/ sábado 23 de octubre de 2021

¿Cómo sanar un corazón roto? 

Cuando la traición, la tentación, la pérdida de confianza han atrapado nuestra alma (emociones, la voluntad, sentimientos, mente) nuestro ser se vuelve un caos difícil de descifrar. La vida nos pone trampas y, sin darnos cuenta, nos involucramos de tal manera que se nos olvida darle descanso a nuestra alma (dirían los indios tarahumaras): “MI ESPÍRITU NECESITA ALCANZAR MI ALMA”.

Los afanes, las modas, las fechas y los compromisos nos estresan de tal manera que hasta el sueño se nos va y algunos pierden “el piso”; otros mueren, otros no soportan y se quitan la vida. Las escrituras nos dicen: “No os afanéis”, afanéis, significa DIVIDIR EN PARTES”.

La palabra sugiere una distracción, una preocupación con cosas que causan ansiedad, tensión y presión. De ahí se sugiere hacer una introspección ¿en cuántas partes me estoy dividiendo? ¿Qué debo de dejar de hacer para calmar mi ansiedad que me lleva a la depresión?

Las enseñanzas de Jesús de Nazaret dicen: Por eso les digo que no se preocupen por la vida diaria, si tendrán suficiente alimento y bebida, o suficiente ropa para vestirse. ¿Acaso no es la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa? Miren los pájaros. No plantan ni cosechan ni guardan comida en graneros, porque el Padre celestial los alimenta. ¿Y no son ustedes para él mucho más valiosos que ellos? ¿Acaso con todas sus preocupaciones pueden añadir un solo momento a su vida?

Debido a sus efectos insalubres, nos sugiere no preocuparnos por aquellas cosas que Dios promete suplir. La preocupación puede dañar la salud, dar lugar a que el objeto de su angustia consuma sus pensamientos, mermar su productividad, afectar negativamente la forma en que tratas a otros, y reducir la capacidad de confiar en Dios. Aquí está la diferencia entre la angustia y la preocupación genuina: “LA ANGUSTIA INMOVILIZA, PERO LA PREOCUPACIÓN NOS MUEVE A LA ACCIÓN”.

El maestro sigue su enseñanza: “¿Y por qué preocuparse por la ropa? Miren cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni cosen su ropa; sin embargo, ni Salomón con toda su gloria se vistió tan hermoso como ellos. Si Dios cuida de manera tan maravillosa a las flores silvestres que hoy están y mañana se echan al fuego, tengan por seguro que cuidará de ustedes. ¿Por qué tienen tan poca fe? Así que no se preocupen por todo eso diciendo: “¿Qué comeremos?, ¿qué beberemos?, ¿qué ropa nos pondremos?”.

Esas cosas dominan el pensamiento de los incrédulos, pero su Padre celestial ya conoce todas sus necesidades. Busquen el reino de Dios, por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y él les dará todo lo que necesiten. En lugar de estar preocupados por las cosas materiales, nuestro interés debe ser buscar primeramente el reino de Dios y su justicia, sabiendo que al hacerlo el Señor ha ofrecido responder fielmente al pacto; todas estas cosas os serán añadidas.

“PLANEAR PARA EL MAÑANA ES TIEMPO BIEN INVERTIDO; AFANARSE POR EL MAÑANA ES TIEMPO PERDIDO”. Algunas veces es dificultoso notar la diferencia. Planear es pensar con antelación en metas, pasos y fechas, y confiar en la dirección de Dios. Cuando se hace bien, el afán disminuye. El que se afana, en cambio, se ve asaltado por el temor y se le hace difícil confiar en Dios. El que se afana deja que sus planes interfieran en su relación con Dios. No permita que su afán por el mañana afecte sus relaciones con Dios hoy.

Para SANAR UN CORAZÓN ROTO LA CLAVE ES LA CONFIANZA. Nuestra tendencia humana es evitar situaciones dolorosas… las enterramos. ¿Podremos alguna vez confiar de nuevo en aquellos que nos hirieron tan profundamente? Hay pasos a seguir para sanar un corazón roto:

LIBERACIÓN: “…si tienes algo contra alguien, perdónalo.

REENFOQUE: “Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder (de Dios) que obra eficazmente en nosotros”.

RECIBIR: “…a quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren”.

Cuando ya te hayas recuperado, nadie escogería tener un corazón roto. La agonía y el tiempo de restauración son insoportables. La preocupación por el futuro estorba los esfuerzos del presente. Dios no olvida a los que dependen de Él. Él sana a los que tienen roto el corazón y les venda las heridas. El Señor está cerca, para salvar a los que tienen el corazón hecho pedazos y han perdido la esperanza. Salmos 34:18 no te dividas en partes con los afanes, no te agobies basta a cada día su propio mal.

hotemadavid@hotmail.com

Cuando la traición, la tentación, la pérdida de confianza han atrapado nuestra alma (emociones, la voluntad, sentimientos, mente) nuestro ser se vuelve un caos difícil de descifrar. La vida nos pone trampas y, sin darnos cuenta, nos involucramos de tal manera que se nos olvida darle descanso a nuestra alma (dirían los indios tarahumaras): “MI ESPÍRITU NECESITA ALCANZAR MI ALMA”.

Los afanes, las modas, las fechas y los compromisos nos estresan de tal manera que hasta el sueño se nos va y algunos pierden “el piso”; otros mueren, otros no soportan y se quitan la vida. Las escrituras nos dicen: “No os afanéis”, afanéis, significa DIVIDIR EN PARTES”.

La palabra sugiere una distracción, una preocupación con cosas que causan ansiedad, tensión y presión. De ahí se sugiere hacer una introspección ¿en cuántas partes me estoy dividiendo? ¿Qué debo de dejar de hacer para calmar mi ansiedad que me lleva a la depresión?

Las enseñanzas de Jesús de Nazaret dicen: Por eso les digo que no se preocupen por la vida diaria, si tendrán suficiente alimento y bebida, o suficiente ropa para vestirse. ¿Acaso no es la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa? Miren los pájaros. No plantan ni cosechan ni guardan comida en graneros, porque el Padre celestial los alimenta. ¿Y no son ustedes para él mucho más valiosos que ellos? ¿Acaso con todas sus preocupaciones pueden añadir un solo momento a su vida?

Debido a sus efectos insalubres, nos sugiere no preocuparnos por aquellas cosas que Dios promete suplir. La preocupación puede dañar la salud, dar lugar a que el objeto de su angustia consuma sus pensamientos, mermar su productividad, afectar negativamente la forma en que tratas a otros, y reducir la capacidad de confiar en Dios. Aquí está la diferencia entre la angustia y la preocupación genuina: “LA ANGUSTIA INMOVILIZA, PERO LA PREOCUPACIÓN NOS MUEVE A LA ACCIÓN”.

El maestro sigue su enseñanza: “¿Y por qué preocuparse por la ropa? Miren cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni cosen su ropa; sin embargo, ni Salomón con toda su gloria se vistió tan hermoso como ellos. Si Dios cuida de manera tan maravillosa a las flores silvestres que hoy están y mañana se echan al fuego, tengan por seguro que cuidará de ustedes. ¿Por qué tienen tan poca fe? Así que no se preocupen por todo eso diciendo: “¿Qué comeremos?, ¿qué beberemos?, ¿qué ropa nos pondremos?”.

Esas cosas dominan el pensamiento de los incrédulos, pero su Padre celestial ya conoce todas sus necesidades. Busquen el reino de Dios, por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y él les dará todo lo que necesiten. En lugar de estar preocupados por las cosas materiales, nuestro interés debe ser buscar primeramente el reino de Dios y su justicia, sabiendo que al hacerlo el Señor ha ofrecido responder fielmente al pacto; todas estas cosas os serán añadidas.

“PLANEAR PARA EL MAÑANA ES TIEMPO BIEN INVERTIDO; AFANARSE POR EL MAÑANA ES TIEMPO PERDIDO”. Algunas veces es dificultoso notar la diferencia. Planear es pensar con antelación en metas, pasos y fechas, y confiar en la dirección de Dios. Cuando se hace bien, el afán disminuye. El que se afana, en cambio, se ve asaltado por el temor y se le hace difícil confiar en Dios. El que se afana deja que sus planes interfieran en su relación con Dios. No permita que su afán por el mañana afecte sus relaciones con Dios hoy.

Para SANAR UN CORAZÓN ROTO LA CLAVE ES LA CONFIANZA. Nuestra tendencia humana es evitar situaciones dolorosas… las enterramos. ¿Podremos alguna vez confiar de nuevo en aquellos que nos hirieron tan profundamente? Hay pasos a seguir para sanar un corazón roto:

LIBERACIÓN: “…si tienes algo contra alguien, perdónalo.

REENFOQUE: “Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder (de Dios) que obra eficazmente en nosotros”.

RECIBIR: “…a quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren”.

Cuando ya te hayas recuperado, nadie escogería tener un corazón roto. La agonía y el tiempo de restauración son insoportables. La preocupación por el futuro estorba los esfuerzos del presente. Dios no olvida a los que dependen de Él. Él sana a los que tienen roto el corazón y les venda las heridas. El Señor está cerca, para salvar a los que tienen el corazón hecho pedazos y han perdido la esperanza. Salmos 34:18 no te dividas en partes con los afanes, no te agobies basta a cada día su propio mal.

hotemadavid@hotmail.com