/ domingo 25 de julio de 2021

Intolerancia religiosa contra la Luz del Mundo

Por Armando Maya Castro

Para muchas personas, el discurso de odio parece ser el arma más efectiva para abatir la diversidad religiosa, que constituye un elemento esencial de todo sistema democrático que se caracteriza por el respeto a los derechos humanos, entre ellos el derecho fundamental de libertad de religión.

Las sociedades actuales, incluida la mexicana y la estadounidense, se caracterizan por su pluralidad religiosa, un fenómeno que algunos consideran reciente, aunque esto último no es del todo cierto. Mi afirmación se basa en la existencia de una pluralidad de dioses que la imaginación de los pueblos primitivos inventó en sus prácticas politeístas y sistemas de adoración a diversas deidades.

En el caso particular de México, lo que ha existido es la invisibilización intencional de las confesiones minoritarias, resultado también del concepto equivocado de que los grupos ajenos a la religión mayoritaria no tienen derecho a existir. Y cuando se piensa así, la tendencia es destruir mediante el discurso y ataques de odio a los grupos religiosos minoritarios.

Es importante dejar en claro que la única pluralidad que el intolerante respeta es la que se da al interior de las religiones mayoritarias. En el caso del catolicismo, existe al interior de esta religión una pluralidad que no se ataca, por el contrario, se pondera y fomenta.

Y lo digo porque en la historia del catolicismo, rara vez los católicos han procurado la supresión de alguna orden monástica. Me refiero a esa pluralidad de órdenes que existe al interior de la Iglesia católica, entre las que se cuentan dominicos, jesuitas, franciscanos, carmelitas, agustinos, mercedarios, capuchinos. A ninguna de ellas el catolicismo ha tratado de suprimir, como sí ha intentado suprimir en varios momentos de la historia a otros grupos religiosos, sobre todo en la Edad Media (albigenses), y más tarde a las iglesias nacidas en la Reforma protestante, movimiento iniciado en Alemania en el siglo XVI por Martín Lutero.

La violencia contra quienes no profesan la religión mayoritaria no es invento de escritores, analistas e historiadores; son casos que han sido consignados en la historia, algunos de ellos verdaderamente horripilantes, como fue la matanza acaecida la noche de San Bartolomé, el 24 de agosto de 1572, justo cuando la corte celebraba la boda entre el hugonote Enrique de Navarra (seguidor de la doctrina calvinista francesa) y Margarita de Valois, hermana de Carlos IX.

Este último, en complicidad con Catalina de Médicis, asestó un golpe fatal a la causa protestante. Primero, le hicieron creer a los hugonotes que las diferencias religiosas entre católicos y calvinistas habían sido superadas, y que la mejor prueba de ello era la mencionada boda, la cual se celebraba como símbolo de reconciliación. Luego, la firma de un tratado que garantizaba la libertad de cultos, que pretendía ser la prueba contundente del cese del conflicto.

Algunos escritores le restan importancia a la matanza, calculando en 2 mil el número de víctimas; otros, sin embargo, la exaltan, afirmando que fueron 100 mil. Juan Foxe, autor de El Libro de los Mártires, califica esta criminal acción como un acto diabólico de sanguinaria brutalidad.

Estos ataques de odio no son un problema del pasado. Hay casos recientes en Chiapas, e incluso en Estados Unidos, donde algunos templos de La Luz del Mundo han sido baleados: el mediodía del pasado 10 de julio, en Houston, Texas, un sujeto armado disparó 12 veces contra un templo de esta Iglesia en esa ciudad estadounidense. El intolerante ataque ocurrió “mientras un grupo de mujeres, hombres y niños se encontraban en el interior del templo”, celebrando un servicio de oración. El agresor también apuntó su arma contra algunas personas presentes con la intención de dispararles, señaló un comunicado de la Oficina de Relaciones Públicas de Houston.

El pasado 21 de julio, a las 5:00 horas, la historia se repitió en Henderson, Nevada. En ese lugar, un individuo abrió fuego en más de diez ocasiones contra el templo de La Luz del Mundo, también en horario de oración.

Afortunadamente, en ambos casos no hubo heridos ni fallecidos, pero la agresión y el terror causados ahí quedan como evidencia irrefutable de los ataques de odio, los cuales son precedidos casi siempre por el discurso de odio que hacen circular los periodistas y medios de comunicación carentes de ética.

Sobre el caso Henderson, La Luz del Mundo lamentó profundamente los niveles de intolerancia y discriminación contra la integridad física de sus fieles, que se ha visto amenazada en varias ocasiones por estos incalificables actos de intolerancia religiosa.

Twitter: @armayacastro

Por Armando Maya Castro

Para muchas personas, el discurso de odio parece ser el arma más efectiva para abatir la diversidad religiosa, que constituye un elemento esencial de todo sistema democrático que se caracteriza por el respeto a los derechos humanos, entre ellos el derecho fundamental de libertad de religión.

Las sociedades actuales, incluida la mexicana y la estadounidense, se caracterizan por su pluralidad religiosa, un fenómeno que algunos consideran reciente, aunque esto último no es del todo cierto. Mi afirmación se basa en la existencia de una pluralidad de dioses que la imaginación de los pueblos primitivos inventó en sus prácticas politeístas y sistemas de adoración a diversas deidades.

En el caso particular de México, lo que ha existido es la invisibilización intencional de las confesiones minoritarias, resultado también del concepto equivocado de que los grupos ajenos a la religión mayoritaria no tienen derecho a existir. Y cuando se piensa así, la tendencia es destruir mediante el discurso y ataques de odio a los grupos religiosos minoritarios.

Es importante dejar en claro que la única pluralidad que el intolerante respeta es la que se da al interior de las religiones mayoritarias. En el caso del catolicismo, existe al interior de esta religión una pluralidad que no se ataca, por el contrario, se pondera y fomenta.

Y lo digo porque en la historia del catolicismo, rara vez los católicos han procurado la supresión de alguna orden monástica. Me refiero a esa pluralidad de órdenes que existe al interior de la Iglesia católica, entre las que se cuentan dominicos, jesuitas, franciscanos, carmelitas, agustinos, mercedarios, capuchinos. A ninguna de ellas el catolicismo ha tratado de suprimir, como sí ha intentado suprimir en varios momentos de la historia a otros grupos religiosos, sobre todo en la Edad Media (albigenses), y más tarde a las iglesias nacidas en la Reforma protestante, movimiento iniciado en Alemania en el siglo XVI por Martín Lutero.

La violencia contra quienes no profesan la religión mayoritaria no es invento de escritores, analistas e historiadores; son casos que han sido consignados en la historia, algunos de ellos verdaderamente horripilantes, como fue la matanza acaecida la noche de San Bartolomé, el 24 de agosto de 1572, justo cuando la corte celebraba la boda entre el hugonote Enrique de Navarra (seguidor de la doctrina calvinista francesa) y Margarita de Valois, hermana de Carlos IX.

Este último, en complicidad con Catalina de Médicis, asestó un golpe fatal a la causa protestante. Primero, le hicieron creer a los hugonotes que las diferencias religiosas entre católicos y calvinistas habían sido superadas, y que la mejor prueba de ello era la mencionada boda, la cual se celebraba como símbolo de reconciliación. Luego, la firma de un tratado que garantizaba la libertad de cultos, que pretendía ser la prueba contundente del cese del conflicto.

Algunos escritores le restan importancia a la matanza, calculando en 2 mil el número de víctimas; otros, sin embargo, la exaltan, afirmando que fueron 100 mil. Juan Foxe, autor de El Libro de los Mártires, califica esta criminal acción como un acto diabólico de sanguinaria brutalidad.

Estos ataques de odio no son un problema del pasado. Hay casos recientes en Chiapas, e incluso en Estados Unidos, donde algunos templos de La Luz del Mundo han sido baleados: el mediodía del pasado 10 de julio, en Houston, Texas, un sujeto armado disparó 12 veces contra un templo de esta Iglesia en esa ciudad estadounidense. El intolerante ataque ocurrió “mientras un grupo de mujeres, hombres y niños se encontraban en el interior del templo”, celebrando un servicio de oración. El agresor también apuntó su arma contra algunas personas presentes con la intención de dispararles, señaló un comunicado de la Oficina de Relaciones Públicas de Houston.

El pasado 21 de julio, a las 5:00 horas, la historia se repitió en Henderson, Nevada. En ese lugar, un individuo abrió fuego en más de diez ocasiones contra el templo de La Luz del Mundo, también en horario de oración.

Afortunadamente, en ambos casos no hubo heridos ni fallecidos, pero la agresión y el terror causados ahí quedan como evidencia irrefutable de los ataques de odio, los cuales son precedidos casi siempre por el discurso de odio que hacen circular los periodistas y medios de comunicación carentes de ética.

Sobre el caso Henderson, La Luz del Mundo lamentó profundamente los niveles de intolerancia y discriminación contra la integridad física de sus fieles, que se ha visto amenazada en varias ocasiones por estos incalificables actos de intolerancia religiosa.

Twitter: @armayacastro