/ viernes 3 de julio de 2020

Carlos I, rey de España y V de Alemania, por herencia

Generalmente conocido como el rey Carlos V, su reinado se extendió al continente recién descubierto en su época (hoy América), pues aparte de ser monarca de España y Nápoles, así como emperador de Alemania, era en consecuencia el soberano más poderoso de su tiempo.

Carlos nació en Gante, Bélgica, en 1500; era hijo del rey Felipe I, “El Hermoso”, y de Juana, “La Loca”; fue educado en el Reino de Países Bajos (Holanda), teniendo entre sus preceptores a Adriano de Utrech, quien más tarde sería coronado como el papa Adriano VI.

Nuestro personaje era nieto, por línea materna, de Isabel la Católica, y a la muerte de su abuelo, Fernando II (Isabel había muerto antes), subió al trono de España ante la incapacidad de su madre (Juana, encerrada por órdenes de su padre).

Ascendió al trono a los 16 años de edad con el nombre de Carlos I, y tres años después, al morir su abuelo paterno, Maximiliano I de Alemania, fue elegido para sucederlo en calidad de emperador, con la nominación de Carlos V.

Heredero de las casas reales de Aragón y Castilla, Austria, Borgoña (Italia) y Países Bajos, acumuló en sus manos el mayor poder de Europa, hace 500 años, ganándose con ello el recelo y enemistad de otros reyes, particularmente de Francisco I de Francia.

Incluso, inicialmente, no fue muy bien recibido en España, pues no aceptaba los usos del país, y también por imponer demasiados funcionarios extranjeros, así como exigir a las cortes españolas subvencionar los gastos de su coronación como emperador de Alemania. Con todo ello hizo estallar el conflicto interno de la nación, máxime que elevó los impuestos del reino.

Con lo anterior sobrevino una revolución, llamada también Guerra de las Comunidades; sublevación tuvo que sofocar con esfuerzo, y aplastada la oposición, Carlos V gobernó imponiendo su poder absoluto. Esto último ocurrió justamente en 1521, cuando Hernán Cortés tomaba Tenochtitlán, ganando para su rey otro imperio no menos poderoso y esplendente que el que tenía en Europa.

En tanto que el conquistador español se apodera del imperio azteca, otros hispanos, Luis Díaz de Solís, llega a la desembocadura de Río de la Plata; Fernando Magallanes descubre el estrecho que lleva su nombre al sur del continente; Juan Sebastián Elcano completa el viaje alrededor del mundo por el océano Pacífico, y Francisco de Pizarro conquista el imperio de los Incas.

En Europa, el emperador Carlos V se mantiene en guerra constante; en 1525 derrota a Francisco I de Francia, que había invadido Milán, y el rey galo es llevado a Madrid en 1526 para que firme un tratado con el soberano español, perdiendo el derrotado Borgoña y sus pretensiones sobre Italia, Fandes y Navarra. Pero lo anterior no queda ahí, pues ya en libertad, Francisco I entabla alianza con Enrique VIII de Inglaterra, el duque de Milán y el papa Clemente VII para combatir a España, pero nuevamente se impone la fuerza española y toman Roma, haciendo prisionero al papa, al que obliga coronarlo, con la investidura de los reyes longobardos y de los emperadores de occidente.

Carlos V contrae matrimonio con su prima Isabel de Portugal en marzo de 1526, y si bien el desposorio revistió características de magno negocio financiero, terminó en un romance idílico del cual nacieron dos hijos, Felipe y María.

La vida de Carlos V tuvo pocos instantes de reposo, pues aparte de guerrero, fue hábil estadista, astuto y ambicioso, que aspiró a constituir bajo su cetro un imperio universal. En 1557, fatigado por sus incesantes luchas, abdicó y entregó la corona de España a su hijo Felipe II, y al año siguiente puso a Alemania en manos de su hermano Fernando.

Finalmente, Carlos V falleció en 1558 con una vida desgastada en su afán de conquistador y su intolerancia religiosa, pues encabezó una lucha contra de la reforma religiosa.

¡Hasta la próxima!

Generalmente conocido como el rey Carlos V, su reinado se extendió al continente recién descubierto en su época (hoy América), pues aparte de ser monarca de España y Nápoles, así como emperador de Alemania, era en consecuencia el soberano más poderoso de su tiempo.

Carlos nació en Gante, Bélgica, en 1500; era hijo del rey Felipe I, “El Hermoso”, y de Juana, “La Loca”; fue educado en el Reino de Países Bajos (Holanda), teniendo entre sus preceptores a Adriano de Utrech, quien más tarde sería coronado como el papa Adriano VI.

Nuestro personaje era nieto, por línea materna, de Isabel la Católica, y a la muerte de su abuelo, Fernando II (Isabel había muerto antes), subió al trono de España ante la incapacidad de su madre (Juana, encerrada por órdenes de su padre).

Ascendió al trono a los 16 años de edad con el nombre de Carlos I, y tres años después, al morir su abuelo paterno, Maximiliano I de Alemania, fue elegido para sucederlo en calidad de emperador, con la nominación de Carlos V.

Heredero de las casas reales de Aragón y Castilla, Austria, Borgoña (Italia) y Países Bajos, acumuló en sus manos el mayor poder de Europa, hace 500 años, ganándose con ello el recelo y enemistad de otros reyes, particularmente de Francisco I de Francia.

Incluso, inicialmente, no fue muy bien recibido en España, pues no aceptaba los usos del país, y también por imponer demasiados funcionarios extranjeros, así como exigir a las cortes españolas subvencionar los gastos de su coronación como emperador de Alemania. Con todo ello hizo estallar el conflicto interno de la nación, máxime que elevó los impuestos del reino.

Con lo anterior sobrevino una revolución, llamada también Guerra de las Comunidades; sublevación tuvo que sofocar con esfuerzo, y aplastada la oposición, Carlos V gobernó imponiendo su poder absoluto. Esto último ocurrió justamente en 1521, cuando Hernán Cortés tomaba Tenochtitlán, ganando para su rey otro imperio no menos poderoso y esplendente que el que tenía en Europa.

En tanto que el conquistador español se apodera del imperio azteca, otros hispanos, Luis Díaz de Solís, llega a la desembocadura de Río de la Plata; Fernando Magallanes descubre el estrecho que lleva su nombre al sur del continente; Juan Sebastián Elcano completa el viaje alrededor del mundo por el océano Pacífico, y Francisco de Pizarro conquista el imperio de los Incas.

En Europa, el emperador Carlos V se mantiene en guerra constante; en 1525 derrota a Francisco I de Francia, que había invadido Milán, y el rey galo es llevado a Madrid en 1526 para que firme un tratado con el soberano español, perdiendo el derrotado Borgoña y sus pretensiones sobre Italia, Fandes y Navarra. Pero lo anterior no queda ahí, pues ya en libertad, Francisco I entabla alianza con Enrique VIII de Inglaterra, el duque de Milán y el papa Clemente VII para combatir a España, pero nuevamente se impone la fuerza española y toman Roma, haciendo prisionero al papa, al que obliga coronarlo, con la investidura de los reyes longobardos y de los emperadores de occidente.

Carlos V contrae matrimonio con su prima Isabel de Portugal en marzo de 1526, y si bien el desposorio revistió características de magno negocio financiero, terminó en un romance idílico del cual nacieron dos hijos, Felipe y María.

La vida de Carlos V tuvo pocos instantes de reposo, pues aparte de guerrero, fue hábil estadista, astuto y ambicioso, que aspiró a constituir bajo su cetro un imperio universal. En 1557, fatigado por sus incesantes luchas, abdicó y entregó la corona de España a su hijo Felipe II, y al año siguiente puso a Alemania en manos de su hermano Fernando.

Finalmente, Carlos V falleció en 1558 con una vida desgastada en su afán de conquistador y su intolerancia religiosa, pues encabezó una lucha contra de la reforma religiosa.

¡Hasta la próxima!