/ jueves 6 de enero de 2022

 El Padrino | “Sí te caíste ayer, levántate hoy"

Me instalé y rápidamente me explicaron las reglas, ahí nadie estaba a fuerzas, se trataba de que uno mismo hiciera conciencia del daño que uno mismo se auto infringía. Suena fácil, pero en la práctica es algo dificilísimo para el enfermo de adicciones.

Es como el enfermo al que diagnostican cáncer e inmediatamente trata de pedir una segunda opinión puesto que a pesar de los evidentes síntomas surge la negación, nadie quiere que le digan que padece una enfermedad incurable, progresiva y mortal por necesidad.

Todos en su momento adjudican ciertas actitudes o malestares a circunstancias de la vida que son reales pero que realmente no son la causa del sufrimiento que se está padeciendo. Muchos admiten estar bebiendo sin freno debido a que están pasando por una mala racha de suerte y que el mundo no los comprende, otros que recién han terminado una relación amorosa lo atribuyen a la tristeza y aquí pasa algo un poco paradójico.

No analizan si el fracaso sucedió por su problema con las sustancias o si el consumo vino después de que se había fracasado en algo y esto se vuelve un problema de aceptación de la enfermedad que se padece, y que realmente es el principal obstáculo para lograr la sobriedad, yo no entendía esto en esos momentos como lo dije antes padecía en esa época de la presunción de la juventud, me sentía yo, el incomprendido y sentía que a las personas les molestaba mi manera de beber porque ellas mismas no eran felices y no toleraban verme feliz a mi, lo peor de todo es que este pensamiento era muy real y me hacía justificar y buscar culpables lo que a la postre me llevo a batallar durante 28 años con una enfermedad cuyo diagnóstico había llegado muy a tiempo pero la cuál no quise atender, obviamente.

En ese momento me juraba que yo no iba a volver a estar internado ya había aprendido la lección, y muy dentro de mi lo creía. Nunca imaginé que estaba totalmente equivocado pues al no aceptar mi enfermedad estaba dando al traste con todos los tratamientos de amor y comprensión con los que se me pretendía ayudar.

Decidí darme la oportunidad de disfrutar el momento y hasta pensé en toda la gente que había ofendido obviamente porque se habían portado mal conmigo decía y convenientemente iba a estar en un lugar lejos de donde ya era conocido y eso limpiaría mis culpas, me integre al anexo y comencé a relacionarme con los compañeros había casos de todo tipo y edades, desde los que teníamos 18 años hasta los que rondaban los 70. Obviamente que si en ese momento hubiera tenido la mente abierta y alerta tal vez me hubiera evitado muchos años de sufrimiento que me esperaban a mi y a mí familia, esos meses los tome cómo unas vacaciones y no avance gran cosa sino en extrañar mi ciudad y a la familia pero no sabía en aquellos años que también era co dependiente, situación que me alcanzó hasta muchos años después.

Los espero en la próxima entrega de la columna del padrino.

Email: transmiteloac@hotmail.com

Me instalé y rápidamente me explicaron las reglas, ahí nadie estaba a fuerzas, se trataba de que uno mismo hiciera conciencia del daño que uno mismo se auto infringía. Suena fácil, pero en la práctica es algo dificilísimo para el enfermo de adicciones.

Es como el enfermo al que diagnostican cáncer e inmediatamente trata de pedir una segunda opinión puesto que a pesar de los evidentes síntomas surge la negación, nadie quiere que le digan que padece una enfermedad incurable, progresiva y mortal por necesidad.

Todos en su momento adjudican ciertas actitudes o malestares a circunstancias de la vida que son reales pero que realmente no son la causa del sufrimiento que se está padeciendo. Muchos admiten estar bebiendo sin freno debido a que están pasando por una mala racha de suerte y que el mundo no los comprende, otros que recién han terminado una relación amorosa lo atribuyen a la tristeza y aquí pasa algo un poco paradójico.

No analizan si el fracaso sucedió por su problema con las sustancias o si el consumo vino después de que se había fracasado en algo y esto se vuelve un problema de aceptación de la enfermedad que se padece, y que realmente es el principal obstáculo para lograr la sobriedad, yo no entendía esto en esos momentos como lo dije antes padecía en esa época de la presunción de la juventud, me sentía yo, el incomprendido y sentía que a las personas les molestaba mi manera de beber porque ellas mismas no eran felices y no toleraban verme feliz a mi, lo peor de todo es que este pensamiento era muy real y me hacía justificar y buscar culpables lo que a la postre me llevo a batallar durante 28 años con una enfermedad cuyo diagnóstico había llegado muy a tiempo pero la cuál no quise atender, obviamente.

En ese momento me juraba que yo no iba a volver a estar internado ya había aprendido la lección, y muy dentro de mi lo creía. Nunca imaginé que estaba totalmente equivocado pues al no aceptar mi enfermedad estaba dando al traste con todos los tratamientos de amor y comprensión con los que se me pretendía ayudar.

Decidí darme la oportunidad de disfrutar el momento y hasta pensé en toda la gente que había ofendido obviamente porque se habían portado mal conmigo decía y convenientemente iba a estar en un lugar lejos de donde ya era conocido y eso limpiaría mis culpas, me integre al anexo y comencé a relacionarme con los compañeros había casos de todo tipo y edades, desde los que teníamos 18 años hasta los que rondaban los 70. Obviamente que si en ese momento hubiera tenido la mente abierta y alerta tal vez me hubiera evitado muchos años de sufrimiento que me esperaban a mi y a mí familia, esos meses los tome cómo unas vacaciones y no avance gran cosa sino en extrañar mi ciudad y a la familia pero no sabía en aquellos años que también era co dependiente, situación que me alcanzó hasta muchos años después.

Los espero en la próxima entrega de la columna del padrino.

Email: transmiteloac@hotmail.com