/ domingo 7 de marzo de 2021

Falsa confianza

Los seres humanos estamos en un punto de relax y de falsa confianza, creyendo que hemos superado el virus que paralizó al mundo por más de un año. Y creemos que hemos alcanzado el triunfo sobre el nuevo coronavirus por la existencia de varias vacunas, por la apertura de las actividades económicas, y porque del 8 de marzo al domingo 14 de marzo no habrá en México entidades en semáforo epidemiológico rojo: 10 estarán en naranja, 20 en amarillo y 2 en verde.

Mientras nos relajamos por las anteriores situaciones, el virus sigue ahí, empecinado en producir dolor, angustia y muerte, quizás no en la misma proporción que antes, pero ahí sigue, enfermando y matando a personas de todas las edades y estratos sociales, incluso a personal de la salud que está en primera línea de combate contra la Covid-19.

Actuamos indebidamente, como si la pandemia perteneciera ya al pasado, cerrando los ojos a una realidad: el virus sigue ocasionando trabajo y estrés a los médicos y enfermeras que hacen sus mejores esfuerzos para salvar la vida de quienes han contraído el nuevo coronavirus, personas que realizan una labor heroica, de sacrificio, digna de reconocimiento.

A estas alturas, el #QuedateEnCasa lo hemos convertido en una práctica obsoleta, forzando una realidad de convivencia social, de negocios, de ir y venir. En síntesis, nos esforzamos por ser como éramos antes, sin aceptar que este mortal huésped se niega a marcharse, y que sigue siendo un verdadero peligro para la salud de los seres humanos.

En las calles es elevado el número de personas que camina sin cubrebocas, sin guardar la sana distancia, molestas porque se mantienen aún, en varias plazas y establecimientos comerciales, las restricciones y filtros sanitarios.

En el marco de la pandemia, la elaboración de la vacuna por parte de algunas farmacéuticas vino a cambiar muchas cosas en muchos países del mundo, incluido el nuestro. Desde que la nonagenaria Maggie Keenan, de origen británico, recibiera la primera dosis de la primera vacuna anticovid -desarrollada por Pfizer y BioNTech- los seres humanos hemos minimizado la amenaza de la Covid-19 y la vemos como si ya no fuera una amenaza, esto a pesar de las palabras que en relación con ese evento expresara Matt Hancock, ministro de Sanidad de Reino Unido, en el sentido de que “no podemos permitirnos relajarnos”, pues aún "no hemos derrotado al virus".

En México, la campaña de vacunación está en marcha desde el 24 de diciembre del año pasado. Ese día, a sus 59 años de edad, fue vacunada María Irene Ramírez, Jefa de enfermeras de la unidad de terapia intensiva del hospital Dr. Rubén Leñero de Ciudad de México. La segunda fase del plan de vacunación masiva contra la Covid-19, dirigida a adultos mayores, comenzó el 15 de febrero de este año. Hoy, lunes 8 de marzo, dará inicio la tercera fase de vacunación a personas de 60 años y más.

A pesar del inicio y conclusión de estas fases de inmunización, los contagios y decesos siguen apareciendo a diestra y siniestra, aunque se debe reconocer que ha habido un decremento importante de casos en varias entidades del país. Aun así, el horno no está para bollos, o, como se dice en México, “el palo no está para cucharas”, es decir, no es el momento oportuno o conveniente para relajar las medidas sanitarias.

¿Qué pasa cuando irresponsablemente se relajan las medidas sanitarias creyendo que ya todo es normal? Responderé mi pregunta con lo sucedido el pasado 5 de enero en San Juan del Río, comunidad de Santiago Choápam, Oaxaca. Un baile popular realizado en esa localidad dejó al menos 400 contagios, 12 muertos y 14 personas hospitalizadas, esto de acuerdo con declaraciones de las autoridades municipales.

Ante esto, la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca (DDHPO) levantó la voz para denunciar el proceder de las poblaciones que han comenzado a relajar las medidas sanitarias, permitiendo la realización de eventos masivos, fiestas patronales y bailes, así como otras convivencias masivas que facilitan la propagación del virus.

Esta situación se da no sólo en México sino en varias naciones del mundo, en las que la luz al final del túnel es interpretada por algunos como la solución de la pandemia o el fin de la sana distancia.


Twitter: @armayacastro

Los seres humanos estamos en un punto de relax y de falsa confianza, creyendo que hemos superado el virus que paralizó al mundo por más de un año. Y creemos que hemos alcanzado el triunfo sobre el nuevo coronavirus por la existencia de varias vacunas, por la apertura de las actividades económicas, y porque del 8 de marzo al domingo 14 de marzo no habrá en México entidades en semáforo epidemiológico rojo: 10 estarán en naranja, 20 en amarillo y 2 en verde.

Mientras nos relajamos por las anteriores situaciones, el virus sigue ahí, empecinado en producir dolor, angustia y muerte, quizás no en la misma proporción que antes, pero ahí sigue, enfermando y matando a personas de todas las edades y estratos sociales, incluso a personal de la salud que está en primera línea de combate contra la Covid-19.

Actuamos indebidamente, como si la pandemia perteneciera ya al pasado, cerrando los ojos a una realidad: el virus sigue ocasionando trabajo y estrés a los médicos y enfermeras que hacen sus mejores esfuerzos para salvar la vida de quienes han contraído el nuevo coronavirus, personas que realizan una labor heroica, de sacrificio, digna de reconocimiento.

A estas alturas, el #QuedateEnCasa lo hemos convertido en una práctica obsoleta, forzando una realidad de convivencia social, de negocios, de ir y venir. En síntesis, nos esforzamos por ser como éramos antes, sin aceptar que este mortal huésped se niega a marcharse, y que sigue siendo un verdadero peligro para la salud de los seres humanos.

En las calles es elevado el número de personas que camina sin cubrebocas, sin guardar la sana distancia, molestas porque se mantienen aún, en varias plazas y establecimientos comerciales, las restricciones y filtros sanitarios.

En el marco de la pandemia, la elaboración de la vacuna por parte de algunas farmacéuticas vino a cambiar muchas cosas en muchos países del mundo, incluido el nuestro. Desde que la nonagenaria Maggie Keenan, de origen británico, recibiera la primera dosis de la primera vacuna anticovid -desarrollada por Pfizer y BioNTech- los seres humanos hemos minimizado la amenaza de la Covid-19 y la vemos como si ya no fuera una amenaza, esto a pesar de las palabras que en relación con ese evento expresara Matt Hancock, ministro de Sanidad de Reino Unido, en el sentido de que “no podemos permitirnos relajarnos”, pues aún "no hemos derrotado al virus".

En México, la campaña de vacunación está en marcha desde el 24 de diciembre del año pasado. Ese día, a sus 59 años de edad, fue vacunada María Irene Ramírez, Jefa de enfermeras de la unidad de terapia intensiva del hospital Dr. Rubén Leñero de Ciudad de México. La segunda fase del plan de vacunación masiva contra la Covid-19, dirigida a adultos mayores, comenzó el 15 de febrero de este año. Hoy, lunes 8 de marzo, dará inicio la tercera fase de vacunación a personas de 60 años y más.

A pesar del inicio y conclusión de estas fases de inmunización, los contagios y decesos siguen apareciendo a diestra y siniestra, aunque se debe reconocer que ha habido un decremento importante de casos en varias entidades del país. Aun así, el horno no está para bollos, o, como se dice en México, “el palo no está para cucharas”, es decir, no es el momento oportuno o conveniente para relajar las medidas sanitarias.

¿Qué pasa cuando irresponsablemente se relajan las medidas sanitarias creyendo que ya todo es normal? Responderé mi pregunta con lo sucedido el pasado 5 de enero en San Juan del Río, comunidad de Santiago Choápam, Oaxaca. Un baile popular realizado en esa localidad dejó al menos 400 contagios, 12 muertos y 14 personas hospitalizadas, esto de acuerdo con declaraciones de las autoridades municipales.

Ante esto, la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca (DDHPO) levantó la voz para denunciar el proceder de las poblaciones que han comenzado a relajar las medidas sanitarias, permitiendo la realización de eventos masivos, fiestas patronales y bailes, así como otras convivencias masivas que facilitan la propagación del virus.

Esta situación se da no sólo en México sino en varias naciones del mundo, en las que la luz al final del túnel es interpretada por algunos como la solución de la pandemia o el fin de la sana distancia.


Twitter: @armayacastro