/ domingo 17 de octubre de 2021

Conservadores y estado laico

El Estado laico establece que, por bien de la nación, el Estado y la religión deben estar separados en la vida pública. Para Benito Juárez, creador del Estado laico, esta separación es lo más sano para la vida de la nación, donde las Iglesias deben mantenerse alejadas de los asuntos públicos, y el Estado de los asuntos religiosos.

Lo contrario al Estado laico es el Estado confesional, cuya función es garantizar a un credo hegemónico, excluyendo y persiguiendo a los demás credos por ser diferentes a la religión mayoritaria. Patricia Galeana afirma que, en la vigencia del confesionalismo, “el tribunal de la Inquisición se encargó de perseguir cualquier idea heterodoxa”. La destacada historiadora sostiene, asimismo, que “en la España de 1615, la libertad de conciencia se entendía, como inaceptable permisividad frente al mal”.

Ante el intento de grupos conservadores de volver a los tiempos del confesionalismo, surge la siguiente pregunta: ¿cómo impedir el retorno de México al Estado confesional? La única manera de impedir este indeseable retorno es mediante la consolidación y fortalecimiento de nuestra democracia, una forma de gobierno en la que “caben valores, ideas, creencias y convicciones de signos diversos”, afirma Pedro Salazar Ugarte, director del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Con la promulgación de las Leyes de Reforma se suprimió al Estado confesional, sentándose las bases de un Estado laico, cuya creación es el más grande legado de la reforma liberal de Benito Juárez, y el mejor garante de las libertades individuales.

De todos es sabido que la creación del Estado laico se logró mediante grandes esfuerzos, siendo reprobado de inmediato por la Iglesia mayoritaria, que se oponía desde entonces al conjunto de libertades que emanan de la laicidad, considerada por el clero de la época como una lacra histórica “que no nos deja avanzar”. Calificativos de esta naturaleza desconocen a todas luces las virtudes del Estado laico, el cual protege y difunde las libertades personales, así como una cultura de respeto a la diversidad de manifestaciones religiosas, con el claro propósito de propiciar un clima de convivencia y de no agresión entre los mexicanos.

Un Estado democrático de naturaleza laica reconoce y alienta el respeto frente a la pluralidad, promueve las libertades, la igualdad, la justicia, el pluralismo y la dignidad humana.

Desafortunadamente, en los últimos tiempos diversos gobernantes han violentado el principio histórico de separación del Estado y las iglesias. Lo hizo el expresidente Vicente Fox Quesada en una de las visitas del papa Juan Pablo II a nuestro país, en cuya recepción se hincó y besó el anillo papal, restándole importancia a su condición de jefe del Estado mexicano, el cual es laico por mandato de ley. Pero Fox no fue el único que pasó por encima del Estado laico. Siguió Felipe Calderón con una serie de atentados a la laicidad durante su sexenio. La lista es larga e incluye a presidentes de la República, gobernadores, presidentes municipales, legisladores y diversos funcionarios públicos. Sin embargo, mi pretensión no es enumerar a todos y cada uno de los políticos que olvidaron su juramento de cumplir y hacer cumplir la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanan, sino alertar sobre la presencia de personas y grupos que tienen en la mira al Estado laico mexicano.

Lo más sano es estar atentos a las acciones de la ultraderecha católica del Yunque en México y de la ultraderecha de VOX en España. Hace algunas semanas, este último partido fascista, que reivindica la dictadura franquista, impulsó a través de la visita de Santiago Abascal los movimientos conservadores que operan en nuestro país, haciendo acto de presencia incluso en el Senado de la República, donde fue recibido por algunos legisladores de Acción Nacional. El blanquiazul se deslindó luego de Vox, afirmando: “No tenemos ningún tipo de relación institucional con el partido VOX”.

Ante esta vergonzosa recepción a uno de los principales opositores al gobierno español que encabeza Pedro Sánchez, Andrés Manuel López Obrador pidió a los actores políticos del país dejar de actuar en secreto como actúa El Yunque: “fuera máscaras. Salgan del clóset: 'ya, soy fascista y qué'", dijo el presidente de México a los políticos que se mueven en los grupos conservadores del país.


Twitter: @armayacastro

El Estado laico establece que, por bien de la nación, el Estado y la religión deben estar separados en la vida pública. Para Benito Juárez, creador del Estado laico, esta separación es lo más sano para la vida de la nación, donde las Iglesias deben mantenerse alejadas de los asuntos públicos, y el Estado de los asuntos religiosos.

Lo contrario al Estado laico es el Estado confesional, cuya función es garantizar a un credo hegemónico, excluyendo y persiguiendo a los demás credos por ser diferentes a la religión mayoritaria. Patricia Galeana afirma que, en la vigencia del confesionalismo, “el tribunal de la Inquisición se encargó de perseguir cualquier idea heterodoxa”. La destacada historiadora sostiene, asimismo, que “en la España de 1615, la libertad de conciencia se entendía, como inaceptable permisividad frente al mal”.

Ante el intento de grupos conservadores de volver a los tiempos del confesionalismo, surge la siguiente pregunta: ¿cómo impedir el retorno de México al Estado confesional? La única manera de impedir este indeseable retorno es mediante la consolidación y fortalecimiento de nuestra democracia, una forma de gobierno en la que “caben valores, ideas, creencias y convicciones de signos diversos”, afirma Pedro Salazar Ugarte, director del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Con la promulgación de las Leyes de Reforma se suprimió al Estado confesional, sentándose las bases de un Estado laico, cuya creación es el más grande legado de la reforma liberal de Benito Juárez, y el mejor garante de las libertades individuales.

De todos es sabido que la creación del Estado laico se logró mediante grandes esfuerzos, siendo reprobado de inmediato por la Iglesia mayoritaria, que se oponía desde entonces al conjunto de libertades que emanan de la laicidad, considerada por el clero de la época como una lacra histórica “que no nos deja avanzar”. Calificativos de esta naturaleza desconocen a todas luces las virtudes del Estado laico, el cual protege y difunde las libertades personales, así como una cultura de respeto a la diversidad de manifestaciones religiosas, con el claro propósito de propiciar un clima de convivencia y de no agresión entre los mexicanos.

Un Estado democrático de naturaleza laica reconoce y alienta el respeto frente a la pluralidad, promueve las libertades, la igualdad, la justicia, el pluralismo y la dignidad humana.

Desafortunadamente, en los últimos tiempos diversos gobernantes han violentado el principio histórico de separación del Estado y las iglesias. Lo hizo el expresidente Vicente Fox Quesada en una de las visitas del papa Juan Pablo II a nuestro país, en cuya recepción se hincó y besó el anillo papal, restándole importancia a su condición de jefe del Estado mexicano, el cual es laico por mandato de ley. Pero Fox no fue el único que pasó por encima del Estado laico. Siguió Felipe Calderón con una serie de atentados a la laicidad durante su sexenio. La lista es larga e incluye a presidentes de la República, gobernadores, presidentes municipales, legisladores y diversos funcionarios públicos. Sin embargo, mi pretensión no es enumerar a todos y cada uno de los políticos que olvidaron su juramento de cumplir y hacer cumplir la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanan, sino alertar sobre la presencia de personas y grupos que tienen en la mira al Estado laico mexicano.

Lo más sano es estar atentos a las acciones de la ultraderecha católica del Yunque en México y de la ultraderecha de VOX en España. Hace algunas semanas, este último partido fascista, que reivindica la dictadura franquista, impulsó a través de la visita de Santiago Abascal los movimientos conservadores que operan en nuestro país, haciendo acto de presencia incluso en el Senado de la República, donde fue recibido por algunos legisladores de Acción Nacional. El blanquiazul se deslindó luego de Vox, afirmando: “No tenemos ningún tipo de relación institucional con el partido VOX”.

Ante esta vergonzosa recepción a uno de los principales opositores al gobierno español que encabeza Pedro Sánchez, Andrés Manuel López Obrador pidió a los actores políticos del país dejar de actuar en secreto como actúa El Yunque: “fuera máscaras. Salgan del clóset: 'ya, soy fascista y qué'", dijo el presidente de México a los políticos que se mueven en los grupos conservadores del país.


Twitter: @armayacastro