/ martes 26 de enero de 2021

Inseguridad, ¿Cómo cerró el 2020?

Las cifras de incidencia delictiva en la Laguna al cierre de este 2020, nos dicen que hay avances significativos, si las comparamos con los peores años de violencia. En los últimos 8 años, los homicidios han disminuido más de un 85%, de llegar a registrar más de mil muertes violentas en 2012, este año pasado se registraron poco menos de ciento cincuenta.

No hay duda que la situación es muy diferente hoy, sin embargo, no puede ser motivo para relajar medidas, ni dejar de fortalecer las corporaciones, sobre todo al ver muchas otras regiones del país sumidas en una grave crisis de inseguridad. Lo cierto es que cada región tiene sus propias problemáticas y deben implementarse estrategias de acuerdo a sus realidades.

En materia de seguridad, los retos van cambiando, porque las dinámicas delictivas también se van modificando y requiere irse adaptando. Uno de los retos más importantes actualmente en la región, es mejorar la percepción de inseguridad entre los Laguneros.

Esta semana se publicó el resultado de la Encuesta de Seguridad Pública Urbana del INEGI con datos de diciembre 2020, dónde el 51.9% de los laguneros, manifiesta esa sensación de inseguridad, lo que equivale a más de 400 mil personas, no es poca cosa. Esta cifra se ha mantenido prácticamente durante los últimos tres años, pero es importante destacar que, a inicios del año pasado, esta cifra era de 53.9% de aquellos que se sentían inseguros, lo que en términos porcentuales puede ser poco (menos del 4%), esto equivale a más de 35 mil personas.

Pero, ¿Qué se puede hacer para mejorar esa percepción?, sobre todo cuando esta región carga un estigma tan pesado, de años y años de violencia extrema, que parece se lleva tatuado en nuestra historia y que nos la recuerdan cada que se puede. Lo cierto, es que hay que aprender de otras regiones que tienen una percepción mejor, por ejemplo, el caso de Saltillo o San Pedro Garza García y que contrasta con la confianza que se tiene en las policías locales o la corrupción con alguna de ellas. Se puede hacer mucho para mejorar, pero lo que no se puede permitir es que “normalicemos” la violencia, dejar que se arraigue, porque cambiar eso es sumamente complejo.

Las cifras de incidencia delictiva en la Laguna al cierre de este 2020, nos dicen que hay avances significativos, si las comparamos con los peores años de violencia. En los últimos 8 años, los homicidios han disminuido más de un 85%, de llegar a registrar más de mil muertes violentas en 2012, este año pasado se registraron poco menos de ciento cincuenta.

No hay duda que la situación es muy diferente hoy, sin embargo, no puede ser motivo para relajar medidas, ni dejar de fortalecer las corporaciones, sobre todo al ver muchas otras regiones del país sumidas en una grave crisis de inseguridad. Lo cierto es que cada región tiene sus propias problemáticas y deben implementarse estrategias de acuerdo a sus realidades.

En materia de seguridad, los retos van cambiando, porque las dinámicas delictivas también se van modificando y requiere irse adaptando. Uno de los retos más importantes actualmente en la región, es mejorar la percepción de inseguridad entre los Laguneros.

Esta semana se publicó el resultado de la Encuesta de Seguridad Pública Urbana del INEGI con datos de diciembre 2020, dónde el 51.9% de los laguneros, manifiesta esa sensación de inseguridad, lo que equivale a más de 400 mil personas, no es poca cosa. Esta cifra se ha mantenido prácticamente durante los últimos tres años, pero es importante destacar que, a inicios del año pasado, esta cifra era de 53.9% de aquellos que se sentían inseguros, lo que en términos porcentuales puede ser poco (menos del 4%), esto equivale a más de 35 mil personas.

Pero, ¿Qué se puede hacer para mejorar esa percepción?, sobre todo cuando esta región carga un estigma tan pesado, de años y años de violencia extrema, que parece se lleva tatuado en nuestra historia y que nos la recuerdan cada que se puede. Lo cierto, es que hay que aprender de otras regiones que tienen una percepción mejor, por ejemplo, el caso de Saltillo o San Pedro Garza García y que contrasta con la confianza que se tiene en las policías locales o la corrupción con alguna de ellas. Se puede hacer mucho para mejorar, pero lo que no se puede permitir es que “normalicemos” la violencia, dejar que se arraigue, porque cambiar eso es sumamente complejo.