/ viernes 26 de junio de 2020

Cristobal Díaz Figueroa

El personaje de quien hoy daremos a conocer la gran aportación que el mismo hiciera a la educación en la laguna, no obstante su corta estancia en ella y no ser originario de estas tierras, y a quien desafortunadamente no se le ha dado el sitio de honor que le corresponde por tan meritoria acción a favor de la niñez lagunera y la incipiente fundación de centros de enseñanza en las tierras laguneras, fue un fiel colaborador del inmortal don Benito Juárez García, a quien acompañaba en aquella “caravana de la dignidad” que en septiembre de 1864 llegara al todavía rancho de Matamoros Coahuila.

El preceptor de letras (como en tal época se conocía a los maestros) a quien nos referiremos como ya quedó asentado era colaborador en el gabinete del presidente de la república y formaba parte de su comitiva, aquel histórico septiembre de 1864 cuando arribaron a Matamoros. El personaje a quien nos referimos fue don Cristóbal Díaz Figueroa, quien venía acompañado de su señora madre y de una hermana, siendo alojados en la casa del señor Pedro José Montoya, quien comunicó a sus vecinos la presencia de un preceptor en su casa y en una cena en tal lugar, los vecinos le solicitaron que permaneciera en el rancho lagunero y organizara una escuela para los niños matamorenses.

Los vecinos y nuestro personaje se entrevistaron al día siguiente con el guía de la reforma liberal en México, para solicitarle su aprobación y apoyo para la creación de una escuela primaria. Juárez de inmediato dio su consentimiento dictando algunas medidas para la materialización de la propuesta, originándose de tal manera la primera escuela rural federal en la laguna. El local de la de tal escuela primeramente fue establecido en una casa por la avenida 5 de mayo y con posterioridad se trasladaron al edificio destinado para la iglesia, recién reparado y aun no abierto el culto, desterrando nuestro personaje, el uso de “La Palmeta” y “las orejas de burro”.

La labor del maestro Cristóbal Díaz, no se limitó a sus alumnos, sino que de igual forma instruía a los padres de éstos y demás adultos afines a la causa republicana en las ideas juaristas, para tal fin los citaba en la escuela para exhortarlos a continuar pero sobre todo divulgar ante sus vecinos y el pueblo en general, las lecciones que les transmitía. Otra de sus labores era la de auxiliar a las autoridades administrativas y judiciales existentes para esa época, ya que a partir del 8 de septiembre de 1864 al convertirse en villa tales funciones se le delegaron.

Un alumno de nuestro personaje el señor don Antonio Montoya, dio a conocer que don Cristóbal Díaz, a parte de sus enseñanzas de lectura y aritmética, les inculcaba principios morales y humanistas, recordando que les hacia copiar frases tales como:” alaba a tus amigos en público y reprímelos en secreto”, así como el siguiente pensamiento: “la sangre nos hace grandes, la sabiduría mayores y la virtud eminentísimos”.

En el mes de enero de 1866 las tropas imperialistas ocuparon Matamoros y a los escasos hombres adultos que ahí se encontraban los aprehendieron y a nuestro personaje lo detuvieron en el aula de clases fusilándolo, no sin antes brindarles vivas a México y a Juárez, siendo sepultado en el mismo lugar de su ejecución en el atrio de la iglesia.

El personaje de quien hoy daremos a conocer la gran aportación que el mismo hiciera a la educación en la laguna, no obstante su corta estancia en ella y no ser originario de estas tierras, y a quien desafortunadamente no se le ha dado el sitio de honor que le corresponde por tan meritoria acción a favor de la niñez lagunera y la incipiente fundación de centros de enseñanza en las tierras laguneras, fue un fiel colaborador del inmortal don Benito Juárez García, a quien acompañaba en aquella “caravana de la dignidad” que en septiembre de 1864 llegara al todavía rancho de Matamoros Coahuila.

El preceptor de letras (como en tal época se conocía a los maestros) a quien nos referiremos como ya quedó asentado era colaborador en el gabinete del presidente de la república y formaba parte de su comitiva, aquel histórico septiembre de 1864 cuando arribaron a Matamoros. El personaje a quien nos referimos fue don Cristóbal Díaz Figueroa, quien venía acompañado de su señora madre y de una hermana, siendo alojados en la casa del señor Pedro José Montoya, quien comunicó a sus vecinos la presencia de un preceptor en su casa y en una cena en tal lugar, los vecinos le solicitaron que permaneciera en el rancho lagunero y organizara una escuela para los niños matamorenses.

Los vecinos y nuestro personaje se entrevistaron al día siguiente con el guía de la reforma liberal en México, para solicitarle su aprobación y apoyo para la creación de una escuela primaria. Juárez de inmediato dio su consentimiento dictando algunas medidas para la materialización de la propuesta, originándose de tal manera la primera escuela rural federal en la laguna. El local de la de tal escuela primeramente fue establecido en una casa por la avenida 5 de mayo y con posterioridad se trasladaron al edificio destinado para la iglesia, recién reparado y aun no abierto el culto, desterrando nuestro personaje, el uso de “La Palmeta” y “las orejas de burro”.

La labor del maestro Cristóbal Díaz, no se limitó a sus alumnos, sino que de igual forma instruía a los padres de éstos y demás adultos afines a la causa republicana en las ideas juaristas, para tal fin los citaba en la escuela para exhortarlos a continuar pero sobre todo divulgar ante sus vecinos y el pueblo en general, las lecciones que les transmitía. Otra de sus labores era la de auxiliar a las autoridades administrativas y judiciales existentes para esa época, ya que a partir del 8 de septiembre de 1864 al convertirse en villa tales funciones se le delegaron.

Un alumno de nuestro personaje el señor don Antonio Montoya, dio a conocer que don Cristóbal Díaz, a parte de sus enseñanzas de lectura y aritmética, les inculcaba principios morales y humanistas, recordando que les hacia copiar frases tales como:” alaba a tus amigos en público y reprímelos en secreto”, así como el siguiente pensamiento: “la sangre nos hace grandes, la sabiduría mayores y la virtud eminentísimos”.

En el mes de enero de 1866 las tropas imperialistas ocuparon Matamoros y a los escasos hombres adultos que ahí se encontraban los aprehendieron y a nuestro personaje lo detuvieron en el aula de clases fusilándolo, no sin antes brindarles vivas a México y a Juárez, siendo sepultado en el mismo lugar de su ejecución en el atrio de la iglesia.