/ sábado 3 de julio de 2021

Intolerancia en Mitzitón

Desde hace ya varias décadas, Chiapas es el estado de la República Mexicana con más diversidad religiosa, pero también la entidad con más casos de violencia religiosa e innumerables expulsados de creyentes no católicos en Los Altos de Chiapas, una región habitada por tzotziles y tzeltales, muchos de los cuales han sido afectados por este fenómeno.

Cifras del Censo de Población y Vivienda 2020, realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), indican que en esa entidad del sur de México viven dos millones 985 mil 644 católicos, lo que porcentualmente equivale al 53 por ciento de la población chiapaneca. De acuerdo también con el INEGI, en Chiapas un millón 795 mil 861 personas profesan una fe distinta al catolicismo (32.4 por ciento).

Aunque Antonio Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, ha expresado en más de una ocasión que “la diversidad es fuente de riqueza y de fuerza; nunca es una amenaza”, el tema preocupa sobremanera a la derecha católica conservadora y a los jerarcas de la Iglesia mayoritaria, por ser la institución que experimenta día a día una considerable merma de feligreses en Chiapas y otros estados del país.

Este problema de deserción tiene presencia también en varios países de América Latina, como lo reconoció hace algún tiempo el Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), que dio a conocer que en Latinoamérica unas 10 mil personas abandonan por día la Iglesia católica.

El problema ha sido siempre la reacción agresiva de algunos católicos ante estas decisiones, culpando de las mismas a los demás grupos religiosos, los cuales tienen derecho a existir y a practicar sus ceremonias, devociones o actos de culto respectivo, así como a realizar labor de proselitismo. Recordemos que el artículo 24 constitucional garantiza la libertad de convicciones éticas, de conciencia y de religión.

Pero no todos los católicos son intolerantes ni todos culpan a las demás ofertas religiosas de la pérdida de fieles. Muchos de ellos atribuyen la deserción en cuestión a la ignorancia o el desconocimiento de su religión, otros piensan que hay quienes abandonan la fe católica por interés a las ayudas que algunos grupos protestantes ofrecen.

La intolerancia la generan las personas y grupos que piensan que muchos se van de la Iglesia católica debido a la influencia de amigos y parientes evangélicos, así como por las visitas que éstos hacen a los hogares de los católicos con fines proselitistas.

En Chiapas los protagonistas de los conflictos religiosos han sido los católicos tradicionalistas, que de acuerdo con Jaume Vallverdú “han seguido una línea muy conservadora a lo largo de los años y mantienen prácticas religiosas tradicionales sincréticas del llamado catolicismo popular”. Este autor afirma que son ellos quienes “tienen el control político y económico en sus comunidades, acaparan las tierras, controlan los medios de transporte, el comercio, el trabajo y el poder local, y han estado vinculados tradicionalmente con las autoridades estatales y federales…”.

En 1998, el escritor Edgar González Ruiz escribió sobre ellos: “desde hace más de 30 años los católicos tradicionalistas expulsan, violan, asesinan y despojan a indígenas de otras denominaciones religiosas, tanto evangélicos como testigos de Jehová y católicos no tradicionalistas”.

Casos recientes como el ocurrido en Mitzitón, en el municipio de San Cristóbal de las Casas, demuestran que es falso lo que se dijo en el sexenio de Enrique Peña Nieto, en el sentido de que en Chiapas la intolerancia religiosa era un problema superado. El pasado 17 de junio, una nota de El Universal, titulada “Queman viviendas de indígenas evangélicos en Chiapas”, informó a los mexicanos sobre un evento de violencia religiosa protagonizado por católicos tradicionalistas, quienes destruyeron y quemaron cinco casas de indígenas tzotziles de dicha comunidad.

Todo ocurrió cuando el pastor Alejandro Jiménez Jiménez, desplazado desde enero del presente año por motivos religiosos, “regresó a visitar a su madre que se encuentra en estado delicado de salud”. Durante la visita del pastor de la iglesia Alas de Águila, los católicos “procedieron a detenerlo y trasladarlo al centro del poblado […] donde fue encarcelado por espacio de una hora”.

Esdras Alonso González, líder de la congregación Alas de Águila-Ejército de Dios, describió así el mencionado caso de intolerancia religiosa: “Lo fueron a traer de la casa de su mamá y lo encarcelaron con toda su familia, los encarcelaron con sus hijos, y se fueron a quemar lo que quedaba de las cinco casas, las piezas que quedaban, sin techos, habían quebrado tablas, ahora las quemaron y derribaron lo que quedaba de la casa de material, tumbaron todo” (Reporte Ciudadano Chiapas, 18/06/2021).

Alonso Gonzáles lamentó la impunidad y urgió la intervención de las autoridades porque los “agresores de esa comunidad están plenamente identificados, incluso algunos ya estuvieron en prisión”. Ojalá que esta vez se aplique la ley y no haya más impunidad.

Twitter: @armayacastro

Desde hace ya varias décadas, Chiapas es el estado de la República Mexicana con más diversidad religiosa, pero también la entidad con más casos de violencia religiosa e innumerables expulsados de creyentes no católicos en Los Altos de Chiapas, una región habitada por tzotziles y tzeltales, muchos de los cuales han sido afectados por este fenómeno.

Cifras del Censo de Población y Vivienda 2020, realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), indican que en esa entidad del sur de México viven dos millones 985 mil 644 católicos, lo que porcentualmente equivale al 53 por ciento de la población chiapaneca. De acuerdo también con el INEGI, en Chiapas un millón 795 mil 861 personas profesan una fe distinta al catolicismo (32.4 por ciento).

Aunque Antonio Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, ha expresado en más de una ocasión que “la diversidad es fuente de riqueza y de fuerza; nunca es una amenaza”, el tema preocupa sobremanera a la derecha católica conservadora y a los jerarcas de la Iglesia mayoritaria, por ser la institución que experimenta día a día una considerable merma de feligreses en Chiapas y otros estados del país.

Este problema de deserción tiene presencia también en varios países de América Latina, como lo reconoció hace algún tiempo el Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), que dio a conocer que en Latinoamérica unas 10 mil personas abandonan por día la Iglesia católica.

El problema ha sido siempre la reacción agresiva de algunos católicos ante estas decisiones, culpando de las mismas a los demás grupos religiosos, los cuales tienen derecho a existir y a practicar sus ceremonias, devociones o actos de culto respectivo, así como a realizar labor de proselitismo. Recordemos que el artículo 24 constitucional garantiza la libertad de convicciones éticas, de conciencia y de religión.

Pero no todos los católicos son intolerantes ni todos culpan a las demás ofertas religiosas de la pérdida de fieles. Muchos de ellos atribuyen la deserción en cuestión a la ignorancia o el desconocimiento de su religión, otros piensan que hay quienes abandonan la fe católica por interés a las ayudas que algunos grupos protestantes ofrecen.

La intolerancia la generan las personas y grupos que piensan que muchos se van de la Iglesia católica debido a la influencia de amigos y parientes evangélicos, así como por las visitas que éstos hacen a los hogares de los católicos con fines proselitistas.

En Chiapas los protagonistas de los conflictos religiosos han sido los católicos tradicionalistas, que de acuerdo con Jaume Vallverdú “han seguido una línea muy conservadora a lo largo de los años y mantienen prácticas religiosas tradicionales sincréticas del llamado catolicismo popular”. Este autor afirma que son ellos quienes “tienen el control político y económico en sus comunidades, acaparan las tierras, controlan los medios de transporte, el comercio, el trabajo y el poder local, y han estado vinculados tradicionalmente con las autoridades estatales y federales…”.

En 1998, el escritor Edgar González Ruiz escribió sobre ellos: “desde hace más de 30 años los católicos tradicionalistas expulsan, violan, asesinan y despojan a indígenas de otras denominaciones religiosas, tanto evangélicos como testigos de Jehová y católicos no tradicionalistas”.

Casos recientes como el ocurrido en Mitzitón, en el municipio de San Cristóbal de las Casas, demuestran que es falso lo que se dijo en el sexenio de Enrique Peña Nieto, en el sentido de que en Chiapas la intolerancia religiosa era un problema superado. El pasado 17 de junio, una nota de El Universal, titulada “Queman viviendas de indígenas evangélicos en Chiapas”, informó a los mexicanos sobre un evento de violencia religiosa protagonizado por católicos tradicionalistas, quienes destruyeron y quemaron cinco casas de indígenas tzotziles de dicha comunidad.

Todo ocurrió cuando el pastor Alejandro Jiménez Jiménez, desplazado desde enero del presente año por motivos religiosos, “regresó a visitar a su madre que se encuentra en estado delicado de salud”. Durante la visita del pastor de la iglesia Alas de Águila, los católicos “procedieron a detenerlo y trasladarlo al centro del poblado […] donde fue encarcelado por espacio de una hora”.

Esdras Alonso González, líder de la congregación Alas de Águila-Ejército de Dios, describió así el mencionado caso de intolerancia religiosa: “Lo fueron a traer de la casa de su mamá y lo encarcelaron con toda su familia, los encarcelaron con sus hijos, y se fueron a quemar lo que quedaba de las cinco casas, las piezas que quedaban, sin techos, habían quebrado tablas, ahora las quemaron y derribaron lo que quedaba de la casa de material, tumbaron todo” (Reporte Ciudadano Chiapas, 18/06/2021).

Alonso Gonzáles lamentó la impunidad y urgió la intervención de las autoridades porque los “agresores de esa comunidad están plenamente identificados, incluso algunos ya estuvieron en prisión”. Ojalá que esta vez se aplique la ley y no haya más impunidad.

Twitter: @armayacastro