/ miércoles 26 de febrero de 2020

Contrainteligencia criminal

Una serie de sucesos en los últimos días en Veracruz y Guanajuato, dos entidades muy distantes entre sÍ, dejaron entrever en qué consiste una estrategia de contrainteligencia criminal.

Hay una pesada loza que arrastra el gabinete de seguridad federal desde octubre pasado después del llamado Culiacanazo. La carga del episodio donde el gobierno federal se vio obligado a abortar la operación de captura de Ovidio Guzmán López, se convirtió ya en una lección de los fallos de la inteligencia y contrainteligencia militar en México.

El sábado pasado un grupo criminal identificado como aliado de la organización que controla el occidente del país y tiene sede en Jalisco, atacó una base de la policía local en Córdoba, Veracruz. El saldo fue de siete muertos, cuatro de ellos policías. El suceso empató con una serie de ataques que esta misma organización encabezó durante el mes de enero en Guanajuato, en ciudades como León, Irapuato y Salamanca, donde el blanco fueron agentes de seguridad local.

Desde el año 2010 cuando murió en Guadalajara Ignacio Coronel Villarreal, conocido como El rey de las metanfetaminas, socio del Chapo Guzmán y de Ismael El Mayo Zambada, la reorganización de varios de las rutas y territorios que controlaba pasaron a control de Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho”. En los años siguientes llamó la atención que la beligerancia contra la banda paramilitar conocida como Zetas, viniera de los grupos armados que se aglutinaron bajo el liderazgo de Oseguera y que se indentificaran con las siglas de CJNG (Cartel de Jalisco Nueva Generación).

Se tienen registros que el CJNG después de los Zetas, fue el grupo criminal que utilizó los métodos de inteligencia y contrainteligencia para ir sobre sus enemigos y territorios.

Varias fuentes militares a finales del sexenio de Felipe Calderón, hablaban del reclutamiento de militares desertores, tanto mexicanos como guatemaltecos, con preparación especial en estas disciplinas. La barbarie detrás de cada episodio en su guerra contra los Zetas, tenía como rasgo común el uso de la propaganda para infundir terror a sus enemigos. La característica de los asesinatos de agentes de seguridad municipales y estatales, ha sido torturarlos delante de cámaras para obtener cualquier tipo de información y %utilizarla.

Una definición clásica de la contrainteligencia dice que es el “conjunto de acciones orientadas a prevenir, detectar y posibilitar la neutralización de los enemigos”, sean grupos o personas, que pongan en riesgo la seguridad, soberanía e integridad de un Estado, su territorio, leyes y población.

La criminalidad organizada aplica este principio adaptándolo a sus circunstancias, así ocurrió el 16 de octubre pasado en Culiacán cuando lograron lanzar una operación coordinada que “neutralizó” a las fuerzas federales obligándolos a abortar su misión y liberar a su líder.

Culiacán se ha convertido en una lección de todo lo que no se debe de hacer. Es un ejemplo que ha servido a bandas criminales para replicarlo en otros sitios del país. Veracruz y Guanajuato son los últimos casos.

@velediaz424

Una serie de sucesos en los últimos días en Veracruz y Guanajuato, dos entidades muy distantes entre sÍ, dejaron entrever en qué consiste una estrategia de contrainteligencia criminal.

Hay una pesada loza que arrastra el gabinete de seguridad federal desde octubre pasado después del llamado Culiacanazo. La carga del episodio donde el gobierno federal se vio obligado a abortar la operación de captura de Ovidio Guzmán López, se convirtió ya en una lección de los fallos de la inteligencia y contrainteligencia militar en México.

El sábado pasado un grupo criminal identificado como aliado de la organización que controla el occidente del país y tiene sede en Jalisco, atacó una base de la policía local en Córdoba, Veracruz. El saldo fue de siete muertos, cuatro de ellos policías. El suceso empató con una serie de ataques que esta misma organización encabezó durante el mes de enero en Guanajuato, en ciudades como León, Irapuato y Salamanca, donde el blanco fueron agentes de seguridad local.

Desde el año 2010 cuando murió en Guadalajara Ignacio Coronel Villarreal, conocido como El rey de las metanfetaminas, socio del Chapo Guzmán y de Ismael El Mayo Zambada, la reorganización de varios de las rutas y territorios que controlaba pasaron a control de Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho”. En los años siguientes llamó la atención que la beligerancia contra la banda paramilitar conocida como Zetas, viniera de los grupos armados que se aglutinaron bajo el liderazgo de Oseguera y que se indentificaran con las siglas de CJNG (Cartel de Jalisco Nueva Generación).

Se tienen registros que el CJNG después de los Zetas, fue el grupo criminal que utilizó los métodos de inteligencia y contrainteligencia para ir sobre sus enemigos y territorios.

Varias fuentes militares a finales del sexenio de Felipe Calderón, hablaban del reclutamiento de militares desertores, tanto mexicanos como guatemaltecos, con preparación especial en estas disciplinas. La barbarie detrás de cada episodio en su guerra contra los Zetas, tenía como rasgo común el uso de la propaganda para infundir terror a sus enemigos. La característica de los asesinatos de agentes de seguridad municipales y estatales, ha sido torturarlos delante de cámaras para obtener cualquier tipo de información y %utilizarla.

Una definición clásica de la contrainteligencia dice que es el “conjunto de acciones orientadas a prevenir, detectar y posibilitar la neutralización de los enemigos”, sean grupos o personas, que pongan en riesgo la seguridad, soberanía e integridad de un Estado, su territorio, leyes y población.

La criminalidad organizada aplica este principio adaptándolo a sus circunstancias, así ocurrió el 16 de octubre pasado en Culiacán cuando lograron lanzar una operación coordinada que “neutralizó” a las fuerzas federales obligándolos a abortar su misión y liberar a su líder.

Culiacán se ha convertido en una lección de todo lo que no se debe de hacer. Es un ejemplo que ha servido a bandas criminales para replicarlo en otros sitios del país. Veracruz y Guanajuato son los últimos casos.

@velediaz424