/ jueves 21 de marzo de 2019

El Benemérito de la Patria

Amigas y amigos, el 231 de marzo de 1806 nació, en San Pablo Guelatao, Oaxaca, un indio zapoteco que, gracias a su esfuerzo, su astucia, y su inteligencia, supo cambiar el destino de nuestra Nación.

Don Benito Juárez García tuvo una niñez bastante humilde, y no fue hasta que llegó a la ciudad de Oaxaca, donde ingresó al seminario, que concluyó sus estudios de latín, Filosofía y Teología, para después ingresar al Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca y después obtener la licenciatura en Jurisprudencia.

Como estudiante, en 1831, inició su carrera política, siendo electo regidor en el ayuntamiento de Oaxaca, posteriormente diputado local, diputado federal y, en 1847, gobernador interino de su Estado.

Benito Juárez fue un reformista natural, y en 1855, como Ministro de Justicia e Instrucción Pública, expidió la famosa “Ley Juárez”, en la cual fueron abolidos fueros y privilegios de militares y la iglesia.

Durante la gestión del presidente Comonfort, siendo Gobernador del Estado, Benito Juárez promulgó la Constitución de 1857. Posteriormente fue nombrado Ministro de Gobernación y presidente de la Suprema Corte de Justicia, sin embargo, fue el mismo Comonfort quien por presiones diversas, ordena encarcelar a Juárez y desconocer la Constitución, dando así inicio a la Guerra de Reforma.

El presidente Juárez no obstante a que enfrento muchas dificultades durante su vida, logró aprovechar las oportunidades. Aún como presidente itinerante, expidió las Leyes de Reforma, independizando jurídicamente al Estado de la Iglesia, y consolidando así el Estado de Derecho de nuestra Nación.

El presidente Juárez es una figura de claroscuros. Por un lado, un hombre comprometido con la legalidad. Por otro, un hombre que se reeligió en cuanta oportunidad tuvo. Reza una canción popular que, si Juárez no se hubiera muerto, aún sería presidente, lo cual sería digno de analizarse; después del Benemérito llegaría al Poder Porfirio Díaz, quien en efecto siguió su ejemplo de la reelección indefinida hasta el punto en que las y los mexicanos se levantaron en su contra.

A nuestro país, no se le puede negar su espíritu reformista y democrático, ni tampoco podemos negar que, en gran parte, mucho debemos seguir el ejemplo del presidente Juárez, pero tampoco significa que podamos justificar prácticas que atenten contra la voluntad popular, solo porque se utiliza una imagen popular.

Recordemos, además, que hoy la en la vida diaria, y máxime en la política, la frase de Benito Juárez debiera de imperar siempre “Entre los individuos como entre las Naciones, el Respeto al Derecho ajeno es la paz”. Benito Juárez, el hombre educado que fue, jamás se profería con insultos ni a propios ni a ajenos. Ser juarista obliga a recordar esta verdad histórica.

Amigas y amigos, esta columna, como todas, invita a la crítica y a la reflexión. Solo juntos, cuestionando lo que debe ser cuestionado, y participando en cuanto sea posible, podremos seguir consolidando el futuro democrático de nuestro México.

floremi_3@hotmail.com

Amigas y amigos, el 231 de marzo de 1806 nació, en San Pablo Guelatao, Oaxaca, un indio zapoteco que, gracias a su esfuerzo, su astucia, y su inteligencia, supo cambiar el destino de nuestra Nación.

Don Benito Juárez García tuvo una niñez bastante humilde, y no fue hasta que llegó a la ciudad de Oaxaca, donde ingresó al seminario, que concluyó sus estudios de latín, Filosofía y Teología, para después ingresar al Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca y después obtener la licenciatura en Jurisprudencia.

Como estudiante, en 1831, inició su carrera política, siendo electo regidor en el ayuntamiento de Oaxaca, posteriormente diputado local, diputado federal y, en 1847, gobernador interino de su Estado.

Benito Juárez fue un reformista natural, y en 1855, como Ministro de Justicia e Instrucción Pública, expidió la famosa “Ley Juárez”, en la cual fueron abolidos fueros y privilegios de militares y la iglesia.

Durante la gestión del presidente Comonfort, siendo Gobernador del Estado, Benito Juárez promulgó la Constitución de 1857. Posteriormente fue nombrado Ministro de Gobernación y presidente de la Suprema Corte de Justicia, sin embargo, fue el mismo Comonfort quien por presiones diversas, ordena encarcelar a Juárez y desconocer la Constitución, dando así inicio a la Guerra de Reforma.

El presidente Juárez no obstante a que enfrento muchas dificultades durante su vida, logró aprovechar las oportunidades. Aún como presidente itinerante, expidió las Leyes de Reforma, independizando jurídicamente al Estado de la Iglesia, y consolidando así el Estado de Derecho de nuestra Nación.

El presidente Juárez es una figura de claroscuros. Por un lado, un hombre comprometido con la legalidad. Por otro, un hombre que se reeligió en cuanta oportunidad tuvo. Reza una canción popular que, si Juárez no se hubiera muerto, aún sería presidente, lo cual sería digno de analizarse; después del Benemérito llegaría al Poder Porfirio Díaz, quien en efecto siguió su ejemplo de la reelección indefinida hasta el punto en que las y los mexicanos se levantaron en su contra.

A nuestro país, no se le puede negar su espíritu reformista y democrático, ni tampoco podemos negar que, en gran parte, mucho debemos seguir el ejemplo del presidente Juárez, pero tampoco significa que podamos justificar prácticas que atenten contra la voluntad popular, solo porque se utiliza una imagen popular.

Recordemos, además, que hoy la en la vida diaria, y máxime en la política, la frase de Benito Juárez debiera de imperar siempre “Entre los individuos como entre las Naciones, el Respeto al Derecho ajeno es la paz”. Benito Juárez, el hombre educado que fue, jamás se profería con insultos ni a propios ni a ajenos. Ser juarista obliga a recordar esta verdad histórica.

Amigas y amigos, esta columna, como todas, invita a la crítica y a la reflexión. Solo juntos, cuestionando lo que debe ser cuestionado, y participando en cuanto sea posible, podremos seguir consolidando el futuro democrático de nuestro México.

floremi_3@hotmail.com