grandes extensiones de tierras.

En la hacienda de Santa Catalina del Álamo en el estado de Durango, siendo administrador y arrendatario de la misma en el año de 1826 dio muestras de su habilidad, ingenio y actitud empresarial al introducir en la hacienda de referencia máquinas para despepitar el algodón que ahí se producía en tal predio y otros más colindantes, lo que le valió que ganara una gran cantidad de dinero. Con posterioridad a lo anterior inició la adquisición de predios en los estados a que nos referimos al principio, adquiriendo en 1836 San Juan de Casta en el partido de Mapimí, propiedad que fue subdividida en varios predios “San Juan de Avilés” “Jesús Nazareno” “San Carlos” “San Fernando” y “Tlahualilo”.

Se afirma que Flores Alcalde llegó a convertirse en el principal latifundista de Durango, al estimarse que sus tierras abarcaban la superficie de un millón de hectáreas. En la “Hacienda de San Juan de Avilés” hoy ciudad Juárez, fijó su residencia en la cual al igual que en todas sus propiedades se inscribió la leyenda “Dios de bondad protégenos”. En el año de 1885 fundó la “Compañía agrícola del Tlahualilo limitada” de la cual entró en conflicto con los usuarios del agua del rio Nazas, tanto de Durango como de Coahuila, con el tiempo un ramal de ferrocarril, un despepitador de algodón, una fábrica de aceites y jabones, un dinamo para luz eléctrica, una escuela para niños y niñas y en fin esta empresa fue un éxito.

La familia de don Juan Nepomuceno estuvo compuesta de doce hijos de los que sobrevivieron 6 y que a la muerte de este continuaron con la explotación de los predios de su padre el cual murió en el año de 1886 a los cien años, dejando un gran legado de trabajo e iniciativa, la hacienda de “San Fernando” le fue expropiada por causa de utilidad pública, debido a su colaboración a los franceses y haber formado parte del gobierno intervencionista, según decreto de fecha 29 de agosto de 1867 y la misma se destinó a convertirse en la población de “Villa lerdo” en honor y memoria del insigne republicano don Miguel Lerdo de Tejada.

Como uno de los mayores propietarios de predios rústicos, en los estados de Durango, Chihuahua y Coahuila, es el personaje de quien en esta columna el día de hoy trataremos, el mismo no solo acaparó y trabajó las tierras que adquirió, pues el mismo en algunas de ellas estableció industrias textiles para transformar el producto de las mismas. Así mismo durante una época de agresiones de parte de naciones extranjeras, concretamente de Francia, colaboró con los invasores lo que le valió que le incautaran sus haciendas productoras de algodón y del semoviente lanar de los ganaderos.

El personaje al que nos referimos es don Juan Nepomuceno Flores Alcalde, quien fue originario de Durango, en donde nació en el año de 1795 siendo su padre el señor José Leonardo Flores Valdéz y su madre la señora María de la Luz Alcalde Sánchez de Ontiveros, cabe destacar el hecho de que el señor padre de nuestro personaje era originario del estado de Coahuila, y su señora madre provenía de una familia de latifundistas del estado de Durango, lo que le permitió a don Juan Nepomuceno relacionarse y adquirir conocimientos respecto de los predios agrícolas y ganaderos, lo que le facilitó más adelante adquirir grandes extensiones de tierras.

En la hacienda de Santa Catalina del Álamo en el estado de Durango, siendo administrador y arrendatario de la misma en el año de 1826 dio muestras de su habilidad, ingenio y actitud empresarial al introducir en la hacienda de referencia máquinas para despepitar el algodón que ahí se producía en tal predio y otros más colindantes, lo que le valió que ganara una gran cantidad de dinero. Con posterioridad a lo anterior inició la adquisición de predios en los estados a que nos referimos al principio, adquiriendo en 1836 San Juan de Casta en el partido de Mapimí, propiedad que fue subdividida en varios predios “San Juan de Avilés” “Jesús Nazareno” “San Carlos” “San Fernando” y “Tlahualilo”.

Se afirma que Flores Alcalde llegó a convertirse en el principal latifundista de Durango, al estimarse que sus tierras abarcaban la superficie de un millón de hectáreas. En la “Hacienda de San Juan de Avilés” hoy ciudad Juárez, fijó su residencia en la cual al igual que en todas sus propiedades se inscribió la leyenda “Dios de bondad protégenos”. En el año de 1885 fundó la “Compañía agrícola del Tlahualilo limitada” de la cual entró en conflicto con los usuarios del agua del rio Nazas, tanto de Durango como de Coahuila, con el tiempo un ramal de ferrocarril, un despepitador de algodón, una fábrica de aceites y jabones, un dinamo para luz eléctrica, una escuela para niños y niñas y en fin esta empresa fue un éxito.

La familia de don Juan Nepomuceno estuvo compuesta de doce hijos de los que sobrevivieron 6 y que a la muerte de este continuaron con la explotación de los predios de su padre el cual murió en el año de 1886 a los cien años, dejando un gran legado de trabajo e iniciativa, la hacienda de “San Fernando” le fue expropiada por causa de utilidad pública, debido a su colaboración a los franceses y haber formado parte del gobierno intervencionista, según decreto de fecha 29 de agosto de 1867 y la misma se destinó a convertirse en la población de “Villa lerdo” en honor y memoria del insigne republicano don Miguel Lerdo de Tejada.