/ viernes 25 de junio de 2021

Don Eliseo Mendoza Berrueto y la educación superior universitaria en Coahuila

Dotar de educación superior a la juventud de Coahuila, fue siempre un proyecto de quienes gobernaron nuestro estado, así lo demuestran estas acciones: en 1867, Andrés S. Viesca dispuso la creación del Ateneo Fuente y don Nazario Ortiz Garza, en 1933, ordenó la construcción del actual edificio; posteriormente don Benecio López Padilla intentó fundar la institución pública de educación superior más grande del estado, por diversas razones no se pudo. La Universidad de Coahuila se concretó hasta 1957, con don Román Cepeda Flores, el Congreso del Estado emitió el decreto el 30 de mayo de ese año que creó la Máxima Casa de Estudios de Coahuila.

Como entidad viva, la universidad ha atravesado por diferentes momentos que la han definido y transformado. En 1973, a través de un movimiento estudiantil consiguió la autonomía, y producto de las deliberaciones en el seno del Consejo Universitario Constituyente, se aprobó el Estatuto Universitario que recientemente se reformó. Es de resaltar la actitud conciliadora del entonces gobernador, ingeniero Eulalio Gutiérrez Treviño, quien logró que la lucha emprendida por los universitarios, se encauzara por la ruta del diálogo.

Pero la universidad también ha tenido días oscuros, etapas de incertidumbre y zozobra, de inestabilidad y de episodios de violencia, en donde la lucha por el poder interno y la intromisión de agentes externos propició el surgimiento de grupúsculos violentos, que impulsados, aliados o utilizados por intereses ajenos a la comunidad universitaria, imponían su voluntad mediante la fuerza, cometiendo actos vandálicos, incluso pistola en mano, que conllevó al fallecimiento de un universitario.

La historia de la Autónoma de Coahuila es aleccionadora, nos dice que cuando se ha apostado al inmovilismo de los universitarios y se ha privilegiado el control político sobre lo académico, la investigación y la difusión de la cultura, la universidad ha entrado en conflicto, y estas coyunturas funcionaron como caldo de cultivo para que, por más de una década, se enquistaran grupos violentos en la UAdeC, principalmente con intereses extrauniversitarios.

Con la conducción firme del rector, el maestro Remigio Valdés Gámez, y el respaldo del entonces gobernador del estado, Eliseo Mendoza Berrueto, se llevó a cabo una limpia a fondo y se reencauzó a la universidad por la ruta que le corresponde y aún conserva, lo cual le ha permitido afrontar con seguridad los retos de un futuro marcado por la globalización y el acelerado desarrollo tecnológico. No fue tarea sencilla. Sobre esta etapa oscura de la universidad, hay quienes proponen darle vuelta a la página, sin embargo, para iniciar una nueva historia de la universidad, es imprescindible reconocer los acontecimientos pasados para que no se repitan.

Quienes vivimos y padecimos esa oscura etapa, fuimos testigos materiales del daño que la violencia solapada y/o impuesta causaba a la UAdeC. Edificios saqueados. Asaltos en pleno día en los salones donde despojaba de su dinero y pertenencias a maestros y alumnos. Robos de nóminas y extorsión a maestros para que endosaran los cheques y los “porros” los pudieran cobrar. Los negocios aledaños a las instalaciones universitarias sufrían asaltos periódicos sin que hubiera consecuencias legales para los infractores.

Pero si los daños materiales fueron considerables, el prestigio de quienes egresaban de la universidad también resintió los estragos, se encontraban con muchas dificultades al momento de pretender ingresar al mercado de trabajo, pues existía un gran rechazo de los empleadores hacia los egresados de la máxima casa de estudios. La universidad se encontraba prácticamente secuestrada por pequeños grupos violentos, la mayoría extrauniversitarios.

Reestablecer la institucionalidad de la universidad en las escuelas y facultades de la Unidad Torreón, no fue tarea sencilla. Pero se logró en poco tiempo. Por el apoyo del gobernador Eliseo Mendoza Berrueto, del rector Remigio Valdés Gámez, de las autoridades municipales, de quienes dirigían en aquel momento las escuelas y facultades, de la mayoría de las y los alumnos, personal docente y quienes laboraban para la universidad, así como de los medios de comunicación regionales. Hoy la universidad le reconoce a don Eliseo su gran decisión, al otorgarle el grado de Master Ad Vitam.

@SalvadorHV

jshv0851@gmail.com

Dotar de educación superior a la juventud de Coahuila, fue siempre un proyecto de quienes gobernaron nuestro estado, así lo demuestran estas acciones: en 1867, Andrés S. Viesca dispuso la creación del Ateneo Fuente y don Nazario Ortiz Garza, en 1933, ordenó la construcción del actual edificio; posteriormente don Benecio López Padilla intentó fundar la institución pública de educación superior más grande del estado, por diversas razones no se pudo. La Universidad de Coahuila se concretó hasta 1957, con don Román Cepeda Flores, el Congreso del Estado emitió el decreto el 30 de mayo de ese año que creó la Máxima Casa de Estudios de Coahuila.

Como entidad viva, la universidad ha atravesado por diferentes momentos que la han definido y transformado. En 1973, a través de un movimiento estudiantil consiguió la autonomía, y producto de las deliberaciones en el seno del Consejo Universitario Constituyente, se aprobó el Estatuto Universitario que recientemente se reformó. Es de resaltar la actitud conciliadora del entonces gobernador, ingeniero Eulalio Gutiérrez Treviño, quien logró que la lucha emprendida por los universitarios, se encauzara por la ruta del diálogo.

Pero la universidad también ha tenido días oscuros, etapas de incertidumbre y zozobra, de inestabilidad y de episodios de violencia, en donde la lucha por el poder interno y la intromisión de agentes externos propició el surgimiento de grupúsculos violentos, que impulsados, aliados o utilizados por intereses ajenos a la comunidad universitaria, imponían su voluntad mediante la fuerza, cometiendo actos vandálicos, incluso pistola en mano, que conllevó al fallecimiento de un universitario.

La historia de la Autónoma de Coahuila es aleccionadora, nos dice que cuando se ha apostado al inmovilismo de los universitarios y se ha privilegiado el control político sobre lo académico, la investigación y la difusión de la cultura, la universidad ha entrado en conflicto, y estas coyunturas funcionaron como caldo de cultivo para que, por más de una década, se enquistaran grupos violentos en la UAdeC, principalmente con intereses extrauniversitarios.

Con la conducción firme del rector, el maestro Remigio Valdés Gámez, y el respaldo del entonces gobernador del estado, Eliseo Mendoza Berrueto, se llevó a cabo una limpia a fondo y se reencauzó a la universidad por la ruta que le corresponde y aún conserva, lo cual le ha permitido afrontar con seguridad los retos de un futuro marcado por la globalización y el acelerado desarrollo tecnológico. No fue tarea sencilla. Sobre esta etapa oscura de la universidad, hay quienes proponen darle vuelta a la página, sin embargo, para iniciar una nueva historia de la universidad, es imprescindible reconocer los acontecimientos pasados para que no se repitan.

Quienes vivimos y padecimos esa oscura etapa, fuimos testigos materiales del daño que la violencia solapada y/o impuesta causaba a la UAdeC. Edificios saqueados. Asaltos en pleno día en los salones donde despojaba de su dinero y pertenencias a maestros y alumnos. Robos de nóminas y extorsión a maestros para que endosaran los cheques y los “porros” los pudieran cobrar. Los negocios aledaños a las instalaciones universitarias sufrían asaltos periódicos sin que hubiera consecuencias legales para los infractores.

Pero si los daños materiales fueron considerables, el prestigio de quienes egresaban de la universidad también resintió los estragos, se encontraban con muchas dificultades al momento de pretender ingresar al mercado de trabajo, pues existía un gran rechazo de los empleadores hacia los egresados de la máxima casa de estudios. La universidad se encontraba prácticamente secuestrada por pequeños grupos violentos, la mayoría extrauniversitarios.

Reestablecer la institucionalidad de la universidad en las escuelas y facultades de la Unidad Torreón, no fue tarea sencilla. Pero se logró en poco tiempo. Por el apoyo del gobernador Eliseo Mendoza Berrueto, del rector Remigio Valdés Gámez, de las autoridades municipales, de quienes dirigían en aquel momento las escuelas y facultades, de la mayoría de las y los alumnos, personal docente y quienes laboraban para la universidad, así como de los medios de comunicación regionales. Hoy la universidad le reconoce a don Eliseo su gran decisión, al otorgarle el grado de Master Ad Vitam.

@SalvadorHV

jshv0851@gmail.com