/ viernes 29 de enero de 2021

Cuando la muerte se vuelve la normalidad

Queridos amigos, ante la realidad mundial que indica que, en el mundo, la pandemia se extenderá durante todo el 2021, y en México muy posiblemente hasta el 2024, resulta cada vez más cotidiano oír que se reporten miles de muertes como si fuera un reporte del clima, o de deportes. En nuestro país, a menos de un año que el virus llegó a nuestra tierra, hemos superado ya la barrera de los 150 mil muertos, triplicando así el escenario “catastrófico” que algún día reportara Hugo López Gatell, y vamos en aumento.

Más allá de la afectación a cada una de las familias que ha perdido un miembro, más allá de que las cifras de desempleo están peor que nunca, el COVID y el manejo que en nuestro país se ha dado de la pandemia tiene también un damnificado más: el tejido social. Hoy la normalidad es oír miles de muertos diarios, como si eso fuera aceptable, mientras que los ocupantes de Palacio EXIGEN aplausos por una estrategia que es utilizada como referente mundial de lo que no se debe hacer.

Amigas y amigos, una vida humana perdida, es algo que es inaceptable, cuando se pudo haber salvado con algo como una prueba médica, comunicación gubernamental adecuada, imposición de medidas sensatas, y no a través de ejercicios propagandísticos. Hugo López Gatell, más que un Zar del COVID, se ha erigido en una suerte de Goebbels macuspano, y si dedicara la mitad del esfuerzo que usa en otorgar dispensas a su jefe, en convencerlo de lo importante que es adoptar las medidas necesarias para mitigar la pandemia, otros sería el escenario.

Lástima, el Poder transforma a la gente. Quienes hoy detentan el poder fueron los principales críticos de la guerra contra el narco de Felipe Calderón, y con justa razón: decisiones equivocadas de un presidente, llevaron al país a la normalización de la muerte y la miseria. Hoy, ante las decisiones equivocadas del presidente, le aplauden. Le aplauden el récord en muertos, le aplauden el desastre de la aplicación de la vacuna, y le aplauden el no promover ni acatar las medidas internacionales de cuidado, razón por la cual inclusive, el mismo ha enfermado.

Amigas y amigos, falta mucho para que superemos esto, pero por favor, no politicemos la muerte ni la pandemia. Cada muerte es una familia que no volverá a estar junta, y nunca debemos de desearle la muerte a nadie. No es correcto desear que el presidente muera, yo de todo corazón deseo que, ahora que ha trascendido que tiene COVID, que pase la enfermedad, que la viva, se recupere pronto, y que no sienta esa angustia y ese temor que sienten quienes se han enfermado. Esperemos también que le permita, como a Boris Johnson en Reino Unido, darse cuenta de su gran irresponsabilidad en el manejo de la pandemia y que eso le permita recuperar la cordura.

Aún no concibo que el presidente, en todas sus mañaneras, continúe desternillándose de risa mientras informan miles de muertes diarias. No concibo que en algún momento dijo que la pandemia le había caído “como anillo al dedo”, pero tengo fe, porque la fe es lo último que debe perderse, en que esta experiencia lo haga más humano, y le permita enderezar el barco, y buscar a alguien con mayor capacidad que López Gatell, lo cual se antoja una tarea sencillísima.

Amigas y amigos, no dejemos que la muerte se vuelva la normalidad y pase desapercibida. No permitamos que nuestros corazones caigan al punto de desearle al prójimo enfermedad y pesar. Tenemos que salir adelante juntos, con nuestro Gobierno Federal, o a pesar de él.

Queridos amigos, ante la realidad mundial que indica que, en el mundo, la pandemia se extenderá durante todo el 2021, y en México muy posiblemente hasta el 2024, resulta cada vez más cotidiano oír que se reporten miles de muertes como si fuera un reporte del clima, o de deportes. En nuestro país, a menos de un año que el virus llegó a nuestra tierra, hemos superado ya la barrera de los 150 mil muertos, triplicando así el escenario “catastrófico” que algún día reportara Hugo López Gatell, y vamos en aumento.

Más allá de la afectación a cada una de las familias que ha perdido un miembro, más allá de que las cifras de desempleo están peor que nunca, el COVID y el manejo que en nuestro país se ha dado de la pandemia tiene también un damnificado más: el tejido social. Hoy la normalidad es oír miles de muertos diarios, como si eso fuera aceptable, mientras que los ocupantes de Palacio EXIGEN aplausos por una estrategia que es utilizada como referente mundial de lo que no se debe hacer.

Amigas y amigos, una vida humana perdida, es algo que es inaceptable, cuando se pudo haber salvado con algo como una prueba médica, comunicación gubernamental adecuada, imposición de medidas sensatas, y no a través de ejercicios propagandísticos. Hugo López Gatell, más que un Zar del COVID, se ha erigido en una suerte de Goebbels macuspano, y si dedicara la mitad del esfuerzo que usa en otorgar dispensas a su jefe, en convencerlo de lo importante que es adoptar las medidas necesarias para mitigar la pandemia, otros sería el escenario.

Lástima, el Poder transforma a la gente. Quienes hoy detentan el poder fueron los principales críticos de la guerra contra el narco de Felipe Calderón, y con justa razón: decisiones equivocadas de un presidente, llevaron al país a la normalización de la muerte y la miseria. Hoy, ante las decisiones equivocadas del presidente, le aplauden. Le aplauden el récord en muertos, le aplauden el desastre de la aplicación de la vacuna, y le aplauden el no promover ni acatar las medidas internacionales de cuidado, razón por la cual inclusive, el mismo ha enfermado.

Amigas y amigos, falta mucho para que superemos esto, pero por favor, no politicemos la muerte ni la pandemia. Cada muerte es una familia que no volverá a estar junta, y nunca debemos de desearle la muerte a nadie. No es correcto desear que el presidente muera, yo de todo corazón deseo que, ahora que ha trascendido que tiene COVID, que pase la enfermedad, que la viva, se recupere pronto, y que no sienta esa angustia y ese temor que sienten quienes se han enfermado. Esperemos también que le permita, como a Boris Johnson en Reino Unido, darse cuenta de su gran irresponsabilidad en el manejo de la pandemia y que eso le permita recuperar la cordura.

Aún no concibo que el presidente, en todas sus mañaneras, continúe desternillándose de risa mientras informan miles de muertes diarias. No concibo que en algún momento dijo que la pandemia le había caído “como anillo al dedo”, pero tengo fe, porque la fe es lo último que debe perderse, en que esta experiencia lo haga más humano, y le permita enderezar el barco, y buscar a alguien con mayor capacidad que López Gatell, lo cual se antoja una tarea sencillísima.

Amigas y amigos, no dejemos que la muerte se vuelva la normalidad y pase desapercibida. No permitamos que nuestros corazones caigan al punto de desearle al prójimo enfermedad y pesar. Tenemos que salir adelante juntos, con nuestro Gobierno Federal, o a pesar de él.