/ viernes 6 de agosto de 2021

Gracias a la vida: a mis setenta

Soy terrícola desde el 6 de agosto de 1951, ya han transcurrido 70 años. Nací en Viesca, Coahuila, porque mi abuela materna era partera. Mis papás Jesús y Manuela vivían en Acacio, Durango, en un municipio colindante con Viesca. Las actividades de los productos de las plantas y de las minas del semidesierto los acercaron. Mi papá acarreaba plantas de guayule (Parthenium argentatum) en un camión rabón a la fábrica La Continental, en Torreón. Otras veces llevaba cera de candelilla e ixtle y también mineral de las minas de la Sierra de Ramírez, a Peñoles. Tenía que pasar por Viesca. En esas travesías conoció a la mujer con la cual se casó. Soy el hijo y nieto mayor.

Viví en Acacio por más de una década, hasta pasados los doce años. Esa pequeña comunidad minera, enclavada en las orillas del semidesierto lagunero, las vías del ferrocarril que van de la capital del país a la fronteriza Ciudad Juárez, la atraviesan. Era una población con menos de cien familias. Se carecía entonces de agua potable, luz eléctrica y drenaje. Con una pequeña escuela de educación básica de dos salones. Ahí estudié la primaria, pero para ello tuve que presentar mi examen a título de suficiencia, para acreditar mi educación básica, porque la SEP no reconocía los estudios de quinto y sexto grado.

En Torreón estudié de 1964 a 1974 la secundaria y la preparatoria en la Venustiano Carranza, frente al Bosque Venustiano Carranza. Después en el Instituto Tecnológico de La Laguna, donde estuve cinco años y medio. Un año para obtener el certificado de técnico en electrónica, luego cuatro y medio para estudiar la carrera de ingeniero industrial con especialidad en electricidad. Al terminar mis estudios profesionales ingresé como profesor de matemáticas por asignatura en la carrera de economía, en la Escuela de Comercio y Administración de la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC).

A la par, como estudiante y profesor, a partir de 1971 participé en los movimientos estudiantiles y sociales en La Laguna, en Durango y en Monclova. Colaboré en la formación de la colonia Tierra y Libertad en Torreón, Coahuila, y otros movimientos populares en los municipios de la Comarca. Después fui parte del movimiento campesino de los Llanos de Durango, donde se cultiva frijol de temporal en esas tierras coloradas. Luego participé con los trabajadores metalúrgicos en Altos Hornos de México, en Monclova, colaborando en el trabajo sindical con los obreros de la sección 147 del sindicato minero.

Al inicio de los ochenta, regresé a la UAdeC como profesor. Con un grupo de maestros de matemáticas de las escuelas de educación media, media superior y superior de la región lagunera, me integré al Programa Nacional de Formación y Actualización de Profesores de Matemáticas y estudié la maestría en matemática educativa. Fundamos el Centro de Investigación y Docencia en Matemática Educativa, el cual cerraron en 1990. No se entendió la importancia de atender la falta de formación integral de los profesores de matemáticas. A treinta y un años de distancia todavía, ésta problemática permanece como una de las deficiencias del sistema de educación superior.

En 1988 gané las elecciones de Coordinador de la Unidad Torreón de la UAdeC. En enero de 1990, renuncié sin haber terminado un periodo y me fui a trabajar como secretario de finanzas a la Confederación Nacional Campesina, en la CDMX. Gané una diputación federal en 1994 y solicité licencia para atender en 1996 la problemática de la falta de agua en las presas que alimentan el distrito de riego 017 en la región lagunera. Y en 1996 logré la victoria en las elecciones de diputado local. De inicios del 2000 al 2013 participé en actividades administrativas en el gobierno estatal de Coahuila, así como en actividades partidarias y legislativas. En ese periodo también regresé a la universidad y en 2013 fui nombrado secretario general de la misma.

En este siglo 21 empecé a escribir en los diarios de la localidad, a cocinar, senderear y en 2003 obtuve la condición de ejidatario. He escrito 16 libros, y en el periódico Vanguardia llevo más de 500 colaboraciones semanales. Llego a mis 70 años siendo rector de la UAdeC, papá de tres hijos y dos hijas, un nieto y tres nietas, con mis hermanos y hermanas y sus descendientes. Y muchos amigos. Por todo ello y más, parafraseando a Violeta Parra, doy “gracias a la vida”.

jshv0851@gmail.com

Soy terrícola desde el 6 de agosto de 1951, ya han transcurrido 70 años. Nací en Viesca, Coahuila, porque mi abuela materna era partera. Mis papás Jesús y Manuela vivían en Acacio, Durango, en un municipio colindante con Viesca. Las actividades de los productos de las plantas y de las minas del semidesierto los acercaron. Mi papá acarreaba plantas de guayule (Parthenium argentatum) en un camión rabón a la fábrica La Continental, en Torreón. Otras veces llevaba cera de candelilla e ixtle y también mineral de las minas de la Sierra de Ramírez, a Peñoles. Tenía que pasar por Viesca. En esas travesías conoció a la mujer con la cual se casó. Soy el hijo y nieto mayor.

Viví en Acacio por más de una década, hasta pasados los doce años. Esa pequeña comunidad minera, enclavada en las orillas del semidesierto lagunero, las vías del ferrocarril que van de la capital del país a la fronteriza Ciudad Juárez, la atraviesan. Era una población con menos de cien familias. Se carecía entonces de agua potable, luz eléctrica y drenaje. Con una pequeña escuela de educación básica de dos salones. Ahí estudié la primaria, pero para ello tuve que presentar mi examen a título de suficiencia, para acreditar mi educación básica, porque la SEP no reconocía los estudios de quinto y sexto grado.

En Torreón estudié de 1964 a 1974 la secundaria y la preparatoria en la Venustiano Carranza, frente al Bosque Venustiano Carranza. Después en el Instituto Tecnológico de La Laguna, donde estuve cinco años y medio. Un año para obtener el certificado de técnico en electrónica, luego cuatro y medio para estudiar la carrera de ingeniero industrial con especialidad en electricidad. Al terminar mis estudios profesionales ingresé como profesor de matemáticas por asignatura en la carrera de economía, en la Escuela de Comercio y Administración de la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC).

A la par, como estudiante y profesor, a partir de 1971 participé en los movimientos estudiantiles y sociales en La Laguna, en Durango y en Monclova. Colaboré en la formación de la colonia Tierra y Libertad en Torreón, Coahuila, y otros movimientos populares en los municipios de la Comarca. Después fui parte del movimiento campesino de los Llanos de Durango, donde se cultiva frijol de temporal en esas tierras coloradas. Luego participé con los trabajadores metalúrgicos en Altos Hornos de México, en Monclova, colaborando en el trabajo sindical con los obreros de la sección 147 del sindicato minero.

Al inicio de los ochenta, regresé a la UAdeC como profesor. Con un grupo de maestros de matemáticas de las escuelas de educación media, media superior y superior de la región lagunera, me integré al Programa Nacional de Formación y Actualización de Profesores de Matemáticas y estudié la maestría en matemática educativa. Fundamos el Centro de Investigación y Docencia en Matemática Educativa, el cual cerraron en 1990. No se entendió la importancia de atender la falta de formación integral de los profesores de matemáticas. A treinta y un años de distancia todavía, ésta problemática permanece como una de las deficiencias del sistema de educación superior.

En 1988 gané las elecciones de Coordinador de la Unidad Torreón de la UAdeC. En enero de 1990, renuncié sin haber terminado un periodo y me fui a trabajar como secretario de finanzas a la Confederación Nacional Campesina, en la CDMX. Gané una diputación federal en 1994 y solicité licencia para atender en 1996 la problemática de la falta de agua en las presas que alimentan el distrito de riego 017 en la región lagunera. Y en 1996 logré la victoria en las elecciones de diputado local. De inicios del 2000 al 2013 participé en actividades administrativas en el gobierno estatal de Coahuila, así como en actividades partidarias y legislativas. En ese periodo también regresé a la universidad y en 2013 fui nombrado secretario general de la misma.

En este siglo 21 empecé a escribir en los diarios de la localidad, a cocinar, senderear y en 2003 obtuve la condición de ejidatario. He escrito 16 libros, y en el periódico Vanguardia llevo más de 500 colaboraciones semanales. Llego a mis 70 años siendo rector de la UAdeC, papá de tres hijos y dos hijas, un nieto y tres nietas, con mis hermanos y hermanas y sus descendientes. Y muchos amigos. Por todo ello y más, parafraseando a Violeta Parra, doy “gracias a la vida”.

jshv0851@gmail.com