/ viernes 18 de septiembre de 2020

Felipe II, rey de España, de Portugal y de media Europa

Felipe II fue un rey enérgico, perseverante y un hábil diplomático, pero prudente en sus decisiones. Conoció desde muy joven los asuntos de Estado; su padre solía confiarle la regencia de la corona en sus ausencias. Ascendió al trono en 1556, al abdicar Carlos I, y a lo largo de sus 40 años de reinado intervino de manera decisiva en los asuntos de toda Europa.

Nuestro personaje nació en 1527, y como soberano se constituyó en un tenaz defensor de la religión católica, y por ello calificado como una persona fanática y despótica, pues combatió con encono a los opositores de sus creencias, especialmente a los ingleses y holandeses.

Pretendió continuar los anhelos de dominio universal que enarboló su padre, pero al final España estaba debilitada por los esfuerzos de continuas guerras y conquistas, no pudiendo materializar sus sueños.

Felipe II heredo de su padre el reinado de España, extendiendo luego sus dominios en Portugal, Nápoles, Sicilia y Países Bajos (Holanda), con lo cual se convertía en un poderoso emperador.

Sus orígenes tenían nexos con los lituanos, pues su madre fue Isabel de Portugal y su abuelo materno, Felipe, de ese mismo reinado, sin olvidar que en aquellos tiempos los enlaces matrimoniales se llevaban a cabo entre familias reales.

Se casó en 1543 con su prima, María de Portugal, quien murió 2 años después. Su segundo enlace fue con María Tudor, hija de Enrique VIII de Inglaterra, pero ella también murió en 1558 sin tener hijos, y en seguida propuso alianza matrimonial a Isabel I del Reino Unido, pero fue rechazado.

La vida personal de Felipe II no fue venturosa, no obstante que en su tercer vínculo, con Isabel de Valois, hija de Enrique II de Francia, hubo dos niñas, pero la madre de estas murió en 1568; su cuarta esposa fue Ana de Austria, con quien tuvo seis hijos, el quinto de ellos, también llamado Felipe, se convirtió en su sucesor.

Fue rey de Nápoles y de Sicilia, y tuvo que sostener guerra contra el papa Paulo IV y su aliado Enrique II de Francia, para conservar el reino de Nápoles, a quienes derrotó en la batalla de San Quintín, con la ayuda de flamencos e ingleses, estipulándose en la firma de paz la boda de Felipe e Isabel. Por otro lado, producto de otro combate, se convirtió en soberano de Holanda en 1555.

Entre 1569 y 1571 tuvo que sofocar una rebelión de los moriscos de Granada, luchando contra los corsarios berberiscos y turcos, obteniendo el triunfo en la famosa batalla de Lepanto, donde Cervantes Saavedra sufrió una grave lesión en su mano izquierda, pero sin perder esa extremidad, no obstante que el apodo manco hace creer que fue cercenado.

Por lo que hace a Países Bajos, hubo varias sublevaciones religiosas, alentadas por los ingleses, y para ello Felipe II envió al duque De Alba, que apaciguó a los holandeses, quien fue sucedido por Luis Requesens, Juan de Austria y Alejandro Farnesio, para finalmente resolver el monarca entregar Holanda a su hija Isabel Clara Eugenia.

En 1580, al morir el príncipe de Portugal, que no tuvo descendencia, Felipe argumentó que el infante portugués lo había nombrado sucesor y de esa manera se apoderó de ese país.

En 1588 decidió invadir Inglaterra, con la intención de restablecer la religión católica, detener las incursiones de los piratas y vengar a María Estuardo, asesinada por órdenes de Isabel I, así como castigar la ofensa de haberse negado a casarse con él.

Para la invasión, España contaba con la los navíos más poderosos de ese entonces, conocida como la “Armada Invencible”, teniendo como jefe al marqués de Santa Cruz, identificado como marino avezado y valeroso, pero resulta que este murió en la víspera del ataque, pero quien lo suplió en el mando, el duque de Medina-Sidonia, carecía de la pericia necesaria, y por tanto la misión fracasó (aparte de enfrentar una poderosa tormenta).

La figura de Felipe II imprimió rasgos muy característicos a España de su época; era inteligente, pero no externaba fácilmente sus ideas, amén de su condición enfermiza y austero de por sí, gustaba de llevar una vida muy retraída, casi monacal. Por lo anterior, y a pesar de las riquezas que le llevaban desde el nuevo continente descubierto (América, como se le bautizó posteriormente), vio al final de su monarquía que empezaba a declinar su patria como potencia, por lo que entró en postración hasta que le sobrevino la muerte el 13 de septiembre de 1598.

El “Rey Prudente”, como fue bautizado por sus súbditos, hizo de la religión su centro de todos los intereses, adoptando con ello un concepto medieval que influyó en todos los órdenes de la vida de su país. Protegió las artes y las letras, y fue durante su reinado que surgieron los hombres más brillantes de la lengua española, entre ellos Miguel de Cervantes Saavedra.

¡Hasta la próxima!

Felipe II fue un rey enérgico, perseverante y un hábil diplomático, pero prudente en sus decisiones. Conoció desde muy joven los asuntos de Estado; su padre solía confiarle la regencia de la corona en sus ausencias. Ascendió al trono en 1556, al abdicar Carlos I, y a lo largo de sus 40 años de reinado intervino de manera decisiva en los asuntos de toda Europa.

Nuestro personaje nació en 1527, y como soberano se constituyó en un tenaz defensor de la religión católica, y por ello calificado como una persona fanática y despótica, pues combatió con encono a los opositores de sus creencias, especialmente a los ingleses y holandeses.

Pretendió continuar los anhelos de dominio universal que enarboló su padre, pero al final España estaba debilitada por los esfuerzos de continuas guerras y conquistas, no pudiendo materializar sus sueños.

Felipe II heredo de su padre el reinado de España, extendiendo luego sus dominios en Portugal, Nápoles, Sicilia y Países Bajos (Holanda), con lo cual se convertía en un poderoso emperador.

Sus orígenes tenían nexos con los lituanos, pues su madre fue Isabel de Portugal y su abuelo materno, Felipe, de ese mismo reinado, sin olvidar que en aquellos tiempos los enlaces matrimoniales se llevaban a cabo entre familias reales.

Se casó en 1543 con su prima, María de Portugal, quien murió 2 años después. Su segundo enlace fue con María Tudor, hija de Enrique VIII de Inglaterra, pero ella también murió en 1558 sin tener hijos, y en seguida propuso alianza matrimonial a Isabel I del Reino Unido, pero fue rechazado.

La vida personal de Felipe II no fue venturosa, no obstante que en su tercer vínculo, con Isabel de Valois, hija de Enrique II de Francia, hubo dos niñas, pero la madre de estas murió en 1568; su cuarta esposa fue Ana de Austria, con quien tuvo seis hijos, el quinto de ellos, también llamado Felipe, se convirtió en su sucesor.

Fue rey de Nápoles y de Sicilia, y tuvo que sostener guerra contra el papa Paulo IV y su aliado Enrique II de Francia, para conservar el reino de Nápoles, a quienes derrotó en la batalla de San Quintín, con la ayuda de flamencos e ingleses, estipulándose en la firma de paz la boda de Felipe e Isabel. Por otro lado, producto de otro combate, se convirtió en soberano de Holanda en 1555.

Entre 1569 y 1571 tuvo que sofocar una rebelión de los moriscos de Granada, luchando contra los corsarios berberiscos y turcos, obteniendo el triunfo en la famosa batalla de Lepanto, donde Cervantes Saavedra sufrió una grave lesión en su mano izquierda, pero sin perder esa extremidad, no obstante que el apodo manco hace creer que fue cercenado.

Por lo que hace a Países Bajos, hubo varias sublevaciones religiosas, alentadas por los ingleses, y para ello Felipe II envió al duque De Alba, que apaciguó a los holandeses, quien fue sucedido por Luis Requesens, Juan de Austria y Alejandro Farnesio, para finalmente resolver el monarca entregar Holanda a su hija Isabel Clara Eugenia.

En 1580, al morir el príncipe de Portugal, que no tuvo descendencia, Felipe argumentó que el infante portugués lo había nombrado sucesor y de esa manera se apoderó de ese país.

En 1588 decidió invadir Inglaterra, con la intención de restablecer la religión católica, detener las incursiones de los piratas y vengar a María Estuardo, asesinada por órdenes de Isabel I, así como castigar la ofensa de haberse negado a casarse con él.

Para la invasión, España contaba con la los navíos más poderosos de ese entonces, conocida como la “Armada Invencible”, teniendo como jefe al marqués de Santa Cruz, identificado como marino avezado y valeroso, pero resulta que este murió en la víspera del ataque, pero quien lo suplió en el mando, el duque de Medina-Sidonia, carecía de la pericia necesaria, y por tanto la misión fracasó (aparte de enfrentar una poderosa tormenta).

La figura de Felipe II imprimió rasgos muy característicos a España de su época; era inteligente, pero no externaba fácilmente sus ideas, amén de su condición enfermiza y austero de por sí, gustaba de llevar una vida muy retraída, casi monacal. Por lo anterior, y a pesar de las riquezas que le llevaban desde el nuevo continente descubierto (América, como se le bautizó posteriormente), vio al final de su monarquía que empezaba a declinar su patria como potencia, por lo que entró en postración hasta que le sobrevino la muerte el 13 de septiembre de 1598.

El “Rey Prudente”, como fue bautizado por sus súbditos, hizo de la religión su centro de todos los intereses, adoptando con ello un concepto medieval que influyó en todos los órdenes de la vida de su país. Protegió las artes y las letras, y fue durante su reinado que surgieron los hombres más brillantes de la lengua española, entre ellos Miguel de Cervantes Saavedra.

¡Hasta la próxima!